Podredumbre sevillana
La empresa Pag¨¦s, cuatro figuras modernas y la Real Maestranza lideran, a su pesar, una estrategia contra la fiesta de los toros
Por segundo a?o consecutivo, algunas de las figuras m¨¢s sobresalientes del escalaf¨®n han decidido dar la espalda a Sevilla. El ¨²ltimo ha sido Morante de la Puebla, que se ha dejado querer y ha roto la cuerda cuando m¨¢s da?o hac¨ªa; el primero fue Miguel ?ngel Perera, el de gesto m¨¢s adusto, quiz¨¢; quien m¨¢s explicaciones dio en su d¨ªa sobre el supuesto maltrato sufrido por la empresa sevillana, y que ha venido a decir que continua dolido, y que, tras la exitosa campa?a anterior, no le hac¨ªa falta volver a la Maestranza. Le sigui¨® El Juli, un lince agazapado tras la mata, con ese punto de altivez de quien se siente en la cumbre, que utiliza con sapiencia las medias verdades, con la comisura de los labios entreabierta y el silencio como norma. Y el tercero fue Talavante, que volvi¨® a hablar de maltrato sin m¨¢s explicaciones. En fin, que de los cinco toreros que vetaron en 2014 a la empresa sevillana, solo Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares ha rectificado.
El asunto es muy serio. Nadie es imprescindible, pero la hu¨ªda de cuatro grandes del toreo moderno se volver¨¢ a notar en las taquillas y repercutir¨¢ sobremanera en el ¨¢nimo de los aficionados.
?Qu¨¦ ha pasado?
No se sabe. El negocio taurino es una cueva trasnochada y tenebrosa en la que todo est¨¢ oculto, rec¨®ndito y secreto. Nadie explica nada. Ni los empresarios ni los toreros -el comunicado de Morante es un insulto a la inteligencia-. Eduardo Canorea y Ram¨®n Valencia, los gestores sevillanos, pidieron perd¨®n p¨²blicamente all¨¢ por el mes de diciembre, y se supone que se les habr¨¢n bajado los humos a la hora de negociar. Pero, por lo visto, no han sido razones suficientes. ?Ser¨¢ por n¨²mero de corridas? ?Por dinero, tal vez? ?Por un enfrentamiento personal irresoluble? No se sabe.
La rumorolog¨ªa apunta m¨¢s arriba: Alberto Bailleres, el potentado mexicano que apodera a Morante y Talavante, quiere hacerse con las riendas de la Maestranza y ha puesto en marcha una estrategia para hundir a la empresa Pag¨¦s y ofrecerse como salvador a la Real Maestranza, propietaria de la plaza. Pero se trata solo de un rumor que de ser cierto dir¨ªa muy poco de la catadura moral de su protagonista.
Por cierto, ?qui¨¦n tiene la culpa de la situaci¨®n creada?
Y qu¨¦ m¨¢s da quien la tenga. Lo ¨²nico cierto es que unos y otros son incapaces de encontrar una soluci¨®n y entre todos est¨¢n torpedeando las entra?as mismas de la fiesta de los toros. Unos y otros han perdido su dignidad profesional en la defensa ego¨ªsta de sus intereses personales.
Posiblemente, a tenor de lo sucedido, Eduardo Canorea y Ram¨®n Valencia nunca debieron ser empresarios de Sevilla. Ambos alcanzaron esa responsabilidad por la fuerza de la herencia, que ser¨¢ muy legal, pero se ha demostrado claramente injusta para la fiesta. Un empresario de la categor¨ªa que exige la Maestranza nunca hubiera permitido la situaci¨®n creada. Y si las circunstancias la crean, un empresario de verdad encuentra una soluci¨®n.
Posiblemente, a tenor de lo sucedido, ni Morante, ni El Juli, ni Talavante, ni Perera debieron ser nunca considerados figuras del toreo; porque ninguno de ellos es un revolucionario ni tiene la fuerza para echarse la fiesta sobre los hombros y liderarla hacia el futuro; pero entre los cuatro pueden hundirla irremediablemente.
Posiblemente, a tenor de lo sucedido, la Real Maestranza no es digna propietaria de la plaza, porque su papel de casera no le exime de responsabilidad en la b¨²squeda de soluciones. El sepulcral silencio mantenido hasta ahora por esta respetable instituci¨®n dice muy poco de su compromiso con la fiesta.
En fin, que Sevilla est¨¢ dominada por la podredumbre; que los taurinos -la empresa Pag¨¦s, cuatro figuras modernas y la Real Maestranza- est¨¢n luchando a brazo partido para acabar con la fiesta; y que los aficionados asisten sorprendidos y alucinados a una mal¨¦vola estrategia antitaurina de consecuencias tan predecibles como incalculables.
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