Don Pantuflo y El Coletas, c¨®micos de la legua
Don Pantuflo y El Coletas. Y esto es lo que hay en el lugar llamado Espa?a, donde lo cat¨®dico es solo un fiel espejo de la evidencia circundante
Don Pantuflo y El Coletas. Y esto es lo que hay en el lugar llamado Espa?a, donde lo cat¨®dico es solo un fiel espejo de la evidencia circundante, centr¨ªfuga y centr¨ªpeta: un pa¨ªs de cabreros, como dice Mars¨¦ y como dijo Gil de Biedma y eso, a estas alturas de curso, tiene mala soluci¨®n. Al que nace barrig¨®n es in¨²til que lo fajen.
Con lo cual, tampoco nos escandalicemos tanto con las consecuencias televisivas de tanta mala hostia y tan poca educaci¨®n. En la charla nos interesa bastante m¨¢s lo que diremos cuando acabe el otro que lo que dice el otro, independientemente de lo que diga el otro. De ah¨ª pasamos al di¨¢logo de besugos, especialidad hispano-espa?ola, a la hip¨¦rbole vehemente y a la falta de argumentos. El c¨®ctel de las tres nos lleva directamente a la gracieta barata y al insulto impotente, y de ah¨ª derechitos al Duelo a garrotazos de Goya, alguien al que le sobraban argumentos y por eso pintaba cosas as¨ª, cosas que llamamos pinturas negras pero que son luminosas, pura luz sobre nuestra fatalidad celtib¨¦rica. Como este intercambio el otro d¨ªa en laSexta noche, pseudodebate de actualidad reconvertido en lanzallamas de banalidad y patra?a y convenientemente empaquetado para confundir (m¨¢s) al votante. El chou fue entre el c¨®mico Eduardo Inda y el c¨®mico Pablo Iglesias, empe?ados en hacer de Faemino y Cansado, pero el especial de Nochevieja ya pas¨®, oigan:
Pablo Iglesias: ?Puedo hacerte una pregunta?
Eduardo Inda: Las preguntas las hago yo, Pablo.
P. I.: Es peque?ita, una solo.
E. I.: S¨ª, las que quieras.
P. I.: Me han contado, no s¨¦ si es verdad, que te llamaban Don Pantuflo.
E. I.: No s¨¦, ni idea.
P. I.: O sea, que lo de que te llamaban Don Pantuflo es verdad, por la cara que has puesto.
E. I.: A ti te llaman El Coletas y no pasa nada...
Y eso es lo malo: que no pasa nada. Estos dos c¨®micos, cada uno con su deprimente est¨¦tica, ¡ªcamisas imposibles/medio metidas/medio sacadas/si pero no/ porque soy rojo pero tambi¨¦n socialdem¨®crata en el caso del uno, y nudos de corbata orondos, genoveses y estrangulantes, grotescos en el caso del otro¡ª seguir¨¢n divirtiendo al personal con sus ocurrencias hasta que el cuerpo aguante, que aguantar¨¢, ya lo ver¨¢n.
Es la cruda realidad de una televisi¨®n generalista hecha de jir¨®n y zarpazo, sin discurso, invertebrada como la Espa?a invertebrada, m¨¢s carne para la termomix. Pero no se preocupe, lector televidente: todo es l¨®gico y coherente. Si triunfan Jorge Javier y Bel¨¦n Esteban, ?por qu¨¦ no dar una oportunidad a Don Pantuflo y a El Coletas? Al fin y al cabo, estamos hablando de lo mismo: nutrientes para las bajas pasiones, share, mentira, asco.
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