¡°La poes¨ªa me salv¨®¡±
Tras la publicaci¨®n reciente de una antolog¨ªa de su obra en ingl¨¦s, ahora trabaja en nuevos poemas y en la traducci¨®n de Lao Ts¨¦
Claribel Alegr¨ªa (Estel¨ª, Nicaragua; 1924) celebra a sus 91 a?os una producci¨®n literaria que le ha hecho merecedora de reconocimientos como el Premio Neustadt. Recientemente public¨® en ingl¨¦s una antolog¨ªa de su obra y ahora trabaja en nuevos poemas y en la traducci¨®n al espa?ol de Lao Ts¨¦, junto a su hijo. En esta entrevista se muestra agradecida con la vida y con la poes¨ªa que, dice, la salv¨® tras la muerte de su esposo, el escritor y diplom¨¢tico estadounidense Darwin J. Flakoll, hace 20 a?os.
Pregunta. Ernesto Cardenal dijo durante la celebraci¨®n de su cumplea?os que ¡°es muy desagradable tener esta edad¡±, llegar a los 90 a?os...
Respuesta. ?La carga es dif¨ªcil! Yo sigo amando la vida. No le temo a la muerte en absoluto. O vamos a ser s¨®lo cenizas que van a ayudarle a las plantas a crecer, o nuestra energ¨ªa se convertir¨¢ en ¨¢tomos de luz, o va a ser un viaje inesperado, que me guste. Me gusta pensar en eso. Aunque, mira, los achaques de la vejez te molestan. ?Pero ahora estoy aqu¨ª alegre y encantada de la vida! ?Me fascinan mis plantas, me fascina la gente inteligente, me fascina leer.
P. ?Qu¨¦ lee ahora?
R. Una novela maravillosa de Thomas Hardy, Jude the Obscure. Siempre estoy leyendo y releyendo, porque me parece fant¨¢stico eso de releer. Yo era una gran viajera, aunque ahora ya no puedo viajar, conoc¨ª los cinco continentes y cuando iba a una ciudad por tercera o cuarta vez me fascinaba m¨¢s que cuando la descubr¨ª. As¨ª me est¨¢ pasando con los libros. A Thomas Hardy lo conoc¨ª cuando era estudiante de la universidad, en Estados Unidos. ?Los a?os que han pasado! Y ahora me dio la curiosidad de volver a ¨¦l y me est¨¢ gustando much¨ªsimo.
P. ?Qu¨¦ le inspira?
R. Cualquier cosa. Es como un misterio. Algunos lo llaman La Musa, pero a veces yo me siento en este jard¨ªn sola, a escuchar m¨²sica, a ver a mis plantas y de repente ?tas! veo una lib¨¦lula que est¨¢ colgada de una hoja y eso me inspira. Y tambi¨¦n me pasan cosas raras. El doctor me dijo que ten¨ªa que caminar en mi casa por lo menos 15 minutos en la ma?ana y otros 15 en la tarde para no quedar tullida. Lo hac¨ªa cuando se me vino un poema, que se llam¨® Testamento, en el que digo que dejo a mis hijos una escalera con pelda?os rotos, podridos, que algunos est¨¢n intactos, y que la reparen, que la eleven, que suban por ella. Media hora m¨¢s tarde me siento en mi computadora y veo un mensaje de mi nieto mayor, que es pintor y vive en Estados Unidos, y me dice: ¡°Lala, porque as¨ª me llaman mis nietos, estoy pintando una cosa que no s¨¦ por qu¨¦ se me vino, es una escalera con pelda?os rotos, podridos, algunos buenos, y pens¨¦ en ti¡±. ?Decime si eso no es para erizar el cuerpo! Sali¨® hace como un a?o en Estados Unidos una antolog¨ªa m¨ªa muy completa, como de 400 p¨¢ginas, y le ped¨ª que para la tapa se usara esa pintura.
P. ?Trabaja ahora en alg¨²n nuevo proyecto po¨¦tico?
R. ?Estoy como pose¨ªda! Yo siempre escribo poemas cortos. Los poetas somos meros instrumentos de este oficio, y como todos los oficios es una maravilla y hay que hacer lo mejor que uno puede. Siempre he tenido la dicha de haber podido seguir mi oficio, porque creo que eso da felicidad.
P. ?Qu¨¦ se podr¨ªa hacer para alentar a esos j¨®venes, para que la poes¨ªa nicarag¨¹ense siga siendo una producci¨®n de vanguardia en Am¨¦rica Latina?
R. Aconsejarles que lean, que escriban y que no se apresuren a publicar, porque eso es muy malo. Si ten¨¦s ¨¦xito se te puede subir a la cabeza y repetirte; si no ten¨¦s ¨¦xito te pod¨¦s aflojar y decir ¡®esto no sirve de nada¡¯. Que no sea por esas cosas que escriban, sino por la necesidad de expresarse, de comunicarse contigo mismo y con los otros. Para m¨ª la poes¨ªa es mi pasi¨®n y no s¨¦ qu¨¦ hubiera hecho sin ella cuando muri¨® mi marido. Es la manera m¨¢s directa de comunicarme conmigo y con los que amo. Yo aspiro a que mi poes¨ªa les llegue a todos.
P. ?La poes¨ªa fue su salvaci¨®n?
R. Una salvaci¨®n total. Mi marido y yo tuvimos una amistad enorme, y cuando ¨¦l muri¨®, hace ya 20 a?os, cre¨ª que el mundo se me ven¨ªa abajo y que ya no iba a escribir. Hice un viaje sola al Asia, donde no conoc¨ªa a nadie y nadie me conoc¨ªa, para buscar. Y vino la poes¨ªa y la poes¨ªa me salv¨®.
Babelia
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