Muere el chileno Pedro Lemebel, referente de la literatura contestataria
Con poemas, 'performances' y cr¨®nicas alz¨® la voz sobre la pobreza y la homosexualidad El escritor sufr¨ªa desde hace a?os de un c¨¢ncer de laringe
Con los pies desnudos bailaron Las Yeguas del Apocalipsis sobre un mapa de Am¨¦rica Latina cubierto de cristales rotos. La performance se titul¨® La conquista de Am¨¦rica y conect¨® ¨Cen la sede de la Comisi¨®n Chilena de los Derechos Humanos, el 12 de octubre de 1989 ¨C el genocidio espa?ol en Am¨¦rica Latina con su eco en la dictadura de Pinochet. Pedro Lemebel y su compa?ero y c¨®mplice art¨ªstico, Francisco Casas, fueron cubriendo con sangre propia aquel mapa blanco. Desde ese a?o hasta 1997, la experiencia en Las Yeguas del Apocalipsis parte en dos su vida.
Lemebel naci¨® en el lodo: en el Zanj¨®n de la Aguada, a orillas del canal que atraviesa Santiago de Chile, con el nombre de Pedro Mardones Lemebel, cuando corr¨ªa el a?o 1955. Pese a los or¨ªgenes muy humildes, tras una formaci¨®n profesional en forja del metal, logr¨® estudiar en la Universidad de Chile y licenciarse como profesor de Artes Pl¨¢sticas. Por transparentar con maquillaje su condici¨®n de homosexual, fue despedido de los dos liceos perif¨¦ricos en que trabaj¨®; por la misma raz¨®n, tampoco fue aceptado por la izquierda militante.
Con su obra demostr¨® que era posible ser al mismo tiempo periodista y poeta
En 1986 ley¨® en una reuni¨®n pol¨ªtica de la Estaci¨®n Mapocho su texto m¨¢s c¨¦lebre, el manifiesto ¡°Hablo por mi diferencia¡±, donde dice: ¡°No soy un marica disfrazado de poeta¡±; donde dice: ¡°No me hable del proletariado, porque ser pobre y maric¨®n es peor¡±; donde dice: ¡°mi hombr¨ªa es aceptarme diferente¡±; donde dice: ¡°no voy a cambiar por el marxismo, que me rechaz¨® tantas veces. Soy m¨¢s subversivo que usted¡±. En aquel mismo a?o public¨® su libro de relatos Incontables, fruto de su crecimiento como escritor en talleres de escritoras, los de P¨ªa Barros o Diamela Eltit, en casas particulares, entre j¨®venes feministas, al margen de los sistemas oficiales. Tuvo la periferia toda la vida pegada a la piel.
La experiencia en Las Yeguas le empuj¨® a asumirse como escritor. En 1995 public¨® su primer libro de cr¨®nicas, La esquina es mi coraz¨®n, donde ya encontramos esa voz dura y tierna, simple y neobarroca, ¨ªntima y p¨²blica y pol¨ªtica, musical, metropolitana, que siempre encontr¨® en la forma breve su ideal longitud de onda. Le¨ªdas en radio o publicadas en revistas y diarios (The Clinic en los ¨²ltimos a?os), las cr¨®nicas de De perlas y cicatrices (1998) o Adi¨®s mariquita linda (2005), por citar otros dos libros tambi¨¦n importantes, demostraron que era posible ser al mismo tiempo periodista y poeta, hablar en primera persona y sobre la primera persona sin perder de vista al otro, a la v¨ªctima y al lector. Su literatura se hermana con la de otros escritores que tambi¨¦n han hablado por su diferencia, desde el cubano Reinaldo Arenas hasta la espa?ola Beatriz Preciado, pasando por el argentino N¨¦stor Perlongher, encontrando siempre nuevas formas para nuevos pozos sin fondo.
Su lenguaje es pl¨¢stico en todos los sentidos: visual y maleable, maleado, inspira y da forma
¡°La maricada gitanea la vereda y deviene gesto, deviene beso, deviene ave, aletear de pesta?a, ojeada nerviosa por el causeo de cuerpos masculinos, expuestos, marmoleados¡±, leemos en uno de los textos de Loco af¨¢n (cr¨®nicas de sudario) (1996). Su lenguaje es pl¨¢stico en todos los sentidos: visual y maleable, maleado, inspira y da forma. Se adapta a los vaivenes, los estratos, las sutilezas de un estilo y de una ¨¦tica que, tras la muerte esta madrugada de su autor, perdurar¨¢ en la memoria colectiva del arte y de la literatura, que uni¨® con su cuerpo como puente.
La causa de su fallecimiento ha sido un largo c¨¢ncer de laringe, similar al que mat¨® a Kafka, Pinter y Cavafis, quien escribi¨®: ¡°Nada me retuvo. /Me liber¨¦ y fui. / Hacia placeres que estaban / tanto en la realidad como en mi ser, / a trav¨¦s de la noche iluminada. / Y beb¨ª un vino fuerte, como / solo los audaces beben el placer¡±.
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