Muere David Carr, el periodista que se investig¨® hasta a s¨ª mismo
El columnista de 'The New York Times' fallece trabajando en la redacci¨®n, con 58 a?os
David Carr ten¨ªa la voz ronca de un pirata, los andares desgarbados de un Quijote y la mirada inquisitiva de Sherlock Holmes.
Parec¨ªa un reportero salido de otra era, de una pel¨ªcula como Primera Plana, pero diseccion¨® como pocos las ¨²ltimas revoluciones de los medios de comunicaci¨®n. Aplic¨® el rigor period¨ªstico tanto en sus columnas en las p¨¢ginas de Econom¨ªa de The New York Times ¡ªtextos con gramos de opini¨®n y toneladas de informaci¨®n¡ª y como en el libro en el que, con los m¨¦todos del reporterismo cl¨¢sico, investig¨® las ¨¦pocas m¨¢s oscuras de su biograf¨ªa m¨¢s ¨ªntima.
La noche de la pistola (The night of the gun, en ingl¨¦s) es un libro particular. En ¨¦l, Carr intenta reconstruir parte de su vida, unos a?os que en su memoria quedaron bajo una nebulosa de drogas y alcohol. Como sus recuerdos son borrosos y, como buen reportero, no se f¨ªa ni de su propia versi¨®n, decide investigar su pasado. Se investiga a s¨ª mismo como si persiguiese la exclusiva del Watergate. Entrevista a novias y camellos. A compinches en las noches de farra y a jefes que lo despidieron. Consulta archivos y hemerotecas.
Carr utiliz¨® la t¨¦cnica del fact-checking ¡ªla comprobaci¨®n de datos de una pieza period¨ªstica¡ª para examinar su propia vida
El t¨ªtulo del libro, publicado en 2008, proviene de una noche en la que cree recordar que un amigo le apunt¨® con la pistola; al entrevistarlo, 20 a?os despu¨¦s, el amigo le explica que jam¨¢s tuvo un arma. ¡°Esta es una historia¡±, escribe, ¡°sobre qui¨¦n ten¨ªa la pistola¡±.
Carr utiliz¨® la t¨¦cnica del?fact-checking ¡ªla comprobaci¨®n de datos de una pieza period¨ªstica¡ª para examinar su propia vida. Cre¨ªa que no exist¨ªa mejor m¨¦todo que el reporterismo para llegar a la verdad y para mejorar las historias. Siempre, hasta el ¨²ltimo d¨ªa de su vida, en que entrevist¨® a la documentalista Laura Poitras y al periodista Glenn Greenwald sobre la pel¨ªcula Citizen Four, busc¨® qui¨¦n ten¨ªa la pistola.
El jueves por la noche muri¨® de forma inesperada en la redacci¨®n de The New York Times, el diario que amaba con pasi¨®n juvenil ¡ªnunca dej¨® de maravillarse por la fortuna de trabajar en el Vaticano del periodismo de calidad¡ª y que le convirti¨® en un referente para sus colegas de profesi¨®n y para las personas interesadas en los medios de comunicaci¨®n. Ten¨ªa 58 a?os.
Sus art¨ªculos, que se publicaban cada lunes, eran lo que en Estados Unidos se denomina columnas reporteadas. Rara era la columna que no conten¨ªa una o varias declaraciones sacadas de entrevistas. Su honestidad era desarmante.
En una columna reciente confes¨® que hace unos a?os err¨® al minusvalorar la publicaci¨®n alternativa Vice. En otra, sobre las acusaciones de violaci¨®n contra el c¨®mico Bill Cosby, critic¨® a los periodistas que en a?os anteriores no le hab¨ªan preguntado al actor por las sospechas que ya circulaban. Enumeraba una serie de reporteros que, aunque ¡°estaban en el ajo¡±, no dijeron nada. Despu¨¦s a?ad¨ªa: ¡°Y entre los que estaban en el ajo me incluyo a m¨ª¡±.
Carr se convirti¨® en una figura p¨²blica gracias a Page One, un documental de 2011 sobre The New York Times. El documental explicaba la crisis de la prensa en papel y la compleja transici¨®n al mundo digital, y lo hac¨ªa a trav¨¦s de los periodistas que cubr¨ªan los medios de comunicaci¨®n en el Times.
Cultivaba ante la c¨¢mara la imagen de reportero curtido y malhablado, una especie de t¨ªo cr¨¢pula de los veintea?eros y treinta?eros que despuntaban en la Dama Gris. Quedaba claro que Carr, formado en la prensa local de su ciudad, Minneapolis, y de Washington D.C., era m¨¢s que un periodista especializado en los medios. Hablar de los medios era para ¨¦l una forma de hablar del mundo, de la vida.
Su pen¨²ltima columna, publicada el lunes, abordaba el caso de Brian Williams, el presentador estrella de la cadena NBC, ca¨ªdo en desgracia al descubrirse que era falsa la historia que por a?os cont¨® acerca de que el helic¨®ptero en que viajaba en 2003 fue alcanzado por fuego enemigo. En realidad viajaba en otro helic¨®ptero.
Carr, que de los enga?os de la memoria algo sab¨ªa, entrevist¨® a 70 personas para reconstruir su propio pasado en La noche de la pistola. Williams embelleci¨®, quiz¨¢ de buena fe, sus recuerdos, y al descubrirse la verdad, los torquemadas de la prensa y las televisiones estadounidenses se precipitaron a exigir su despido del telediario de la NBC.
El martes, la cadena lo suspendi¨® durante medio a?o. Antes, Carr, que en sus columnas exhib¨ªa tanta retranca como empat¨ªa y piedad, fue de los pocos que discrep¨®. ¡°No s¨¦ si el Sr. Williams debe perder su empleo¡±, escribi¨®. ¡°No creo que deba perderlo¡±.
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