Negra que te quiero negra
Basta la observaci¨®n emp¨ªrica para comprobar que, dentro de la categor¨ªa "novela", destaca un subg¨¦nero claramente hegem¨®nico: el "policiaco" o de detectives
A mediados del siglo XX la novela se hab¨ªa convertido en la reina indiscutible de la edici¨®n: era la revancha hist¨®rica de una forma literaria par¨¢sita y omn¨ªvora que estuvo mucho tiempo bajo sospecha ¡ªcuando no directamente condenada¡ª, y tard¨® demasiado en lograr reconocimiento can¨®nico. De la prevenci¨®n que suscitaba la novela da cuenta, por ejemplo, Michel Foucault en su Historia de la locura en la ¨¦poca cl¨¢sica (FCE), en la que suministra varios ejemplos de c¨®mo, a¨²n entrado el siglo XVIII, se consideraba que su lectura era una de las principales causas de los trastornos de las mujeres, que eran (y son) sus principales consumidoras. En cuanto a su tard¨ªo reconocimiento acad¨¦mico, baste decir que en 1674 ¡ª?70 a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de El Quijote!¡ª, el parnasiano Nicol¨¢s Boileau, referente de la ret¨®rica de su tiempo, ni siquiera la mencionaba en su Art po¨¦tique; o que, un siglo m¨¢s tarde, Denis Diderot, aficionado a las novelas "edificantes" de Samuel Richardson, se ve¨ªa obligado a distinguirlas de aquellas otras ficciones "quim¨¦ricas y fr¨ªvolas" que despreciaba, pero que tanto se le¨ªan. En todo caso, la novela es hoy el g¨¦nero preferido por el lectorado, el m¨¢s le¨ªdo y comprado: las ¨²ltimas encuestas de h¨¢bitos de lectura publicadas por el Gremio de Editores (antes de que los recortes y la taca?er¨ªa "obligaran" a interrumpirlas, como si se tratara de un gasto superfluo) confirmaban que, como ocurre en todos los pa¨ªses desarrollados, la inmensa mayor¨ªa de los lectores espa?oles se deciden por ella a la hora de elegir sus libros. Sin embargo, hoy podemos afinar m¨¢s, porque basta la observaci¨®n emp¨ªrica ¡ªlibrer¨ªas, redes sociales, presencia en los medios¡ª para comprobar que, dentro de la categor¨ªa "novela", destaca un subg¨¦nero claramente hegem¨®nico: el que antes se generalizaba como "policiaco" o de detectives y hoy abarca una sintom¨¢tica variedad de modalidades a las que se tiende a calificar, con escasa propiedad, de novelas "negras". Ah¨ª se juegan los grandes editores una parte nada despreciable de la cuenta de resultados, por eso crece su inter¨¦s por publicarlas y promocionarlas. Es cierto que, luego, como testimonio elocuente de la hipertrofia de una producci¨®n que no cesa de crecer, la monta?a de las invendidas se oferta en los baratillos estacionales de grandes almacenes o en las mesas de las librer¨ªas de ocasi¨®n. Pero eso no arredra a los editores en su b¨²squeda de nuevos valores, de los que, casi cada semana, recibo muestras acompa?adas de los correspondientes paratextos perge?ados en los departamentos de mercadotecnia, que para mi gusto siempre adolecen de cierto patetismo estil¨ªstico. De entre los ¨²ltimos, selecciono dos correspondientes a sendas primeras novelas (publicadas por dos de los mayores grupos editoriales) de las que me permitir¨¢n que la piedad silencie los t¨ªtulos. De la primera, definida como "thriller enol¨®gico", y calificada de "embriagador misterio que tentar¨¢ tu paladar", se incluye, entre otras, una cita de la Revista de Vinos y Restaurantes en la que se asegura que "es una novela apasionante", y otra de Amazon (donde la novela fue publicada originalmente) que puntualiza que se trata de "una mezcla muy interesante de novela policiaca con toques justos de erotismo, y todo ello envuelto en el apasionante mundo del vino". De la otra, mucho m¨¢s ambiciosa y que me fue enviada en pruebas junto con un booktrailer (ahora se lleva mucho), sus editores confiesan su entusiasmo "ya que es una obra muy redonda, con una trama muy potente y que te engancha desde el minuto uno (...), un thriller trepidante, con mucho humor y lleno de secretos familiares, misteriosos manuscritos y una galer¨ªa de personajes inolvidables". En fin, que entre el arrobamiento disuasorio de los paratextos y el hecho de que ninguna de las dos novelas resisti¨® las m¨¢s bien benevolentes cribas que en ellas efectu¨¦, acab¨¦ por enviarlas al caj¨®n de desechables. Por cierto que, para los novatos que deseen foguearse en la escritura de novelas policiacas, recomiendo la lectura de C¨®mo escribo novela policiaca (Alba), de Andreu Mart¨ªn, uno de nuestros m¨¢s antiguos y solventes practicantes del g¨¦nero.
Epanadiplosis
Me entero ¡ªlo deb¨ª de aprender en mi ya remoto bachillerato, pero lo hab¨ªa olvidado¡ª de que el octos¨ªlabo que he elegido como t¨ªtulo de este Sill¨®n de Orejas, y cuya forma tomo prestada del popular Romance son¨¢mbulo (1924), de FGL, constituye lo que en ret¨®rica se llama epanadiplosis (repetici¨®n de un t¨¦rmino al principio y al final de la oraci¨®n). A¨²n no repuesto del susto que tal descubrimiento me ha provocado, aclaro que con ¨¦l solo pretendo referirme a la ya mencionada y apabullante querencia del lectorado por la novela negra. Los editores lo saben y la retroalimentan, claro. Y en las mesas de novedades los aficionados encuentran de todo porque el subg¨¦nero ha explosionado en multitud de variedades con caracter¨ªsticas muy diversas: empezando por obras de cl¨¢sicos "seguros" que se explotan peri¨®dicamente en nuevos formatos, como la Biblioteca Patricia Highsmith, que Anagrama ha incorporado a su serie Compactos, o c¨®mo los "¨®mnibus" en los que Salamandra re-publica, de tres en tres, los casos del popular comisario Montalbano (de cuyas adaptaciones televisivas soy adicto), de Andrea Camilleri, quien, por cierto, afirma en el pr¨®logo que no le "apetec¨ªa ser escritor de novela negra, y menos de una serie con el mismo personaje". Y luego todo lo dem¨¢s: desde innumerables novedades importadas y traducidas de la inagotable veta n¨®rdica hasta la variad¨ªsima gama de "negras" de autores aut¨®ctonos, en cuya inmensa n¨®mina abundan los que tambi¨¦n se traducen fuera. Entre toda esa variedad es preciso orientarse, ya sea a trav¨¦s de las numerosas p¨¢ginas web y foros existentes en Internet, por medio del boca a oreja de los amigos, o de los consejos de los cr¨ªticos especializados y de los buenos libreros. La ¨²ltima novela "negra" ¡ªllam¨¦mosla as¨ª¡ª que he le¨ªdo con gusto (confieso que no soy un gran aficionado) no pertenece a ninguna de las variedades mencionadas. Se trata de Arab jazz (editorial Adriana Hidalgo; a la venta la pr¨®xima semana), primera novela del cineasta franc¨¦s de origen marfile?o Karim Misk¨¦ (Abiy¨¢n, 1964), quien obtuvo por ella el prestigioso Grand Prix de la Litt¨¦rature Polici¨¨re. No pienso destriparles el libro, pero perm¨ªtanme que les cuente, para abrir boca, que su protagonista, Ahmed, un marroqu¨ª que vive en el conflictivo distrito 19? de Par¨ªs, encrucijada de etnias y religiones entre cuyos fieles abundan integristas y fan¨¢ticos, descubre un d¨ªa el cuerpo, horriblemente mutilado y salpicado de sangre de cerdo, de su amiga Laura, una azafata hija de testigos de Jehov¨¢. A partir de ah¨ª se desarrolla una trama compleja y provista de ritmo y fuerza narrativa en la que abundan las referencias culturales (de Guy Debord al rap) y en la que se mezclan odios religiosos, mafias de la droga y corrupci¨®n pol¨ªtica. Una novela a la que la masacre de Charlie Hebdo confiere una dram¨¢tica actualidad.
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