Dos orquestas de lo humano a lo divino
No se puede pedir m¨¢s, ni mejor. Los aficionados a la m¨²sica sinf¨®nica han vivido en Madrid una semana de gloria, con cuatro conciertos magistrales, de esos que quedan en el recuerdo durante mucho tiempo por el despliegue de calidad musical y por el particular inter¨¦s de los programas presentados.
Imag¨ªnense, la orquesta civil m¨¢s antigua del mundo, la Gewandhaus de Leipzig, ha vuelto a demostrar que no existe mayor vitalidad que la derivada de la experiencia, siempre y cuando no se prescinda de la pasi¨®n, y la orquesta del Concertgebouw de ?msterdam ha dejado bien claro que su perfeccionismo no es flor de un d¨ªa y que si est¨¢ en todas las listas prestigiosas como una de las tres o cuatro mejores orquestas del mundo no es por casualidad.
Las dos formaciones visitan los pr¨®ximos d¨ªas algunas de las capitales musicales de Europa con los programas que han interpretado en Madrid. Los de Leipzig van a Mil¨¢n y M¨²nich, por ejemplo; los de ?msterdam, a Viena y Par¨ªs. Concurren adem¨¢s circunstancias en cierto modo afectivas en sus directores titulares. Riccardo Chailly, que fue el director anterior de la Concertgebouw, va a asumir en breve la direcci¨®n musical del Teatro alla Scala de Mil¨¢n. Mariss Jansons finaliza esta temporada su d¨¦cada prodigiosa al frente de la orquesta holandesa. Los dos directores est¨¢n viviendo, pues, sentimientos de despedida con las orquestas de sus idilios sonoros.
Las dos interpretaron a Mahler. La Gewandhaus, la Primera sinfon¨ªa. La Royal Concertgebouw, la Cuarta. Las diferencias de enfoque, o de direcci¨®n, fueron ostensibles. El espectador puede preferir uno u otro planteamiento. Mahler es grande y admite tanto el lado m¨¢s humano, m¨¢s dram¨¢tico, de los de Leipzig con Chailly, o el lado m¨¢s divino, m¨¢s t¨¦cnicamente impecable, de los de ?msterdam con Jansons.
La Gewandhaus demuestra que la mayor vitalidad es su experiencia
Las comparaciones son odiosas a la hora de elegir qu¨¦ es mejor, pero son muy positivas a la hora de subrayar matices y prioridades. Chailly tiene una especial afinidad con Mahler. Ha estado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en todas las salsas dedicadas al compositor, desde la gran convocatoria de ?msterdam de 1995 ¡ªprecisamente con la Primera¡ª hasta la de Leipzig de 2011. Es un mahleriano como la copa de un pino y no solamente en el terreno musical, sino tambi¨¦n en el intelectual. Lo que hizo en Madrid con la Primera fue escalofriante por su riqueza conceptual y su visi¨®n humanista. Qu¨¦ ¨²ltimo movimiento, por ejemplo. Jansons, con la Concertgebouw, se recre¨® m¨¢s en la belleza en estado puro, en la b¨²squeda de la perfecci¨®n. Su interpretaci¨®n fue hipn¨®tica, deslumbrante. Qu¨¦ tercer movimiento, Ruhevoll, ay, de infarto. La orquesta estuvo impecable. El primer oboe fue el onubense Lucas Mac¨ªas Navarro, destacado por el director en los saludos finales. No solamente vamos a hablar como ejemplo de los hermanos Gasol en el baloncesto estadounidense.
Julian Rachlin fue el solista de los conciertos para viol¨ªn de Mendelssohn y Chaikovski, con Chailly. El programa Mendelssohn-Mahler fue una especie de homenaje a Leipzig. Qu¨¦ ciudad, vinculada de una u otra forma con los Bach, Wagner, Mahler, Mendelssohn¡ Si hay un defensor de Rachmaninov entre los grandes directores de orquesta ese es, sin duda, Chailly. Cree en ¨¦l y curiosamente lo transmite y hasta contagia su entusiasmo. Como Rachmaninov admiraba a Chaikovski, Chailly los puso uno a continuaci¨®n del otro. Esta vez nadie puso en duda sus calidades, gracias a una interpretaci¨®n ciertamente refrescante. Placer de dioses, se lo aseguro.
La Concertgebouw deja claro que su perfecci¨®n no es flor de un d¨ªa
Mariss Jansons acompa?¨® su Mahler ¡ªen el que cant¨® la estupenda Dorotea Roschmann¡ª con una versi¨®n deliciosa de El burgu¨¦s gentilhombre, de Richard Strauss. El otro concierto de la Concertgebouw tuvo una sorprendente y luminosa impronta mediterr¨¢nea: Iberia, de Debussy; El sombrero de tres picos, de Falla; Escenas napolitanas, de Massenet, y Pinos de Roma, de Respighi. Fue, sencillamente, delicioso. Una sorpresa. M¨²sicas no frecuentes en estos ciclos de grandes orquestas que as¨ª interpretadas adquieren gran importancia y proporcionan un placer irresistible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.