La po¨¦tica del silencio
Benneth Miller, extra?o caso de debut tard¨ªo -a los 38 a?os-, con s¨®lo tres pel¨ªculas, todas excelentes, posee un universo propio
El placer de ver una gran pel¨ªcula solo lo supera ver una gran pel¨ªcula sobre la que no sab¨ªas casi nada, o de la que andabas equivocado sobre su trama, concepto e intenciones. Foxcatcher es una de ellas. De modo que si desconocen su relato, sigan as¨ª porque si conectan con su personal¨ªsimo estilo, brillante pero no apto para los buscadores de placeres f¨¢ciles, probablemente queden boquiabiertos no s¨®lo con su estramb¨®tica historia, sino sobre todo con la maestra propuesta esc¨¦nica y de montaje de Bennett Miller.
FOXCATCHER
Direcci¨®n: Bennett Miller.
Int¨¦rpretes: Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Vanessa Redgrave, Sienna Miller.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2014.
Duraci¨®n: 129 minutos.
Que en el pasado Festival de Cannes, templo del arte, el ensayo y la vanguardia, Miller obtuviera el premio al mejor director entre diversos ejercicios de radicalismo formal dice mucho del ojo del festival franc¨¦s y de la anomal¨ªa de autor estadounidense, extra?o caso de debut tard¨ªo (a los 38 a?os), y que con s¨®lo tres pel¨ªculas, todas excelentes, Capote (2005), Moneyball (2011) y la presente, se ha revelado como poseedor de un universo propio, concepto tan manido que, justo por eso, debiera intentar explicarse. Hay en el cine de Miller, y en Foxcatcher en particular, una m¨¢gica convergencia entre el tempo en los di¨¢logos, el ritmo de montaje, la puesta en escena, la introducci¨®n de la m¨²sica, la tenebrosa fotograf¨ªa, el tratamiento del sonido, los insertos de objetos y el ins¨®lito ejercicio del silencio como cl¨ªmax dram¨¢tico. Sin necesidad de escribir sus guiones, Miller est¨¢ componiendo una obra aut¨¦ntica, personal y arriesgada, y en Foxcatcher, basada en hechos reales y con interpretaciones may¨²sculas, hay un histori¨®n detr¨¢s, pero tan extravagante que se pod¨ªa haber contado de mil maneras distintas, y quiz¨¢ la comedia absurda era la m¨¢s adecuada (y obvia). Sin necesidad de contar demasiado, digamos que hay deporte, un campe¨®n ol¨ªmpico de lucha y un millonario benefactor. Pero Miller opta por un angustioso drama existencialista en el que nunca se ofrecen respuestas y s¨ª una atm¨®sfera de terror moral, donde el reverso tenebroso del sue?o americano se articula por medio de la megaloman¨ªa, el desamparo social y familiar, y el m¨¢s oscuro y t¨¦trico de los deseos.
Ya en los minutos finales, hay un momento que puede que resuma el estilo Miller: un plano general de 40 segundos en absoluto silencio, con la c¨¢mara est¨¢tica en la esquina contraria a la habitual en una habitaci¨®n, y un hombre derrotado que acaba de ver en la tele un documental sobre s¨ª mismo. Es el crep¨²sculo de los dioses americanos. Y el triunfo del arte.
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