El forense del imperio americano
George Packer retrata el fin de la cohesi¨®n social en EE UU durante las ¨²ltimas d¨¦cadas en ¡®El desmoronamiento¡¯. ¡°La cohesi¨®n social est¨¢ rota¡±, afirma
El desmoronamiento es el libro de un forense. George Packer ha abierto en canal un presunto cad¨¢ver, las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas de Estados Unidos, y ha distribuido sobre la mesa de la autopsia los ¨®rganos corro¨ªdos por el c¨¢ncer. El espect¨¢culo es desagradable. Su lectura, amarga. The Unwinding,el nombre en ingl¨¦s, publicado en espa?ol por Debate, es una cr¨®nica importante, soberbia, una obra mayor sobre la carcoma del imperio, un relato real con aroma a gran novela. Su t¨ªtulo se refiere a la diluci¨®n de los materiales que mantienen unida una sociedad. Para muchos en EE?UU, es un libro de terror.
Packer, de 54 a?os, escribe alarmado. El suyo es un trabajo que nace del miedo en un pa¨ªs poco acostumbrado a sufrirlo. En el caf¨¦ de Brooklyn donde recibe a EL PA?S admite que, para un europeo, el paisaje que describe puede resultar conocido. Sin embargo, algunos de sus personajes son genuinamente americanos, parias de esa extra?a cohesi¨®n (la patria, el orgullo de ser americano, el sentimiento de pueblo elegido) que abandona a sus hijos como desechos. En ning¨²n otro pa¨ªs los desgraciados se sienten tan orgullosos de su bandera.
PREGUNTA.?Su libro duele. Es desagradable.
RESPUESTA.?Admito que es perturbador. Cada vez que intentas agarrarte a algo s¨®lido, se derrumba. El tejido social se deshilacha. Debido a la desigualdad, me he sentido como un corresponsal extranjero en mi pa¨ªs. Carolina del Norte me parece m¨¢s lejano que Bagdad. Tambi¨¦n ha sido emocionante porque, aunque la situaci¨®n es oscura, hay luces que brillan. En esos lugares hay gente que mantiene la luz encendida.
La desigualdad me ha hecho sentirme como un corresponsal. Carolina del Norte me parece m¨¢s lejano que Bagdad¡±
P.?Pero EE?UU, seg¨²n usted, empeora¡
R.?S¨ª. Todas las tendencias empeoran menos una, que son las cifras econ¨®micas. La gente en Europa me pregunta cu¨¢l es el problema, ya que crecemos al 4%. Y les digo que s¨ª, que la macroeconom¨ªa est¨¢ mejorando, pero pregunte a la gente de Carolina del Norte o de Ohio y le dir¨¢ que no tiene esa sensaci¨®n. Aunque la tendencia es buena, no cambia la vida de las personas ni la realidad que describo en el libro.
P.??Pero estamos ante un declive o una transformaci¨®n?
R.?No gano dinero con una bola de cristal. No lo s¨¦. No pienso en esos t¨¦rminos. Pienso m¨¢s como un novelista, hablo de la gente que est¨¢ delante de m¨ª. Lo que me preocupa es que seguimos esperando que la nueva econom¨ªa cree una nueva sociedad. Si hay un nuevo orden, ?c¨®mo ser¨¢? De momento no veo la transformaci¨®n, as¨ª que para m¨ª es un declive.
P.??Est¨¢ en peligro la cohesi¨®n social en Estados Unidos?
R.?No solo est¨¢ en peligro, est¨¢ rota. ?Qu¨¦ es la cohesi¨®n social? Es cuando tu destino est¨¢ vinculado al de otras personas en tu comunidad o tu pa¨ªs, cuando los l¨ªderes de las principales instituciones tienen una visi¨®n que te incluye y, aunque buscan su beneficio, tambi¨¦n es el tuyo. Hoy en d¨ªa no es as¨ª. Su beneficio es su beneficio. En el Congreso se comportan igual que en Wall Street. No construyen nada. Todo es cortoplacismo. No existe cohesi¨®n porque no pagan un precio por sus errores. No hay pol¨ªticos destituidos por impedir la recuperaci¨®n econ¨®mica. Ning¨²n pol¨ªtico pag¨® por Irak, ni ning¨²n general. Bush fue reelegido. La gente que paga es la m¨¢s pobre. Un soldado raso tiene m¨¢s posibilidades de ser expulsado por perder su fusil que un general por perder una guerra. As¨ª es esta sociedad.
Packer, periodista de largo aliento de The New Yorker, excepcional cronista de Irak, reh¨²ye el an¨¢lisis en su libro. No hay investigaci¨®n pol¨ªtica, ni sociol¨®gica, ni econ¨®mica. No hay explicaciones, ni conclusiones. El desmoronamiento es relato puro, minucioso, periodismo de alt¨ªsima calidad en el que el autor deja claro qui¨¦n le despierta compasi¨®n (normalmente aquellos que se salen de lo establecido, como el escritor Raymond Carver) y qui¨¦n le repugna (Wall Street, la clase pol¨ªtica y famosos como Jay Z).
Seguimos esperando que la nueva econom¨ªa cree una nueva sociedad. Pero de momento no veo la transformaci¨®n¡±
P.?Su libro solo tiene tres p¨¢ginas de tesis. Las 500 restantes son historias de personas o de determinados lugares. ?Es esa la clave de su ¨¦xito?
R.?Creo que es una de las razones por las que ha tenido tantos lectores. A la gente le gusta leer historias. Quer¨ªa presentar una fotograf¨ªa del pa¨ªs sin conclusiones que son sabidas. Quer¨ªa llegar al sistema nervioso de la gente, no a su cerebro. Quer¨ªa entrar en su circulaci¨®n sangu¨ªnea, en sus sentimientos. Pens¨¦ que ser¨ªa divertido estructurarlo como una novela, pero inusual, lo que me llev¨® a la trilog¨ªa de John Dos Passos.
P.?Pero Dos Passos, con su obra (Trilog¨ªa USA, en la que historias de individuos de ficci¨®n se mezclan con biograf¨ªas reales, collages de titulares, noticiarios y letras de canciones antes, durante y despu¨¦s de la I Guerra Mundial) quer¨ªa despertar a la clase obrera en un momento en que el marxismo ofrec¨ªa una teor¨ªa para transformar la realidad. Hoy, ?qu¨¦ tienen los partidos de izquierda? No disponen de esa teor¨ªa.
R.?Y no se puede inventar. No pod¨ªa hacer lo mismo que Dos Passos. En nuestro mundo no hay una teor¨ªa que convenza a millones de personas de que esa es la direcci¨®n en la que se mueve la historia. Para Dos Passos, esa idea muri¨® en Espa?a, porque fue a Madrid durante la Guerra Civil y, mientras estaba haciendo una pel¨ªcula con su amigo Jos¨¦ Robles [profesor de literatura y de espa?ol formado en Estados Unidos y traductor del escritor de Chicago], este fue detenido y fusilado por los comunistas. Para Dos Passos, ese fue el fin de la teor¨ªa de la historia. En el siglo XXI hay muchos intelectuales de izquierdas que tratan de crear una visi¨®n de la igualdad o un activismo medioambiental, y es bueno, pero si no atraen la imaginaci¨®n del p¨²blico es solo un pu?ado de gente escribiendo libros y hablando entre ellos. Ese es el problema, pero no puedo solucionarlo en mis libros.
El desmoronamiento denuncia la destrucci¨®n del contrato rooseveltiano con los estadounidenses a manos de unos l¨ªderes de la naci¨®n que han hecho dejaci¨®n de sus responsabilidades a favor de la dictadura del dinero. Es la narraci¨®n de un fracaso.
Tres columnas sostienen el relato: la creciente desigualdad, la ¨²ltima Gran Recesi¨®n causada por la codicia de Wall Street y la complicidad de Washington, y la corrupci¨®n del tejido moral del pa¨ªs. Packer muestra un manojo de individuos que caminan sobre escombros. En una naci¨®n que alardea de su unidad, algunos de esos individuos, descritos con precisi¨®n de entom¨®logo, son desgraciados comidos de chinches que viven en furgonetas en un aparcamiento de Walmart.
Los personajes principales son Jeff Connaughton, un idealista capaz de entregar su carrera y su vida a un despreciable Joe Biden, actual vicepresidente, descrito como un pol¨ªtico sin escr¨²pulos; Dean Price, un superviviente que intenta hacerse rico con el biodi¨¦sel; Tammy Thomas, una mujer negra, hija de adictos a la hero¨ªna que pierde todo su dinero y se erige en activista de su comunidad, y Peter Thiel, magnate de Silicon Valley, el libertario fundador de Paypal.
El ¨²ltimo gran actor es una ciudad, Tampa, en Florida, el terror¨ªfico y delirante para¨ªso de las hipotecas basura (los juzgados sentenciaban hasta 120 desahucios al d¨ªa), donde miles de personas lo perdieron todo en un aquelarre de incompetencia y desistimiento de las autoridades, c¨®mplices de los excesos de las entidades de cr¨¦dito. All¨ª, con el aderezo del Tea Party, el relato se articula con el periodista Michael Van Sickler, fedatario de la cat¨¢strofe, y desgraciados como los Hartzell.
Danny Hartzell y su esposa Ronale son los rostros del desmoronamiento. Hijos de alcoh¨®licos, sin trabajo estable, viviendo en coches o caravanas, solo su amor les permite soportar la pobreza y el drama de una hija con c¨¢ncer. El mejor d¨ªa de su vida es cuando consiguen una dentadura postiza. Ronale no se la pondr¨¢ nunca porque, despu¨¦s de tantos a?os sin dientes, es incapaz de soportar la pr¨®tesis.
P.??Por qu¨¦ esas personas?
No hay cohesi¨®n porque no se paga un precio por los errores. No hay pol¨ªticos destituidos por impedir la recuperaci¨®n¡±
R.?Ten¨ªa la ambici¨®n de crear un panorama, y ese panorama ten¨ªa que incluir ciertos lugares y temas, como la desindustrializaci¨®n, el declive de la econom¨ªa obrera que afect¨® al Medio Oeste. Mi intenci¨®n era encontrar gente as¨ª. Tuve suerte.
P.?Y Tampa. La ciudad es un personaje m¨¢s, el m¨¢s temible. Esa pareja, Danny Hartzell y su mujer, ?son el paradigma del hundimiento?
R.?Nunca trato a las personas como s¨ªmbolos, pero s¨ª, Danny y su mujer representan a la clase trabajadora que se hunde. Nunca tuvieron dinero, ni salud, nunca acabaron el colegio. Una generaci¨®n antes, esas mismas personas podr¨ªan haber tenido una vida estable, sin mucho dinero, pero estable. Sus hijos podr¨ªan haberse quedado en el colegio y les podr¨ªa haber ido un poco mejor. Hoy en d¨ªa, el suyo es un mundo aterrador. No consumen alcohol, ni drogas, no hay violencia en sus vidas. En cierta manera, es una familia modelo. Pero ahora son prescindibles. Nadie nota su presencia a menos que mires en su coche.
Los relatos de Packer se completan con semblanzas de famosos. La presentadora de televisi¨®n Oprah Winfrey, el ex militar y pol¨ªtico Colin Powell, el rapero y magnate de la m¨²sica Jay Z o el fundador de Walmart, Sam Walton, son para Packer triunfadores que legitiman el consumismo y la pobreza moral del pa¨ªs.
P.?Oprah Winfrey, Jay Z, Sam Walton¡ No le gustan¡
R.?No son mis h¨¦roes. Oprah tiene cosas admirables, pero hay algo siniestro en ella. Su mensaje es que si eres buena persona y conectas con el universo, te ocurrir¨¢n cosas buenas. Ella dice: ¡°Miradme a m¨ª, vengo de la nada, de Misisipi¡±. Ahora es multimillonaria, la persona negra m¨¢s rica del mundo. ?Es realmente esa la verdadera historia? Es como un pensamiento m¨¢gico, muy estadounidense. Nos gusta pensar que depende de nosotros. Pero hace que la gente se sienta peor, porque sus vidas no mejoran. Sus espectadores son gente de clase media baja, sus hipotecas superan el valor de sus casas y ser¨¢n desahuciados. Se deprimen y piensan que es culpa suya. El papel de la gente famosa es muy importante. Son como dioses seculares. Elegimos cu¨¢l es nuestro dios, como en el hinduismo.
La realidad da miedo por lo mucho que posee la gente m¨¢s rica y lo poco que tiene la m¨¢s pobre. Y eso aumenta¡±
P.?Jay Z es un dios¡
R.?Jay Z es un dios para los j¨®venes de las ciudades. Su mensaje es una versi¨®n m¨¢s dura que la de Oprah: ¡°Que se joda el sistema. Haced lo que he hecho, coged la v¨ªa r¨¢pida, incumplid la ley, y podr¨¦is vivir a lo grande, como yo¡±. Es inmoral. Es un capitalista g¨¢nster que nos ense?a la naturaleza g¨¢nster del capitalismo. Cuando ves a Jay?Z puedes ver a un banquero de Wall Street. No se trata de progresar, sino de lanzar los dados. Pasa lo mismo con Mark Zuckerberg. Quiz¨¢s es menos aterrador, pero ?qu¨¦ es Facebook? Se ha movido r¨¢pido y ha revolucionado las cosas. La historia de Zuckerberg es que deja Harvard despu¨¦s de tener problemas, y tiene ¨¦xito. Piense en c¨®mo inspira eso a los j¨®venes: o todo o nada.
P.??Qu¨¦ descubri¨® de su pa¨ªs?
R.?La gente vive vidas totalmente diferentes. Cuando era ni?o, las diferencias no eran tan enormes: odi¨¢bamos las mismas cenas precocinadas, conduc¨ªamos los mismos coches, ¨ªbamos a ver las mismas pel¨ªculas, ve¨ªamos las mismas noticias, ¨ªbamos a los mismos colegios p¨²blicos¡ Ahora, una tercera parte del pa¨ªs ve Fox News y ve un mundo, y una cuarta parte del pa¨ªs ve la NBC y ve otro mundo. Y la mayor¨ªa no ve las noticias. La realidad da miedo por lo mucho que posee la gente m¨¢s rica y lo poco que tiene la m¨¢s pobre. Y la diferencia aumenta. Es un pa¨ªs muy diferente de aquel en el que crec¨ª.
El desmoronamiento. George Packer. Traducci¨®n de Miguel Marqu¨¦s Mu?oz. Debate. Barcelona, 2015. 521 p¨¢ginas. 24,90 euros (digital: 14,99).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.