¡°Dividimos todo entre carcas y progres; es imposible el di¨¢logo¡±
La fil¨®sofa Adela Cortina alerta contra la desigualdad, que "pone en peligro la democracia"
Adela Cortina (Valencia, 1947) viaja casi cada semana a Madrid desde su ciudad natal para acudir a la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas. En 2008 se convirti¨® en la primera mujer que ingresaba en esa instituci¨®n, fundada hace casi siglo y medio. Ganadora del ¨²ltimo Premio Nacional de Ensayo por su libro Para qu¨¦ sirve realmente la ¨¦tica (Paid¨®s), esta vez ha venido a participar en un coloquio sobre filosof¨ªa. Al d¨ªa siguiente, tomar¨¢ un tren a las seis de la ma?ana. A las nueve y media le espera en Gand¨ªa un grupo de empresarios. Adem¨¢s de catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Valencia, Cortina es directora de la Fundaci¨®n ?tnor (?tica de los Negocios y las Organizaciones), que contribuy¨® a fundar en 1991. ¡°Somos cien voluntarios y tres trabajadores¡±, dice de la fundaci¨®n. Ser¨¢n los tres empleados mejor tratados de Espa?a, ?no? Ella oye la pregunta y se r¨ªe: ¡°En esta vida nunca se sabe¡±.
Pregunta. Esta deber¨ªa ser la entrevista m¨¢s f¨¢cil del mundo.
Respuesta. ?Por qu¨¦?
P. Por su oficio. Los catedr¨¢ticos de ¨¦tica no mienten, ?verdad?
R. ?Pues claro! Los de ¨¦tica y los de sociolog¨ªa y los de derecho.
P. No es lo mismo.
R. Es cierto, las gentes dan por supuesto que somos intachables, y cuando hablan conmigo est¨¢n todo el rato justific¨¢ndose. Lo m¨ªo es una cuesti¨®n acad¨¦mica y luego, en el terreno de la vida, intento ser consecuente, pero no hay nadie incorruptible.
Kant en el supermercado
Nadie m¨¢s lejos que Adela Cortina del intelectual aislado en su torre de marfil. Doctorada con una tesis sobre Dios en la filosof¨ªa trascendental kantiana,esta mujer fibrosa cambi¨® la metaf¨ªsica por la ¨¦tica despu¨¦s de foguearse con los titanes de la Escuela de Fr¨¢ncfort, uno de los grandes semilleros del pensamiento europeo. Nada humano le ha sido ajeno desde entonces: ni un ensayo especializado sobre neurociencia, ni un manual de bachillerato sobre Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Con la c¨¢tedra de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia como lanzadera, Cortina ha participado tanto en la Comisi¨®n Nacional de Reproducci¨®n Humana Asistida como en una fundaci¨®n (?tnor) destinada a promover las buenas pr¨¢cticas en los negocios. All¨ª intervino en la "auditor¨ªa ¨¦tica" encargada por la empresa de supermercados Mercadona.
Autora de t¨ªtulos como ?tica m¨ªnima (1986) o ?tica sin moral (1990), su ¨²ltimo libro ¡ªPara qu¨¦ sirve realmente la ¨¦tica¡ª le ha valido el Premio Nacional de Ensayo. Algunos premiados en otras categor¨ªas rechazaron el galard¨®n para protestar contra el Gobierno. Ella lo acept¨®. Era su forma de reivindicar la filosof¨ªa y, c¨®mo no, la ¨¦tica, en un momento en que se reduce su presencia en la educaci¨®n: "Cuando se desmoraliza a la sociedad terminan faltando recursos morales para tirar adelante".
P. ?Unas ¨¦pocas son m¨¢s ¨¦ticas que otras? Llevamos una temporada...
R. Hay que juzgar las ¨¦pocas en su contexto. Mis alumnos no soportan que los fil¨®sofos griegos den por buena la esclavitud, pero no es lo mismo el siglo IV antes de Cristo que el XXI. Cuando les digo que a lo largo de la historia ha habido un progreso moral me responden: ¡°Ahora tambi¨¦n hay esclavitud¡±. Cierto, pero cuando aparece es una noticia que sale en los peri¨®dicos es porque ya no la toleramos.
P. ?El progreso moral nos hace ser m¨¢s exigentes pero somos c¨ªvicos de boquilla?
R. Tal vez, pero m¨¢s vale ser S¨®crates insatisfecho que loco satisfecho. El progreso moral viene de la insatisfacci¨®n ante el funcionamiento del mundo. La gente dice que ahora hay una crisis ¨¦tica precisamente porque ha existido ese progreso.
P. Usted dirige una fundaci¨®n para la ¨¦tica de los negocios. ?Le hacen caso?
R. He llegado a recopilar hasta 20 t¨¦rminos de nuestro ¨¢mbito en el mundo de la empresa: responsabilidad social corporativa, banca ¨¦tica, banca solidaria¡ Ves eso y te dices: ?c¨®mo es que ha habido una crisis tremenda?
P. ?Hay sitio para la moral en la l¨®gica del beneficio?
R. Ninguna actividad humana puede quedar m¨¢s all¨¢ del bien y del mal. Uno no se quita la ¨¦tica como se quita el sombrero. No todo vale. Una empresa debe satisfacer las expectativas leg¨ªtimas de todos sus afectados. No solo de los accionistas, tambi¨¦n de los trabajadores, los clientes, el medio ambiente... El beneficio es el motor, pero la meta debe ser satisfacer esas expectativas.
P. ?No cree que el motor se ha convertido en el fin?
R. Eso es lo malo. Los autores cl¨¢sicos de la econom¨ªa ¡ªcomo Adam Smith, que era catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y al que tanto critican¡ª pensaban que si las empresas funcionaban bien habr¨ªa m¨¢s riqueza y, por tanto, m¨¢s igualdad. Si cambiamos el motor por la meta, la empresa se ilegitima desde el punto de vista social. Es ileg¨ªtimo y poco inteligente, porque actuar ¨¦ticamente aumenta la probabilidad de permanecer en el medio y largo plazo.
P. ?Las empresas llaman a su fundaci¨®n y les dicen ¡°h¨¢game ¨¦tica?¡±.
R. Muchas piden un c¨®digo y que lo hagamos todo nosotros. Eso no nos interesa. La otra forma es tener reuniones con los jefes, con los trabajadores, con los afectados... Tambi¨¦n hemos hecho algo en lo que creo que somos los primeros del mundo: una auditor¨ªa ¨¦tica.
P. ?Para qui¨¦n?
R. Para Mercadona.
P. ?Podemos ir al s¨²per con la conciencia tranquila?
R. Yo dir¨ªa que s¨ª, pero no hagamos propaganda.
P. ?No teme que les encarguen una auditor¨ªa para sacar pecho?
R. Nosotros no ponemos sellos ni damos premios. La responsabilidad social deber¨ªa ser un instrumento de gesti¨®n, una medida de prudencia y una exigencia de justicia. Esta frase me sali¨® una vez de corrido y ha tenido la mar de ¨¦xito.
P. Habla usted de justicia y alguna vez ha criticado el uso del t¨¦rmino bienestar porque le parece ambiguo.
R. Hablar de bienestar resulta enga?oso porque da la impresi¨®n de que se van a conseguir sociedades lo m¨¢s placenteras posibles. Perd¨®n por la cita, pero es de Kant: el bienestar es un ideal de la imaginaci¨®n mientras que la justicia es una exigencia de la raz¨®n. ?C¨®mo se imagina uno su bienestar? ?En una isla del Pac¨ªfico con un cocotero? ?Pero una sociedad est¨¢ obligada a pagar el cocotero? No, est¨¢ obligada a pagar las exigencias de justicia de la gente para que ella organice su bienestar, para que elija una vida que luego tenga razones para valorar. Cuando dijeron ¡°no podemos pagar el Estado del bienestar¡±, tiraron al ni?o con el agua de la ba?era.
P. Para algunos, lo importante es la igualdad de oportunidades; para otros, la igualdad material.
R. Lo que ocurre es que hemos llegado a un nivel excesivo de desigualdad que no solo es injusto en s¨ª mismo sino que pone en peligro la democracia. Cuando Rousseau habla de las bases de la democracia dice que necesita una sociedad medianamente homog¨¦nea para que todos quieran empujar en la misma direcci¨®n. Las diferencias radicales desaniman. Como dice el premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen, la pobreza es falta de libertad.
P. Individualmente y dentro de Foro + Democracia ha hecho usted propuestas de regeneraci¨®n: primarias obligatorias, listas abiertas y eliminaci¨®n de la disciplina de voto y de las donaciones an¨®nimas a los partidos... ?Los pol¨ªticos le han hecho m¨¢s caso que los empresarios?
R. Parecido. Lo positivo es que hay una sociedad civil en ebullici¨®n. Eso de que los intelectuales est¨¢n callados es mentira. Hay muchas propuestas que buscan la justicia social.
P. ?Por qu¨¦ no las escuchamos?
R. En parte, porque tendemos a dividirlo todo de antemano entre carcas y progres, y eso hace imposible el di¨¢logo. Hay temas que la sociedad estar¨ªa dispuesta a discutir pero nos dividimos de entrada. Sin di¨¢logo no hay democracia. Es lamentable la partidizaci¨®n de la vida p¨²blica. Dices algo y te contestan: ¡°Eso lo dice el PP¡±, o ¡°lo mismo dice el PSOE¡±. No, perdona, esto lo digo yo. Que no nos partidicen.
P. Es imposible hacer ahora una entrevista en Espa?a sin hablar de Podemos, pero en su caso tiene sentido porque sus dirigentes citaban en un art¨ªculo en este peri¨®dico su idea de que en los a?os ochenta empez¨® en Espa?a una ¨¦poca de ¡°rebajas morales¡±. ?Lo ley¨®?
R. S¨ª, tambi¨¦n citaban la idea de Aranguren de que la democracia se estaba desmoralizando.
P. ?Y era cierto?
R. En aquellos a?os empez¨® la cultura del pelotazo, la idea de que cualquier actuaci¨®n est¨¢ bien con tal de conseguir lo que uno busca. Naci¨® el capitalismo de casino, el boom de la construcci¨®n. Todo val¨ªa con tal de ganar.
P. Usted se fue a Alemania en la Transici¨®n en busca de una ¨¦tica c¨ªvica que sustituyera a la moral tradicional. ?La encontr¨®?
R. Cog¨ª el avi¨®n para Alemania el 15 de junio de 1977, el mismo d¨ªa de las primeras elecciones democr¨¢ticas, y tuve que votar por correo. Ven¨ªa el cambio y muchos dec¨ªan: ¡°Desaparecer¨¢ la moral nacional-cat¨®lica y todo estar¨¢ permitido, no habr¨¢ una ¨¦tica de todos los espa?oles¡±. Nos preguntamos si hab¨ªa una ¨¦tica c¨ªvica ¡ªla moral de la vida cotidiana¡ª y, a la vez, una fundamentaci¨®n para la ¨¦tica desde un punto de vista filos¨®fico. No son lo mismo. En Alemania encontr¨¦ la ¨¦tica del discurso de [Karl-Otto] Apel y [J¨¹rgen] Habermas, y hemos intentado ligar esa rama con la rama espa?ola, que es muy buena, la de Unamuno, Ortega, Zubiri, La¨ªn, Mar¨ªas, Aranguren...
P. ?Hay que universalizar los valores occidentales o admitir el multiculturalismo?
R. Si son libertad, igualdad y solidaridad, s¨ª. Si son el economicismo y el pelotazo, mejor dejarlos donde est¨¢n. Y si son los otros, habr¨ªa que encarnarlos, porque todo el mundo dice: ¡°Los valores occidentales est¨¢n en peligro¡±, y los que los estamos poniendo peligro somos nosotros. ?Igualdad y solidaridad? ?D¨®nde est¨¢n? Los valores occidentales habr¨ªa que empezar por universalizarlos en Occidente.
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