Callaron las armas y fue un infierno
Keith Lowe describe en ¡®Continente salvaje¡¯ el horror en Europa tras la II Guerra Mundial
Baj¨® el tel¨®n de la II Guerra Mundial, pero los cuatro jinetes del apocalipsis no dejaron de galopar. En Europa, en un mundo devastado por cinco a?os de contienda, la gente se las promet¨ªa muy felices al firmarse la paz y sin embargo lo que sigui¨® fue un espanto. En un continente devuelto a una condici¨®n casi medieval, inmerso en un completo caos, con destrucciones sin cuento, las instituciones colapsadas y la sed de venganza a la orden del d¨ªa, el desastre humano y moral era absoluto. A mostrar ese siniestro panorama que fue el envenenado legado de la contienda ha dedicado Keith Lowe (Londres, 1970), uno de los m¨¢s destacados de la nueva generaci¨®n de historiadores brit¨¢nicos, su libro Continente salvaje, Europa despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial(Galaxia Gutenberg), un libro que se lee con el coraz¨®n en un pu?o especialmente ante la suma de nuevos horrores y vejaciones que tuvieron que aguantar los supervivientes en una cruel nueva vuelta de tuerca de la historia sobre sus v¨ªctimas.
?Fue peor la posguerra que la guerra? ¡°No llegar¨ªa yo tan lejos como a afirmar eso¡±, responde Lowe. ¡°En algunas ¨¢reas quiz¨¢, aunque en general no. Pero mientras en algunos lugares el fin de la guerra se celebraba con fiestas, en otros continuaba la violencia, e incluso eran parte de las celebraciones la muerte y la verg¨¹enza de otros. Cientos de miles de personas fueron asesinadas o se las dej¨® morir despu¨¦s de la guerra¡±. El historiador recalca que es una falsa idea la de que en 1945 todo volvi¨® a la normalidad. ¡°Hizo falta una transici¨®n que estuvo llena en muchos sitios, cuanto m¨¢s al Este peor, de injusticias, atropellos y crueldad, fue una ¨¦poca sin ley¡±.
El libro muestra que las democracias pod¨ªan ser muy vengativas. ¡°No tanto como los reg¨ªmenes totalitarios pero s¨ª, la venganza forma parte de la naturaleza humana, es algo innato y dif¨ªcil de controlar, y hubo una gran ola de venganza en toda Europa¡±. Continente salvaje presenta casos ¡ªmenos conocidos que los de las acusadas de colaboracionismo en Francia rapadas (?20.000!)¡ª como el de las mujeres y ni?os marginados y privados de derechos en Noruega, las primeras por ser parejas de soldados alemanes y los segundos por ser el fruto de esas uniones. Lowe explica que el 10 % de las noruegas de entre 15 y 30 a?os tuvieron novios alemanes durante la guerra. Se tachaba a esas mujeres de traidoras a la naci¨®n, aunque ellas y otras en su mismo caso en otros pa¨ªses de Europa consideraban sus relaciones un asunto privado, como la actriz francesa Arletty que, cuenta el historiador, durante su juicio en Par¨ªs por su affaire con un oficial alem¨¢n exclam¨®: ¡°Mi coraz¨®n pertenece a Francia, pero mi vagina es m¨ªa¡±.
En cuanto a los ni?os, Lowe apunta que los soldados alemanes engendraron entre uno y dos millones en la Europa ocupada. En 1945 un diario noruego consideraba a los del pa¨ªs escandinavo ¡°una minor¨ªa bastarda peligrosa¡± susceptible de convertirse en el futuro en ¡°una quinta columna entre la poblaci¨®n noruega pura¡±.
En muchos lugares se recibi¨® mal a los supervivientes de los campos nazis
Una de las tragedias que sobrevino con la paz fue la de la deportaci¨®n forzosa de poblaciones desplazadas a lugares en los que les aguardaban duros castigos. ¡°Los brit¨¢nicos y estadounidenses entregamos a los sovi¨¦ticos a millares de refugiados y prisioneros de guerra procedentes de Europa oriental, como 70.000 cosacos y al ej¨¦rcito de Vl¨¢sov, sabiendo que les esperaba en muchos casos la muerte (los que ca¨ªan en manos del Ej¨¦rcito Rojo ten¨ªan 90 veces m¨¢s probabilidades de morir que los que apresaban los aliados occidentales)¡±.
Lo que ocurri¨® con los jud¨ªos fue terrible. ¡°Sobre todo porque tenemos la idea de que el Holocausto gener¨® una gran empat¨ªa con los jud¨ªos tras la guerra y ese no fue el caso. En muchos lugares se reaviv¨® el antisemitismo. Los jud¨ªos supervivientes volv¨ªan a sus casas sin nada y tuvieron que luchar para recuperar sus propiedades. En ese conflicto, no hubo compasi¨®n con las v¨ªctimas". Lowe recoge casos como los de la jud¨ªa holandesa superviviente de los campos a la que un conocido la recibi¨® diciendo: "Tienes suerte de no haber estado aqu¨ª, ?no sabes el hambre que hemos pasado!". En Hungr¨ªa, Eslovaquia y Polonia hubo verdaderos pogromos. Al menos 500 jud¨ªos fueron asesinados en Polonia entre la rendici¨®n alemana y el verano de 1946¡±.
En 1945, al acabar la guerra, vagaban por Berl¨ªn 35.000 ni?os perdidos
Lowe, que inaugur¨® en Barcelona el proyecto Espacio de Humanidades. Mediterr¨¢neo y Europa, en el Palau Macaya de la Obra Social La Caixa, est¨¢ de acuerdo en la comparaci¨®n de la Europa de 1945 con la de la Guerra de los Treinta A?os. ¡°Todas las estructuras de la sociedad cayeron, las cosechas se perdieron, incluso las que pudieron recogerse no hab¨ªa manera de transportarlas, todo estaba destruido: el hambre fue peor que durante la guerra¡±. Hab¨ªa hu¨¦rfanos por todas partes, se?ala el historiador, cientos de miles sino millones que se hab¨ªan quedado sobre todo sin padre. Y muchos ni?os perdidos; 35.000 solo en Berl¨ªn en verano del 45. "Los ni?os eran el futuro para construir una nueva sociedad pero muchos estaban profundamente traumatizados. Hay muchos testimonios de ni?os a los que aterrorizaba la simple visi¨®n de un hombre en uniforme. Toda una generaci¨®n se qued¨® sin referentes masculinos, con los padres muertos o prisioneros durante largos a?os". Muchos pueblos se quedaron sin hombres, lo que tuvo un efecto traum¨¢tico en toda una generaci¨®n de mujeres. "Los hombres se convirtieron en un bien muy preciado". En la URSS hab¨ªa al final de la guerra 13 millones m¨¢s de mujeres que de hombres.
A Lowe le cuesta decir qu¨¦ es lo que le conmueve m¨¢s de todos los dramas de su libro. "Pero con lo que tengo pesadillas es con lo que se hizo a los civiles alemanes en los campos de prisioneros. Algunos guardias trataron de imitar lo que hab¨ªan hechos los nazis en nombre de la venganza. No digo que algunos alemanes no merecieran castigo pero eso no es excusa para la brutalidad que se ejerci¨® sobre ellos, lo que les hicieron¡±.
Para el historiador lo m¨¢s importante es que la nueva Europa, la nuestra, se forj¨® en medio de "esa ¨¦poca violenta y vengativa", y fue entonces cuando "muchas de nuestras aspiraciones, de nuestros prejuicios y rencores cobraron forma¡±.
Babelia
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