?douard Louis: ¡°Yo proteg¨ªa a mis agresores hom¨®fobos¡±

Lo habitual a su llegada al colegio es que el ni?o Eddy Bellegueule sufriera las humillantes palizas de un chico pelirrojo y otro un poco jorobado. Le escup¨ªan a la cara. En ocasiones le obligaron a comerse el esputo. Sus dos verdugos son chicos reales, viven en Picard¨ªa (norte de Francia), pero su v¨ªctima nunca les puso nombre. La violencia, dice ahora ese ni?o adulto, ¡°est¨¢ fuera de los individuos. Es el sistema el que la produce¡±.

Para terminar con Eddy Bellegueule fue uno de los libros m¨¢s exitosos del a?o en Francia en 2014. Era y es todav¨ªa la primera obra de un joven homosexual que ha puesto palabras a su calvario. Eddy huy¨® de su casa a los 16 a?os, rompi¨® con su pasado y se cambi¨® el nombre. Ahora es un universitario llamado ?douard Louis y una revelaci¨®n literaria: este su primer libro ha vendido 250.000 ejemplares. Su impacto ha sido enorme. Tras su publicaci¨®n recibi¨® entre 2.000 y 3.000 cartas. ¡°En ellas todos me dec¨ªan lo mismo: que hab¨ªan sufrido la misma situaci¨®n¡±.

Traducido a una decena de idiomas, su libro, que sacude los cimientos de una sociedad que se quiere culta e igualitaria, llega a Espa?a.

Esta entrevista tiene lugar en un gran caf¨¦ de Par¨ªs, donde ahora vive. Con solo 22 a?os y sus maneras delicadas, habla echando el cuerpo hacia delante, con la misma pasi¨®n y la misma fuerza de su estilo narrativo.

PREGUNTA. Resulta llamativo comprobar que haya tanta homofobia en la sociedad francesa.

RESPUESTA. No creo que sea diferente en otros pa¨ªses. Mucha gente me dice que esta realidad que yo describo no existe, y no es cierto. Lo que pasa es que es algo de lo que no se habla. Es invisible porque se excluye del discurso pol¨ªtico y del discurso literario. Es uno de los mecanismos de la violencia: hacerla invisible. Tambi¨¦n sucede que hay mucha dificultad en contar el sufrimiento, confesar que uno sufre, que es humillado y excluido. Porque eso tambi¨¦n es violento para uno mismo. Eddy Bellegueule se deja pegar en el colegio. Yo mismo proteg¨ªa a mis agresores. Yo mismo era el m¨¢s eficaz mecanismo de simulaci¨®n. Empec¨¦ a escribir mi libro en 2010, antes de los movimientos hom¨®fobos que hemos conocido, como La Manif Pour Tous [contra el matrimonio homosexual]. Son movimientos que demuestran la existencia de esa realidad que describo. Aunque es verdad que vivir la homosexualidad en Par¨ªs es algo m¨¢s sencillo.

¡°Se nos etiqueta nada m¨¢s llegar a este mundo y nos hemos construido como personas en esa dominaci¨®n invisible¡±

P. Sorprende tambi¨¦n la falta de cultura que describe en su entorno.

R. S¨ª. Describo un mundo en el que la literatura est¨¢ completamente ausente. Desde que nac¨ª hasta los 16 a?os nunca le¨ª. Leer era, de hecho, un s¨ªntoma de afeminamiento. Son cosas que fomentan a¨²n m¨¢s la exclusi¨®n. Que te guste la escuela, someterte a su disciplina, tambi¨¦n es cosa de maricas. Hay una especie de desajuste entre el sistema escolar y los hijos de clases populares. Se encuentran en el mismo espacio, pero no hablan el mismo idioma.

P. Finalmente, usted se ha convertido en un burgu¨¦s culto, como dice que se ve¨ªa a s¨ª mismo en su libro, alejado del monstruo que crey¨® ser. Se ha liberado.

R. El transfuguismo es un elemento habitual en la literatura y el cine, pero yo soy ahora libre casi por azar. No ten¨ªa otra salida m¨¢s que la huida.

P. Pod¨ªa quedarse y seguir sufriendo.

R. No. La vida de Eddy Bellegueule era imposible. Yo no pod¨ªa convertirme en un duro y huyendo no ten¨ªa nada que ganar. Ahora estoy contento, pero me interesa explorar esto de la huida, que no es f¨¢cil ni en la vida ni en la pol¨ªtica. Ah¨ª est¨¢ el caso de Edward Snowden.

P. ?Ha podido reconstruir su relaci¨®n con su familia y sus amigos de anta?o?

R. Es imposible. Los reencuentros son violentos. Cada cosa que digo es tomada por una agresi¨®n. Soy el ¨²nico de mi familia que ha estudiado y me echan en cara c¨®mo visto y c¨®mo hablo. Creen que lo hago para humillarles. Es una violencia que nos aleja. Hay una obra de teatro que me gusta mucho de Jean-Luc Lagarce, Juste la Fin du Monde (Solo el fin del mundo), una pieza autobiogr¨¢fica. Lagarce muri¨® de sida muy joven, era de origen humilde y vino a Par¨ªs. Cuenta que antes de morir volvi¨® a su familia, a la que no ve¨ªa desde hac¨ªa mucho, para anunciarles su muerte. Y no logra hablar con ellos. La obra de teatro es una sucesi¨®n de mon¨®logos. Nunca consigue un aut¨¦ntico di¨¢logo. De modo que se va sin decirles que va a morir. Es lo que me pasa a m¨ª. Cualquier intento de di¨¢logo es violento. Mi libro es en realidad una llamada a la revuelta contra este tipo de vida que lleva gente como mi familia. Es una vida dominada.

P. Produce mucha tristeza saber que usted no tiene un solo recuerdo feliz de su infancia.

R. Es cierto. El rechazo que yo sent¨ªa por ser diferente era tan poderoso que condicionaba toda mi visi¨®n del mundo. Pero de lo que me interesa hablar es de la violencia, porque cuando llegamos a este mundo se nos etiqueta: eres marica, negro, jud¨ªo, ¨¢rabe, mujer, provinciano¡­ Me parece que todos nos hemos constituido en esa dominaci¨®n a veces invisible que nos conforma como personas.

¡°Hice teatro y tambi¨¦n fui militante pol¨ªtico, pero la literatura es para m¨ª el mejor medio para expresarme¡±

P. ?Le ha salvado la literatura?

R. Por supuesto. Al irme de casa sent¨ª una gran necesidad de dar la palabra a ese mundo que hab¨ªa vivido. Hice teatro y he sido militante pol¨ªtico, pero la literatura es para m¨ª el mejor medio de expresarme. Hablar de la violencia es una forma de combatirla. Mi madre, por ejemplo, es v¨ªctima de todo ello. Si se le pregunta por qu¨¦ dej¨® de estudiar, responde que no le interesaba, que fue ella la que eligi¨® dejarlo, cuando en realidad fue excluida violentamente porque su perfil no se correspond¨ªa con el medio en el que estaba, porque no ten¨ªa las herramientas para tener ¨¦xito en la escuela.

P. ?Ha empezado ya su segundo libro?

R. S¨ª, estoy a punto de acabarlo. Se centra en las condiciones de vida de los inmigrantes argelinos en Francia. Conoc¨ª a un chico con el que estuve hablando toda la noche. Me cont¨® su vida y la de su padre, y de golpe descubr¨ª ah¨ª toda la violencia racista que no conoc¨ªa. El racismo de la gente, pero tambi¨¦n del Estado franc¨¦s, que alojaba a los argelinos despu¨¦s de la guerra en inmuebles inmundos, insalubres, donde hab¨ªa reglas estrictas para volver a casa o acostarse a una hora determinada. Comer todos juntos... Un sistema inimaginable en el siglo XX en Francia. Son vidas que no se conocen. Para m¨ª, utilizar la fuerza de la literatura para dar la palabra a todo eso me parece importante.

P. Ha desarrollado usted una gran sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno.

R. La violencia que he conocido no es responsabilidad de los que la ejerc¨ªan, sino producida por su propia exclusi¨®n. Es el principio de la conservaci¨®n de la violencia. Por eso construyo mi libro describiendo la vida de los otros. Todo est¨¢ calculado literariamente para lograr una revuelta no contra la violencia de las clases populares, sino contra lo que produce toda esa violencia. Mire lo que ha pasado con los atentados de Par¨ªs. Cuando se mira la vida de esos hombres que mataron se ve que verdaderamente llevaban una existencia miserable, muy violenta, de una extrema pobreza. Evidentemente, lo ocurrido se puede comprender.

P. Aunque no justificar.

R. Exacto. Lo dif¨ªcil es operar una reformulaci¨®n del compromiso pol¨ªtico. No se trata de excusarlos, pero la cuesti¨®n es buscar las causas, porque estas suelen estar fuera de los individuos. Decir simplemente que esos tipos son monstruos no lleva a ninguna parte. Nada cambia. Si modificas el sistema escolar, si se renuevan las prisiones y todo eso, quiz¨¢ las cosas sean diferentes. Yo no creo que mi padre sea culpable de llamarme marica cuando era ni?o. Es un sistema el que lo produjo.

Para acabar con Eddy Bellegueule. ?douard Louis. Traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego Urrutia. Salamandra. Barcelona, 2015. 187 p¨¢ginas. 16 euros.