Cuando el KGB manejaba el ¡®stick¡¯

Identific¨¢bamos la televisi¨®n como el escenario habitual para ver documentales, preferentemente despu¨¦s de comer o de cenar, en el sof¨¢ o en un sill¨®n de orejas, concedi¨¦ndote con benevolencia un ligero sue?o si estabas cansado o esa filmaci¨®n de la vida real te resultaba excesivamente cadenciosa. Y, c¨®mo no, existen obras maestras en un g¨¦nero tan apasionante como cualquier otro si consigue transmitir veracidad y arte. Pero, en general, al p¨²blico le costaba esfuerzo pagar la entrada para ver en la pantalla grande y en la oscuridad lo que consideraba algo dom¨¦stico y gratis.

Michael Moore, ese se?or tan histri¨®nico, frecuentemente necesario, con afici¨®n a las trampas, a veces agudo y l¨²cido, en otras facil¨®n e irritante, consigui¨® introducir a un p¨²blico masivo en las salas de cine con su oferta audaz y pol¨ªtica con formato de documental. Y el esplendor contin¨²a. Directores con prestigio cr¨ªtico, que hab¨ªan desarrollado su carrera narrando ficciones, como los alemanes Werner Herzog y Wim Wenders, han demostrado en los ¨²ltimos a?os estar dotados para captar la realidad con misterio, belleza, sentimiento y perturbaci¨®n en documentales excelentes como Grizzly Man, La cueva de los sue?os olvidados, Pina y La sal de la tierra.

Y no solo de convivencias peligrosas entre hombres y osos, creatividad de nuestros m¨¢s remotos antepasados, core¨®grafas legendarias y un retratista del horror y de la vida viven los amantes del buen documental. Ninguna pel¨ªcula ha contado el origen de la crisis y la impunidad de los tiburones que la crearon con el talento, los datos y la credibilidad del documental Inside Job, de Charles Ferguson. ?Y qui¨¦n no se ha sentido conmovido con la historia finalmente feliz de un perdedor honesto cuya vibrante y l¨ªrica m¨²sica aliment¨® la lucha contra el apartheid sudafricano, y ¨¦l sin enterarse y sin cobrar un d¨®lar, en Searching for Sugar Man, de Malik Bendjelloul?

Y la vena no se agota. Herzog, ese inquietante virtuoso del documental, coproduce Red Army, lo cual ofrece cierta garant¨ªa. Y no defrauda. Lo dirige Gabe Polsky. Est¨¢ centrado aparentemente en el deporte, en la deslumbrante selecci¨®n de hockey de la Union Sovi¨¦tica, pero en el fondo est¨¢ hablando de la propaganda con la que el poder absoluto intenta disfrazar sus carencias, vender mentiras, acorralar al rebelde, manipular la opini¨®n p¨²blica, chantajear a esos jugadores que idolatran las masas, negarles su acceso a la tierra de promisi¨®n, fomentar la traici¨®n y el protagonismo del miedo en nombre de las sucias salvaciones cotidianas entre los que se sent¨ªan compa?eros fraternales, imponer como entrenador a un comisario pol¨ªtico.

El documental habla en el fondo de la propaganda del poder absoluto

Hay una profunda amargura en los testimonios de aquellos artistas del pat¨ªn y del stick al recordar las maniobras que ejerci¨® con ellos el KGB. Y tambi¨¦n nos describen el derrumbe de aquel sistema publicitado como el para¨ªso terrenal. Jean Echenoz describi¨® magistralmente en la tr¨¢gica, pero tambi¨¦n humor¨ªstica, novela Correr la vida, ¨¦pica, gloria, manipulaci¨®n y castigo del corredor checo Emil Zatopek. Es inevitable pensar en el esplendor y ca¨ªda de aquel prodigio de tenacidad y de inocencia que lleg¨® a ser subversivo para el r¨¦gimen viendo Red Army.

Hay gran amargura en los testimonios de aquellos artistas del pat¨ªn

Slava Fetisov, capit¨¢n y gran estrella de aquel equipo y que sufri¨® particularmente aquel acoso, es actualmente uno de los principales dirigentes del deporte ruso. Vete a saber los poderes que le ha otorgado Vlad¨ªmir Putin y c¨®mo los utiliza. Putin trabajaba en aquel KGB que intent¨® triturarle. Al menos, Fetisov no es un bur¨®crata; fue un grandioso profesional del deporte con el que se ceb¨® la pol¨ªtica m¨¢s s¨®rdida. Esperemos que el poder no le haya convertido en el nuevo comisario.