De econom¨ªa
Las tertulias pol¨ªticas se han poblado de discursos inflamados, pero vac¨ªos, y la observaci¨®n de iniciativas realistas ha quedado como segundo plato
En la madrugada del s¨¢bado, el debate de laSexta noche trajo a la pantalla las tres propuestas econ¨®micas de populares, socialistas y podemistas en un intento por dar un paso adelante en el atasco pol¨ªtico que vive el pa¨ªs. En a?o de elecciones, la discusi¨®n parece demasiado centrada en esencialismos, en un enfrentamiento primario y excluyente. Las tertulias pol¨ªticas se han poblado de discursos inflamados, pero vac¨ªos, y la observaci¨®n de iniciativas realistas ha quedado como segundo plato. El Gobierno se ha significado como el gran valedor de las pol¨ªticas europeas frente a la brecha griega, en un algo rid¨ªculo papel¨®n donde se ha recurrido a la demagogia abierta, como aquella que sit¨²a nuestras pensiones y nuestro sistema de protecci¨®n asociados al pago de deuda heleno. Suena a disputa colegial entre el alumno aplicado y el d¨ªscolo por ganarse la piruleta del profesor.
?lvaro Nadal, jefe de la Oficina Econ¨®mica del Gobierno, no se sali¨® del guion que explica la recuperaci¨®n con datos generales de creaci¨®n de empleo y aumento del crecimiento. Por el partido socialista, un nervioso Manuel de la Rocha trat¨® de reivindicar la pugna contra la austeridad, que ha dado buenos resultados a Obama frente a la par¨¢lisis europea. Pero quiz¨¢ el m¨¢s claro y articulado fue el representante de Podemos, Eduardo Guti¨¦rrez, que, pese a no compartir con otros l¨ªderes de ese partido ni la juventud ni el bol¨ªgrafo de cinco colores tan universitario, ofreci¨® una apuesta por la reactivaci¨®n del consumo y el poder de compra ciudadana que lo aleja de caricaturas rupturistas o antisistema.
El mantra de la competitividad del Partido Popular queda en entredicho cuando se nos hace ver que solo est¨¢ basada en la bajada salarial, en la precarizaci¨®n laboral. La subida del salario m¨ªnimo y la protecci¨®n a los parados de larga duraci¨®n, que han quedado abandonados por el sistema, ofrecer¨ªa m¨¢rgenes para aumentar la demanda. La bangladesizaci¨®n de mucho trabajador espa?ol no puede considerarse una mejora de nuestra competitividad. Esconde una verdad dolorosa que confirma que, no pudiendo devaluarse la moneda, lo que se ha procedido a devaluar es a las personas, en otro rasgo de la desigualdad campante, esa intolerable desigualdad en la que somos campeones entre las democracias europeas.
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