?Qu¨¦ grande es Bach!
Veinte a?os ya, qui¨¦n lo dir¨ªa. Pero el tiempo pasa y, mirando hacia atr¨¢s, es de justicia detenerse en aquel jueves de abril de 1996 en el que Grigory Sokolov abr¨ªa el Ciclo de Grandes Int¨¦rpretes que ahora afronta su vig¨¦sima edici¨®n.
Pierre-Laurent Aimard
Bach: ¡®El clave bien temperado¡¯ (Libro 1). Inauguraci¨®n del vig¨¦simo Ciclo de Grandes Int¨¦rpretes. Organizado por Fundaci¨®n Scherzo, con el patrocinio de EL PA?S. Auditorio Nacional, 13 de enero.
Bach estaba entonces en el programa de salida. Bach llen¨® por completo la sesi¨®n con la que Pierre-Laurent Aimard comenz¨® ayer una nueva etapa en la que estar¨¢n algunos de los mejores pianistas del mundo. Desde luego, Aimard es uno de ellos, algo que se comprueba al escuchar su interpretaci¨®n de una obra tan compleja, profunda y sugerente como El clave bien temperado.
"Bach ha sido durante mucho tiempo un objetivo muy lejano, para el d¨ªa en que yo fuera un poco m¨¢s sabio o me conociera un poco mejor", ha dicho el pianista franc¨¦s. Viendo su racionalismo, su serenidad, su expresividad contenida, est¨¢ claro que Aimard ha adquirido un estado de sabidur¨ªa y, evidentemente, se conoce bien a s¨ª mismo.
En una obra de plenitud de la historia de la m¨²sica como es la que interpret¨® no es f¨¢cil salir airoso. Hay infinidad de matices, de detalles constructivos, de poes¨ªa de las matem¨¢ticas, de m¨²sica pura.
Pierre-Laurent Aimard, experto en el repertorio contempor¨¢neo, ha sabido hacer un Bach de una gran modernidad o, si se prefiere, con un sentido sutil de su actualidad o de su futuro. Sin envejecimientos, con un sonido n¨ªtido y preciso, con un fraseo de enorme naturalidad. Envolviendo, hipnotizando.
Ha estado antes en Oviedo y San Sebasti¨¢n y ma?ana actuar¨¢ en Barcelona. En Madrid se recordaba la magistral interpretaci¨®n de El clave bien temperado a cargo de Daniel Barenboim hace unos a?os. No voy a establecer comparaciones, estando ambas en registros interpretativos muy diferentes, pero la validez y la maestr¨ªa de las dos versiones demuestran la amplitud de posibilidades que Bach permite.
Aimard exhibe una seducci¨®n de tipo afrancesado con las fuerzas de la raz¨®n musical en un primer plano. No busca en ning¨²n momento efectos especiales, sino m¨¢s bien en su lectura hay una vocaci¨®n de servicio, de fidelidad a lo que est¨¢ escrito por el compositor. Y en esa desnudez convence.
Personalmente, habr¨ªa preferido que no hubiese roto la atm¨®sfera creada con un descanso. Esta obra requiere una concentraci¨®n especial, una continuidad; una pausa siempre distrae. Pero, aun as¨ª, su interpretaci¨®n fue extraordinaria, casi dir¨ªa que inolvidable.
Comienza as¨ª por todo lo alto un ciclo de celebraci¨®n de dos d¨¦cadas ininterrumpidas de grandes int¨¦rpretes. En los pr¨®ximos meses pasar¨¢n por Madrid artistas como Maria Jo?o Pires, Krystian Zimerman, Jorge Luis Prats, Christian Zacharias y, c¨®mo no, Grigory Sokolov, entre otros. El placer de escuchar gran m¨²sica est¨¢ sobradamente garantizado.
Babelia
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