Madres
Recuerdo que Albert Camus dijo algo tan 'heavy' como ¡°Entre la justicia y mi madre, yo elijo a mi madre¡±. Caprichosa o inevitablemente asocio esa frase con la opini¨®n del papa Bergoglio
Un amigo m¨ªo desde la juventud, innegociablemente inteligente y brillante, vocacional defensor del diablo, capaz de defender un argumento y desmontarlo despu¨¦s si este se hace popular, se vuelve a enzarzar conmigo asegur¨¢ndome que mi visi¨®n del cine, de las personas y las cosas sigue siendo la de un ni?o a mis 61 a?os. Se supone que habla de mi inmadurez emocional, y de lo mucho que ha aprendido ¨¦l, experto en defender lo uno y lo contrario, en la evoluci¨®n del pensamiento, en la necesidad de cambiar de opini¨®n de lo que cre¨ªste fijo. Lo de seguir siendo un ni?o es el mayor halago que me han hecho ¨²ltimamente, aunque la intenci¨®n de mi definidor no fuera exactamente esa.
Mi amigo se ha enamorado recientemente de la escritura y los recuerdos ¨ªntimos de la ya subvalorada Simone de Beauvoir, y defiende a Sartre (¡°huele a tierra mojada, ma?ana llover¨¢ en Bouville¡±, era el final que conmociona de La n¨¢usea) cuando este es actualmente considerado como el ap¨®stol intelectual y occidental del estalinismo.
Yo le hablo de Albert Camus, de aquel se?or que se parec¨ªa tanto a Bogart, uno de mis viejos e incondicionales amores. ?l, con sorna y comprensi¨®n, me asegura que el antiguo seductor denostado por la intelligentsia progresista y al que ahora todo cristo considera como ejemplo de la libertad del pensamiento no firm¨® por razones sucias el manifiesto contra la OAS, cuando eso era exigible a cualquier pensador con dos dedos de frente y de decencia.
Y recuerdo que Camus dijo algo tan heavy como ¡°Entre la justicia y mi madre, yo elijo a mi madre¡±. Caprichosa o inevitablemente asocio esa frase con la opini¨®n del siempre pol¨ªticamente incorrecto papa Bergoglio: ¡°Si insulta a mi madre puede esperar un pu?etazo¡±. Se refiere a esas burlas militantes que Charlie Hebdo hac¨ªa (y ojal¨¢ que siga haciendo a pesar de la masacre) de algo tan intocable como las religiones.
Y vale, no sabemos si ese se?or tan alucinante es el revolucionario gerente de una empresa ancestral y en ruinas a la que debe resucitar, o un revolucionario que se ha tomado en serio las doctrinas de Cristo. La madre de Camus era tangible, real. Los dioses son et¨¦reos, aunque hayan causado toneladas de sangre en la tierra. Qu¨¦ miedo las religiones. Y yo, por mi madre vivo, no mato.
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