Adi¨®s a las aulas
?De verdad ha perdido la Universidad el monopolio del conocimiento? Lo que parece ponerse en cuesti¨®n es que haya que ir a la Universidad para poder ganarse bien la vida
Me entero por el excelente y documentado reportaje de Juan Antonio Auni¨®n en este peri¨®dico (El saber ya no cabe en el campus, 29-12-2014) de que la Universidad ha perdido el monopolio del conocimiento. Mi primera sensaci¨®n es de alivio: de haber sabido que exist¨ªa tal monopolio, me habr¨ªa puesto muy nervioso ir a trabajar cada d¨ªa a mi Facultad y que, con lo despistado que soy, pudiera haber puesto en peligro un material a primera vista tan valioso como ¡°el conocimiento¡± y del que al parecer mis colegas y yo ten¨ªamos la exclusiva. Sigo leyendo: algunos expertos afirman que, debido a la circulaci¨®n de la informaci¨®n en la Red, las carreras universitarias se convertir¨¢n en algo innecesario.
Ahora ya no siento solamente alivio, sino franca satisfacci¨®n: por fin se van a enterar mis colegas de Matem¨¢ticas, de F¨ªsicas y de Econ¨®micas de c¨®mo se siente uno cuando le dicen a todas horas que lo que estudia o lo que ense?a es completamente in¨²til. La informaci¨®n contin¨²a como era previsible: van a proliferar los t¨ªtulos online (puesto que ya se ha descubierto que son in¨²tiles, ?por qu¨¦ sufrir durante a?os para obtenerlos? Mejor descarg¨¢rnoslos desde nuestro ordenador port¨¢til, como hacemos con las canciones de Beyonc¨¦); la raz¨®n es aplastante: no es que los t¨ªtulos online sean m¨¢s ¨²tiles que los presenciales, pero por lo menos son m¨¢s baratos. Me froto las manos: se acab¨® dar clase en esas aulas desangeladas, glaciales en invierno y asfixiantes en verano, se acabaron los madrugones y los malos ratos intentando que funcione la manivela de la persiana. Y entonces llega la amarga (pero forzosa) conclusi¨®n: sobran universidades. Creo incluso que el periodista ha sido demasiado compasivo, pues en rigor deber¨ªa haber escrito ¡°sobran las universidades¡±. Vamos, que despu¨¦s de bajarme el sueldo, congel¨¢rmelo, aumentarme la jornada, disminuirme las prestaciones sociales y racanearme la calefacci¨®n adem¨¢s me van a despedir. Ya me lo dijo Manolito (el de Mafalda) cuando empec¨¦ a comentar en voz alta mis primeras impresiones ante el art¨ªculo: ¡°?Si ser¨¦is bobos! Os hab¨¦is dejado quitar el monopolio, y ahora tendr¨¦is que competir por los garbanzos en el mercado, como todo quisque¡±.
Entonces me qued¨¦ un rato meditando (tal vez cabeceando, porque era la hora de la siesta) y pregunt¨¢ndome por qu¨¦ no me hab¨ªa dado cuenta hasta ese momento de la feroz competencia que me amenazaba. Y llegu¨¦ a dos conclusiones, que dejo aqu¨ª a modo de fruto prematuro al arbitrio del lector. La primera es que, en toda esta disputa, se habla simplemente de ¡°conocimiento¡±, sin apellidos, calificativos ni especificaciones. Y claro est¨¢, me digo, que la Universidad nunca ha tenido la exclusiva de ¡°el conocimiento¡± en general y que siempre hemos sabido que hab¨ªa ciertos conocimientos (como la informaci¨®n burs¨¢til, la militar o la de las recalificaciones del suelo) que ca¨ªan fuera del ¨¢mbito de la Universidad, a pesar de su manifiesta relevancia social, pol¨ªtica y econ¨®mica. El ¨²nico monopolio cognitivo de la Universidad del que tengo conciencia es el que se refiere al conocimiento cient¨ªfico. ?Hay que tomar en serio la idea de que esta exclusividad est¨¦ amenazada? ?Van a contratar en la NASA a un f¨ªsico que haya adquirido familiaridad con los ¨¢tomos movi¨¦ndose mucho por Internet? ?Van a poner a los enfermos de los hospitales en manos de los que hayan aprendido medicina en la web de Saber vivir? ?Van a abrir las oposiciones a inspector de Hacienda a los hackers infobancarios? ?Van a construir puentes levadizos consultando solamente a Google? No creo, en verdad, que nada de esto vaya a suceder de aqu¨ª a ma?ana pero, en el caso de que sucediera, por lo ¨²ltimo que habr¨ªa que preocuparse ser¨ªa por la supervivencia de las universidades, puesto que estar¨ªan mucho m¨¢s amenazados nuestros impuestos, nuestra salud y nuestro planeta. Sin embargo, el hecho mismo de que en el discurso contempor¨¢neo circule de manera tan significativa y generalizada el sustantivo ¡°conocimiento¡±, sin precisi¨®n alguna, es un importante indicador de la progresiva descualificaci¨®n de los conocimientos que afecta a nuestra cultura actual, y que va poco a poco contaminando a los sistemas educativos y destruyendo sus arquitecturas y sus prioridades, empezando por los niveles m¨¢s bajos de ense?anza y por los saberes considerados como ¡°m¨¢s blandos¡±. Y esta ¡°flexibilizaci¨®n¡± del conocimiento tiene mucho que ver con los sistemas cibern¨¦ticos de circulaci¨®n de la informaci¨®n y con la afinidad de esta ¨²ltima con el dinero, especialmente con el dinero ¡°virtual¡±.
La segunda conclusi¨®n es que, por este camino, lo que parece ponerse en cuesti¨®n es que haya que ir a la Universidad para poder ganarse bien (e incluso muy bien) la vida, aunque lamentablemente no haya m¨¢s remedio que hacerlo para aprender F¨ªsica, Medicina o Ling¨¹¨ªstica. Ser¨¢n otros quienes se rasguen las vestiduras por este concepto, puesto que yo, desde el negociado de la Facultad de Filosof¨ªa, lo que encuentro obsceno y hasta rid¨ªculo es que la gente acuda a la Universidad con la exclusiva pretensi¨®n de ganarse bien la vida. Esto ¨²ltimo ha dependido siempre de las condiciones del mercado laboral, que creo que ya habr¨¢n o¨ªdo ustedes bastantes veces que son muy fluidas y cambiantes, y siempre lo han sido. Que la Universidad otorgue capacitaci¨®n profesional en los ¨¢mbitos de competencia cient¨ªfica es justo y necesario. Que, adem¨¢s, tenga que garantizar a sus egresados un puesto de alta direcci¨®n pol¨ªtica o empresarial es m¨¢s bien cosa de otros tiempos, cuando los estudios superiores estaban reservados a la clase pudiente, o quiz¨¢ de las escuelas de negocios, sobre todo si son muy costosas. ?Y entonces a qu¨¦ se va a la Universidad? Ya s¨¦ que hay muchos a quienes esto les parecer¨¢ muy poco, pero lo cierto es que se deber¨ªa ir a aprender, a ense?ar, a estudiar y a investigar. ?Y todo eso (aprender, ense?ar, estudiar, investigar) para qu¨¦? El que necesite una respuesta a esta pregunta (o sea, aquel a quien estas cosas no le parezcan una finalidad lo suficientemente digna), en efecto, deber¨ªa conformarse con la informaci¨®n que circula en la Red o, como mucho, con un t¨ªtulo online.
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