La cosa cultural y las varitas m¨¢gicas
Un coloquio celebrado en Madrid aborda el valor econ¨®mico de las artes
![Manuel Morales](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F57c7f876-9be2-490d-9d0e-9d9302011083.jpg?auth=dba1f1374caf61cc09d86d6696c75508432873a677e74051654d15b22d99a0fa&width=100&height=100&smart=true)
![Juli¨¢n Rodr¨ªguez, Cristina Iglesias, Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, Javier Moreno, Carlota ?lvarez Basso, y Juan Ignacio Vidarte.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PSZMIVVA64AO23W3BW527DEB44.jpg?auth=e7fc6796b8f36c87cfb07004f7183d34753fdc64f81434477418ef26948dd860&width=414)
Si algo est¨¢ claro en las aventuras culturales que intentan abrirse paso en un sector que aporta el 2,7% al PIB es que no hay un solo camino para conseguir el ¨¦xito ¡ªsi se considera este como una combinaci¨®n de reconocimiento y solvencia econ¨®mica¡ª, sino que, en funci¨®n de ambiciones y medios, cada cual busca su v¨ªa. Un coloquio reuni¨® el mi¨¦rcoles en Madrid a voces que pueden presumir de un resultado feliz, a la artista Cristina Iglesias y al secretario de Estado de Cultura, Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, que reconoci¨® ¡°el conservadurismo de Hacienda¡±, es decir, del ministro Crist¨®bal Montoro, a la hora de tomar decisiones que aflojen el lazo a un mundo castigado, entre otras plagas, por el IVA y la pirater¨ªa.
Con fineza, Juli¨¢n Rodr¨ªguez, art¨ªfice de la galer¨ªa Casa sin Fin ¡ªen la madrile?a calle Doctor Fourquet, ese patio trasero complementario del Reina Sof¨ªa¡ª y de la editorial Perif¨¦rica, contest¨® a Lassalle que parec¨ªa que hablaba de otro Gobierno, no del que le nombr¨® cuando Mariano Rajoy lleg¨® al poder hace m¨¢s de tres a?os. Rodr¨ªguez, el pez m¨¢s chico de los participantes en el debate La cultura como motor de desarrollo ¡ªorganizado por la Fundaci¨®n Bot¨ªn y EL PA?S y moderado por Javier Moreno, director editorial de PRISA¡ª reivindic¨® ¡°los proyectos culturales de guerrilla¡±, el trabajo en com¨²n, el que no busca ayudas ni subvenciones, el del codo con codo, porque lo de ir por libre no tiene recorrido.
Matadero Madrid, representado por su directora, Carlota ?lvarez Basso, es un modelo mixto p¨²blico-privado, un centro contempor¨¢neo que ha transformado el desangelado ambiente junto a la plaza de Legazpi y que recibi¨® en 2014 a m¨¢s de un mill¨®n de visitantes, una cifra superior en un 33% a la de 2013. Es una apuesta que ha atra¨ªdo a un p¨²blico sobre todo joven a un espacio en el que puede ver una exposici¨®n, o una pel¨ªcula, o una obra de teatro y tomar un caf¨¦. ?Es una cultura domesticada la de Matadero por ser un centro del Ayuntamiento o porque colabora con empresas?
?lvarez lo neg¨®, recalcando que ejerce de presidenta de una comunidad de vecinos que, al parecer, se lleva mejor que la mayor¨ªa de comunidades, donde siempre hay alg¨²n ruidoso y alguien que quiere imponer su criterio.
Ah¨ª fue cuando Lassalle dispar¨®, mientras algunas cabezas hac¨ªan patente su discrepancia, contra la Transici¨®n y las tres patas de su reparto del poder pol¨ªtico: Estado, autonom¨ªas y ayuntamientos. ?Es el culpable el esp¨ªritu del 78 de los males de la cultura? Para Lassalle, esa divisi¨®n genera falta de cooperaci¨®n y que cada uno cuente su pel¨ªcula. Y que no ayuda nada la ausencia de una ley de mecenazgo ¡ªLassalle glos¨® las bondades del modelo de EE?UU¡ª ni crujir con un IVA ¡°excesivo¡± a la cultura.
En un debate en el que se habl¨® tanto de dinero, la escultora Cristina Iglesias habl¨® de su proceso creativo: ¡°Cuando estoy con una obra, pienso en el espacio de la ciudad o del museo que la va a acoger como un refugio donde el ciudadano se evada¡±.
El pez m¨¢s grande, el guapo al que todos quieren parecerse, o sea, el Guggenheim de Bilbao, habl¨® por boca de su director general, Juan Ignacio Vidarte. Con los d¨®lares de una gran fundaci¨®n y la f¨®rmula edificio espectacular m¨¢s arquitecto estrella, ha transformado el paisaje de una ciudad cuya marca es universal. A rebufo surgieron imitadores en Espa?a, con poco ¨¦xito, porque cuando llegaba la hora de decidir qu¨¦ se colgaba en las paredes no hab¨ªa nada. El Guggenheim ha tenido apoyo institucional que, en este caso, ha resultado beneficioso. En lo que hubo pocas discrepancias fue en que si se sigue con cambiantes e inoperantes planes de estudio, da igual lo que se proponga a una sociedad ense?ada a buscar la satisfacci¨®n inmediata de lo espectacular. Seguimos en crisis, se dijo, as¨ª que la cultura y el arte tienen mucho que contar sobre lo que est¨¢ pasando.
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