El poeta ap¨¢trida
Carlos Edmundo de Ory pertenec¨ªa a una tradici¨®n distinta del resto de sus coet¨¢neos
Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) era un poeta deliberadamente ap¨¢trida, perteneciente a otra tradici¨®n distinta del resto de sus coet¨¢neos espa?oles. Mejor dicho, una vez asumido su correspondiente pasado l¨ªrico, el poeta reconstruye su pensamiento apoy¨¢ndose en m¨²ltiples lecturas pertenecientes a lejanas y ¡°extra?as¡± tradiciones. Oriente le conmovi¨® muy joven, y a ¨¦l debe en parte la brevedad de sus sentencias y la concisi¨®n de sus observaciones que alcanzan su plenitud en los aerolitos como sustancia ¨²ltima de su poes¨ªa.
La poes¨ªa de Ory es fruto de un acertado maridaje de cuanto bulle precipitadamente en la conciencia y la pertinaz observaci¨®n de cuanto le rodea. Su ritmo singular est¨¢ marcado por un pulso distinto, no acompasado por la m¨¦trica o la din¨¢mica repetitiva que suelen imponer las palabras encadenadas entre s¨ª, sino por un tiempo suspendido y, a la vez, impetuoso, producto del sorprendente encuentro de su interno discurso con la disposici¨®n exterior de la naturaleza contemplada. Todo esto nos hace recordar la precisi¨®n de los haikus japoneses, la delicada ornamentaci¨®n de la poes¨ªa china, la seca arquitectura de los versos budistas o la met¨¢fora discordante y pretendidamente equ¨ªvoca de la l¨ªrica persa. Buda, Lao Tse, Basho, Omar Kayan, Hafiz van construyendo, m¨¢s que un pensamiento, un sentido distinto de percepci¨®n que en el poeta configura una dial¨¦ctica negativa ¡ªseg¨²n t¨¦rmino del propio autor¡ª, porque en la negaci¨®n encuentra la esencia de su b¨²squeda, su propio verbo. No es Ory, por otra parte, un poeta, ni oriental, ni orientalizado, ni tampoco desorientado ¡ªcomo han querido hacernos ver algunos cr¨ªticos de miras demasiado estrechas y nacionales¡ª, sino alguien que supo congelar la imagen del presente, aislarla de su pasado y su futuro, desnudarla de referencias aditivas e insuflarle vida desde su negaci¨®n. En esta voluntaria fragmentaci¨®n del tiempo logra Ory concentrar su mirada y, de un s¨®lo golpe, mostrarnos cuanto mira por dentro y por fuera, sin temor a las convenciones de la lengua y sin el vano prejuicio de la memoria.
Ory usa el lenguaje como un juego en continua creaci¨®n, capaz de remover las emociones m¨¢s internas del ser humano, pero tambi¨¦n de reforzar la integridad moral contra las imposiciones sistem¨¢ticas, manteniendo una constante rebeli¨®n contra todo tipo de gregarismo. Por ello, el aislamiento voluntario configur¨® en vida el territorio id¨®neo de su escritura y acrecent¨® el desd¨¦n por el aplauso f¨¢cil y la gloria de espuma.
Jos¨¦ Ramon Ripoll es poeta y periodista.
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