Mieditis
El miedo es un condimento electoral, pero a estas alturas esa doble vara de medir ha perdido parte de su poder coercitivo
Meter miedo es un recurso natural para someter a la ciudadan¨ªa. Pero para meter miedo conviene no usar una doble vara de medir, porque se acaba desnudando el truco. En pleno miedo a no poder costear ni medicamentos, los espa?oles han o¨ªdo de lejos que nuestro Gobierno ha corrido a pagar una indemnizaci¨®n de m¨¢s de 1.300 millones de euros a las empresas del proyecto Castor, tras su suspensi¨®n por motivos de seguridad geol¨®gica. La Organizaci¨®n de Consumidores ha cifrado en m¨¢s de 4.000 millones lo que los espa?oles tendr¨¢n que pagar a trav¨¦s de sus recibos de gas en los pr¨®ximos 30 a?os. Sucede en un pa¨ªs en que, por culpa de su sistema hipotecario, parte de la poblaci¨®n est¨¢ hundida sin apenas un solo compromiso de solidaridad eficaz para sacarles del apuro.
En Estados Unidos, el fracking ha tenido tropiezos, incluida la interesada depreciaci¨®n del petr¨®leo. Se han cerrado explotaciones en Ohio tras 77 terremotos de peque?a intensidad que dispararon la alarma de la poblaci¨®n. No se ha dado demasiada informaci¨®n sobre estas suspensiones, quiz¨¢ para ahorrarnos el agravio comparativo. O tambi¨¦n porque solo quieren que tengamos miedo a lo que nos dicen que hay que tenerle miedo. El miedo se dirige con precisi¨®n.
A¨²n esperamos el desenlace de las nueve demandas por el cambio legislativo sobre las energ¨ªas renovables y el fin de las negociaciones con las concesionarias de autopistas de peaje in¨²tiles construidas en la Comunidad de Madrid. Para ellas s¨ª habr¨¢ quita de deuda y cambio normativo. Muchas empresas espa?olas a las que el Estado deb¨ªa pagos ya comprometidos sufren quitas. Es una pr¨¢ctica com¨²n. Las deudas se refinancian en un combate de fuerzas.
Vivimos en semanas de amenazas pol¨ªticas en previsi¨®n del triunfo de Syriza en Grecia y su plan de renegociar la deuda externa del pa¨ªs. El miedo es un condimento electoral, pero a estas alturas esa doble vara de medir ha perdido parte de su poder coercitivo. Los ciudadanos saben que todo es negociable y, por lo tanto, quieren situar en lugar preeminente el salvamento de las familias arruinadas y la racionalizaci¨®n de las deudas de su pa¨ªs. Ellos tambi¨¦n juegan a meterle miedo a las autoridades monetarias. Es un concurso de mieditis. Un miedo contra el otro.
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