?C¨®mo ha cambiado la proliferaci¨®n de ferias el mercado del arte?
En 1970 solo hubo tres ferias. Hoy hay cerca de 220 eventos de arte contempor¨¢neo alrededor del mundo. ?Demasiados?
Cuatro a la semana
Por Berta Sichel
Antes de que las ferias de arte se convirtieran en una tendencia global, entrevist¨¦ a mediados de los ochenta en su galer¨ªa del Soho a Ileana Sonnabend y le pregunt¨¦ sobre las ferias. Ella me respondi¨® con otra pregunta: ?pensaba yo que aquello era una cita imprescindible para alguien que hac¨ªa visitas a estudios cuatro veces por semana? Habl¨® de sus agradables experiencias a lo largo de las d¨¦cadas con los artistas, y c¨®mo se entusiasmaba ante la idea de incluirles en una colecci¨®n importante. En ese mismo periodo tambi¨¦n trat¨¦ de hacer una entrevista seria a John Weber. Nunca sucedi¨® porque ¨¦l prefer¨ªa charlar a emitir opiniones para su publicaci¨®n. Tampoco estaba muy interesado en las ferias, pero intu¨ªa que el mundo del arte estaba cambiando. Cre¨ªa que la misi¨®n de descubrir nuevos artistas deb¨ªa recaer en los galeristas, y le sorprend¨ªa que hubiera quienes esperaban a que los museos asumieran el riesgo antes de ponerse a trabajar con artistas poco conocidos. Hoy estos dos ic¨®nicos galeristas ya no est¨¢n, pero sin duda valdr¨ªa la pena conocer su opini¨®n sobre el abrumador n¨²mero de ferias de arte. El auge arranc¨® con tres citas fundamentales en 1970: Art Cologne, Art Basel y Art Brussels, todas en ciudades ricas que albergaban importantes colecciones. En 2005 se celebraron 68 ferias, y en 2011, 189. En una entrevista reciente un galerista neoyorquino dijo que hoy hay cerca de 220 ferias de arte contempor¨¢neo alrededor del mundo. Si esta cifra es correcta, el c¨¢lculo es sencillo: en un a?o se abren cuatro cada semana.
Si esta cifra es correcta, el c¨¢lculo es sencillo: en un a?o se abren cuatro ferias cada semana"
Es imposible negar que su impacto plantea un reto a la experiencia tradicional del museo/galer¨ªa. Las ferias, como las subastas, siguen copando espacio como fuerza motriz del mercado del arte. Pero la evoluci¨®n de la mayor¨ªa en ferias comerciales se?ala un cambio en la energ¨ªa y el foco. Las ferias hoy tienen poco que ver con la apreciaci¨®n del arte. Recientemente en un panel en Sotheby¡¯s, Elizabeth Dee, fundadora de Independent Art Fair, dijo que es ¡°cr¨ªtico hablar sobre las din¨¢micas de las ferias en un vis a vis entre aquellas que fueron fundadas y gestionadas por galer¨ªas y aquellas que se han convertido m¨¢s en empresas privadas institucionalizadas¡±. La constante subida de los precios para los participantes deja muy poco margen para asumir riesgos. Las ferias son un negocio y deben dar beneficios, por eso queda muy poco espacio para la experimentaci¨®n y los ensayos. Hoy, seg¨²n Dee, el presupuesto anual de las galer¨ªas que participan en ferias ronda los 220.000 euros. Por ¨²ltimo, las ferias de arte ¨²nicamente no pueden ser la base para crear un p¨²blico expansivo, bien informado y erudito. Pueden ayudar a algunos galeristas y artistas, pero esto no se puede sostener sin una escena art¨ªstica local fuerte que incluya una amplia red de museos, espacios art¨ªsticos alternativos, excelsas universidades y apoyos institucionales. Para bien o para mal, hoy la mayor¨ªa de las ferias est¨¢n organizadas en torno a eventos sociales: desayunos y galas en las que uno socializa, conoce a los artistas, se saca selfiesy se divierte. Pero quiz¨¢ todos nos deber¨ªamos relajar y pasar un buen rato, sin que nos importen las flagrantes desigualdades del mundo actual.
Berta Sichel, comisaria y escritora, fue la directora art¨ªstica de la I Bienal Internacional de Arte Contempor¨¢neo de Cartagena de Indias, Colombia, en 2014.
Fichas de casino
Por Blake Gopnik
Me he quejado durante a?os de que las ferias de arte, el mercado que representan, hab¨ªan convertido el arte en una mercanc¨ªa, pero ahora me doy cuenta de que no acababa de acertar con mi queja. Despu¨¦s de todo, cualquier objeto que tiene alg¨²n valor en el campo cultural ser¨¢ comprado y vendido. La compraventa de obras de arte se remonta por lo menos al Renacimiento, y ¨¦stas han sobrevivido a la arremetida. Los intentos de escapar del mercado, desde 1960 hasta ahora, han demostrado ser f¨²tiles: incluso el m¨¢s ef¨ªmero de los proyectos conceptuales ¡ªcomo los textos de Lawrence Weiner o las performances de Tino Sehgal¡ª ha tenido un precio. A veces el valor monetario mezcla mal con el art¨ªstico, pero al menos las dos m¨¦tricas han tenido alg¨²n tipo de relaci¨®n. En l¨ªneas generales, los coleccionistas siempre han pagado m¨¢s por obras maestras, de la misma manera que se han gastado m¨¢s en una cena en Maxim que en McDonald¡¯s. No tiene mucho sentido quejarse. O no, quiz¨¢, hasta ahora. El nivel de actividad en el mercado actual que han tra¨ªdo las ferias y se ha expandido por todo el mundo del arte ha provocado cambios sustanciales. Ahora que las obras han florecido completamente como una clase de activo, la cuesti¨®n de su valor art¨ªstico subyacente ha salido por la ventana. Cuando compras puramente como inversi¨®n, que una obra en la que te has gastado cinco millones sea ¡°buena¡± o no es irrelevante. Lo ¨²nico que importa es si alguien m¨¢s querr¨¢ comprarla, en el corto tiempo que has marcado, por un precio que te reporte beneficios (el precio ni siquiera necesita subir: el mercado de futuros te permitir¨¢ apostar por la p¨¦rdida de valor). Hoy cuando compras arte no est¨¢s invirtiendo en alg¨²n tipo de noci¨®n sobre su valor subyacente como lo har¨ªa quien invierte en una presa que servir¨¢ para suplir una demanda segura de energ¨ªa. Est¨¢s invirtiendo en una suposici¨®n sobre las suposiciones que otros inversores tienen sobre el rumbo que tomar¨¢ tu activo en el mercado. Hace un par de a?os, cuando la situaci¨®n actual estaba en fase embrionaria, me sorprendi¨® encontrar a coleccionistas que menospreciaban el mont¨®n de ejemplos que les di de artistas una vez famosos que han acabado por no tener relevancia. (?Alguien recuerda a Monticelli?). Pensaba que sopesar¨ªan sus compras en funci¨®n del valor art¨ªstico latente y que les preocupar¨ªa equivocarse. Pero ahora me doy cuenta de que esto ha dejado de importar a los inversores: basta con que el resto de compradores est¨¦n cometiendo los mismos errores que ellos en el terreno de la historia del arte.
Ahora que las obras han florecido completamente como una clase de activo, la cuesti¨®n de su valor art¨ªstico subyacente ha salido por la ventana"
En este nuevo ambiente, las obras de arte se han convertido en un tipo de entidades puramente mercantiles: ejemplo definitivo de objetos sin un uso evidente, o una demanda necesaria, las obras de arte flotan, libres de las nociones pedestres de valor inherente, y circulan como fichas ideales de intercambio. En esto, son casi como el oro ¡ªcarecen de su brillo y durabilidad¡ª. Gracias a las ferias, las obras de arte han pasado de ser objetos de contemplaci¨®n cuya excelencia les otorga un valor de mercado a fichas de p¨®quer que no tienen ning¨²n valor, o incluso significado, fuera del casino. Este es un cambio s¨ªsmico en la cultura.
?Blake Gopnik es cr¨ªtico de Artnet News y colaborador de The New York Times.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.