Y el amor se deshizo de su forma
Al Nobel espa?ol y a Marga Gil les un¨ªa un mismo arrepentimiento art¨ªstico, una insatisfacci¨®n permanente por no lograr expresar lo que so?aban
Todo empez¨® en Goethe. Juan Ram¨®n, que a?adi¨® como lema a su obra unos versos del escritor alem¨¢n, y la joven Marga, que ilustr¨® una biograf¨ªa del autor de Fausto, se conocieron en un teatro. Luego, la escultora Marga Gil cre¨® su propio espacio en la vida del poeta. Apareci¨®, bella y fuerte, en su casa para esculpir una cabeza en piedra de Zenobia. Pero mientras trabajaba, molde¨® una pasi¨®n imposible por Juan Ram¨®n, una forma inalcanzable y acab¨® desenamorada de la existencia. Una tarde, desmadejada, acudi¨® a su taller y con una maza destroz¨® todas sus esculturas. Despu¨¦s, dispar¨® en su sien un sue?o hacia la nada. Ten¨ªa apenas 24 a?os y una prometedora vocaci¨®n.
La vida de JRJ fue su obra vocativa; la obra de Marga, su muerte voluntaria. A los dos les un¨ªa un mismo arrepentimiento art¨ªstico, una insatisfacci¨®n permanente por no lograr expresar lo que so?aban. Marga muri¨® matando sus esculturas; JRJ dando vida sucesiva a sus versos hasta sus ¨²ltimos a?os, en que quiso prosificar su poes¨ªa. Es m¨¢s dif¨ªcil despedazar un poema que una escultura. Victorio Macho no la acept¨® como disc¨ªpula, para no ¡°enturbiar su talento espont¨¢neo¡±. Y el padre de Marga, un duro militar, le insist¨ªa en que ilustrara El Quijote, pero ella sent¨ªa m¨¢s cercanos del coraz¨®n unos Jardines lejanos. De buena gana, Juan Ram¨®n hubiera destruido todos esos primeros libros, que Marga robaba de la Biblioteca Nacional, del Ateneo o de la casa de Mara?¨®n para que su adorado los rompiera a gusto.
El suicidio de Marga descompuso la vida del poeta, que fijo en la belleza de lo eterno, no percibi¨® esa tragedia en su cada d¨ªa. A veces, de mirar tan alto no se ve el abismo que se pisa. A Juan Ram¨®n le doli¨® Marga como un vac¨ªo sin pausa, como un apasionado volumen ya deshecho. Y versific¨® sobre su tumba en el cementerio de Las Rozas el recuerdo de la fragilidad de la piedra, de ese gran amor cincelado como tr¨¢gico Werther femenino. Desprendidos ya de toda forma, sus poemas volaron hacia lo hondo de La estaci¨®n total, hacia la eterna trasparencia para amasarse en una salvadora conciencia universal.
Jos¨¦ Antonio Exp¨®sito es doctor en Filolog¨ªa y experto en Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Este a?o prepara una edici¨®n de El silencio de oro del poeta.
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