Un pa¨ªs a la vez opresor y amenazado
Ari Shavit teje, a trav¨¦s de una colecci¨®n de ensayos y reportajes, un panorama hist¨®rico y vital sobre Israel, una naci¨®n dif¨ªcil de entender incluso para sus ciudadanos
Es la ¨²nica naci¨®n occidental que est¨¢ ocupando a otro pueblo. Tambi¨¦n es la ¨²nica amenazada en su existencia. El pa¨ªs que re¨²ne tan extra?as condiciones es Israel, al decir de Ari Shavit, editorialista del diario Haaretz y autor de esta inusual colecci¨®n de ensayos y reportajes que componen una historia entera de su pa¨ªs a partir de una antigua y relevante memoria familiar, una intensa experiencia vital y una minuciosa indagaci¨®n period¨ªstica.
Shavit es originario de Rejovot, la ciudad universitaria donde se gest¨® el proyecto de arma nuclear israel¨ª, e hijo de una familia con notables antepasados sionistas. Como todos los israel¨ªes laicos, hizo su servicio militar, en su caso como paracaidista, y se vio obligado a custodiar a detenidos palestinos en campos de detenci¨®n durante la primera Intifada. Aunque ha militado en los movimientos pacifistas en contra de la ocupaci¨®n, no cree en las soluciones sencillas y r¨¢pidas ni que la paz est¨¦ a la vuelta de la esquina, porque observa que "la condici¨®n israel¨ª es extremadamente compleja, e incluso tr¨¢gica".
En nada se expresa m¨¢s claramente esta complejidad como en la doble condici¨®n de Israel como pa¨ªs opresor y a la vez pa¨ªs amenazado, algo dif¨ªcil de entender para el com¨²n de los mortales y que suele escapar a los esquemas al uso que dividen el mundo entre derecha e izquierda. Es dif¨ªcil de entender incluso para los israel¨ªes, que prefieren buscar, como todos, un punto de vista claro y contundente a favor de unos o de los otros sin mayores matices. Shavit se esfuerza por profundizar en estas dos caras de una realidad compleja, en direcci¨®n contraria a la falsa claridad del manique¨ªsmo respecto a israel¨ªes y palestinos, que echa todo el peso de la iniquidad sobre unos en la medida en que no recae sobre los otros.
Cap¨ªtulo especial es el que dedica a su experiencia durante 12 d¨ªas como guardi¨¢n de un campo de prisioneros palestinos, que en su mayor¨ªa no son terroristas, sino manifestantes
No es f¨¢cil su indagaci¨®n, porque implica un esfuerzo de autenticidad que va m¨¢s all¨¢ de la verificaci¨®n period¨ªstica: mirar la realidad de frente, llamar a las cosas por su nombre, recordar la historia entera sin falsificaciones hasta reconocer la incompatibilidad radical entre los intereses y los derechos de palestinos e israel¨ªes. Shavit no se enga?a respecto a la limpieza ¨¦tnica efectuada en la guerra de independencia israel¨ª para rehacer totalmente el pa¨ªs, desposeer a la poblaci¨®n palestina y sustituirla por los nuevos habitantes. Tampoco, sobre la violencia y la crueldad ejercida por unos y por otros, en su caso con especial atenci¨®n a las atrocidades propias.
Cap¨ªtulo especial es el que dedica a su experiencia durante 12 d¨ªas como guardi¨¢n de un campo de prisioneros palestinos, que en su mayor¨ªa no son terroristas, sino manifestantes y lanzadores de piedras, tratados de forma inhumana hasta la tortura. En ¨¦l se enfrenta a las comparaciones odiosas y odiadas que se agolpan en su cabeza y en las de sus compa?eros. "Las asociaciones son demasiado fuertes", asegura. El problema no es la similitud entre esos campos y los que conocieron el exterminio de los jud¨ªos, concluye, sino "que no hay una falta suficiente de similitud". Al menos, "para silenciar de una vez por todas los ecos malignos".
Shavit quiere comprender. A los palestinos, claro est¨¢. Pero tambi¨¦n y todav¨ªa m¨¢s a los suyos, a sus bisabuelos y abuelos, a sus padres y a s¨ª mismo, y a sus conciudadanos de todas las tribus israel¨ªes. Por eso habla con todos y a todos les da la palabra, desde los extremistas jud¨ªos de Gush Emunim hasta los palestinos que niegan el Estado jud¨ªo. Hay un trasfondo de piedad enorme hacia todos, palestinos e israel¨ªes, hacia sus sufrimientos y sus angustias, pero tambi¨¦n un sentido de pertenencia irrenunciable respecto a la identidad jud¨ªa, as¨ª como un orgullo profundo por la conquista excepcional de ese Estado creado de nueva planta al hilo de un sue?o milenario que el escritor comparte enteramente.
Shavit no cree en las soluciones sencillas, pues "la condici¨®n israel¨ª es extremadamente compleja, e incluso tr¨¢gica"
Shavit analiza los siete peligros que se ciernen sobre su pa¨ªs y hacen temer por su futuro, en el preciso momento en que el caos regional le abre nuevas ventajas estrat¨¦gicas. En primer lugar, el mar isl¨¢mico, 1.500 millones de creyentes, en el que se encuentran sumergidos un pu?ado de millones de jud¨ªos. En segundo lugar, el mundo ¨¢rabe con su fracasado nacionalismo y su demograf¨ªa amenazante. En tercer lugar, la realidad palestina, la m¨¢s directamente incompatible. En cuarto, los propios ¨¢rabes israel¨ªes, "oprimidos por el sionismo" y convertidos en una minor¨ªa dentro del Estado jud¨ªo. Y luego, tres peligros interiores: una psicolog¨ªa colectiva sin el compromiso y el sentido ut¨®pico que permiti¨® la fundaci¨®n del Estado, una amenaza moral derivada de la ocupaci¨®n de otro pueblo que podr¨ªa conducir al militarismo y al fascismo, y una corrosi¨®n de la identidad israel¨ª que se desmorona en forma de tribalismos.
Shavit se despide en este libro de la esperanza de paz. "No en esta generaci¨®n". Y se agarra desesperadamente a la nueva identidad israel¨ª que est¨¢ surgiendo de esta tragedia, que es la de una experiencia en el l¨ªmite, una vida nacional intensa y emocionante, pero tambi¨¦n b¨¢rbara y peligrosa, como bailar en el borde mismo del acantilado.
Mi tierra prometida. El triunfo y la tragedia de Israel. Ari Shavit. Traducci¨®n de J.?F.?Varela Fuentes. Debate. Barcelona, 2014. 439 p¨¢ginas. 22,70 euros (digital: 12,34)
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