R¨®tulos
Deduzco que en los ¨²ltimos a?os alguien se ha propuesto montar la revoluci¨®n en los informativos mediante el arte del sabotaje. Su metodolog¨ªa es p¨¦rfida
Sigo asociando el t¨¦rmino ¡°el parte¡± a actividades b¨¦licas, pero se supone que los espa?oles se enteraban de las noticias del mundo y de su pr¨®spero y feliz pa¨ªs, aunque solo de las que conven¨ªa al mod¨¦lico franquismo, porque en casi todas las casas se segu¨ªa como un ritual diario, fijo e inviolable aquel programa informativo (o desinformativo) de Radio Nacional popularmente conocido como 'el parte'. Todav¨ªa no exist¨ªan las televisiones en aquella ¨¦poca de mi infancia y recuerdo que en mi casa nadie abr¨ªa la boca (me la habr¨ªan cerrado de un sopapo) mientras que los locutores nos informaban de que todo iba bien porque el se?or del bigotito, la patria y el Alt¨ªsimo velaban por la felicidad colectiva de los oyentes.
Nunca he abandonado aquella costumbre informativa, aunque cambiara de aparato. La televisi¨®n jam¨¢s ha ocupado un lugar privilegiado en mi equipaje vital ni en mis s¨ªmbolos de aprendizaje, diversi¨®n y entretenimiento. No siento la menor nostalgia hacia su pasado (qu¨¦ gracioso el lema del 25? aniversario de Antena 3, qu¨¦ sentido l¨ªrico el de los audaces tituladores, qu¨¦ ajustado a la realidad lo de 25 a?os emocionando) y abomine de la temperatura est¨¦tica y ¨¦tica que caracteriza a la abrumadora mayor¨ªa de la programaci¨®n actual, no consigo librarme de la ancestral costumbre de encender la tele a la hora de los informativos. Y por supuesto, cambio en plan esp¨ªdico de uno a otro.
Y deduzco que en los ¨²ltimos a?os alguien se ha propuesto montar la revoluci¨®n en ellos mediante el arte del sabotaje. Este ejercito de infiltrados se ha propuesto arruinar mediante eso tan peligroso del rid¨ªculo a las empresas p¨²blicas o privadas que les procuran el sustento. Su metodolog¨ªa es p¨¦rfida. Consiste en que aparezcan todo tipo de dislates, nombres equivocados, noticias ajenas a lo que est¨¢n narrando los presentadores, faltas de ortograf¨ªa, en los r¨®tulos que acompa?an a las im¨¢genes.
Vamos a suponer que esa permanente exhibici¨®n de lo grotesco no obedece a la estrategia de la subversi¨®n, de los que quieren destruir el sistema desde dentro. A lo peor es que antes hab¨ªa 100 personas en vez de una (con sueldo de becario, y gracias) para ese extenuante trabajo o de que los responsables actuales superan su angustia coloc¨¢ndose todo el rato. Luego pasa lo que pasa.
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