La realidad y el deseo
Es la obra m¨¢s oscura de Garc¨ªa Lorca La dej¨® de escribir en 1930 y no se represent¨® hasta 57 a?os despu¨¦s Ayer se estren¨® como ¨®pera en un esperado montaje con luces y sombras
Convertir en ¨®pera una obra de teatro, al decir de su autor, ¡°irrepresentable¡± y, a buen seguro, inacabada, supone adentrarse en el terreno de lo imposible. La idea parti¨® de Gerard Mortier y, con una fe y un coraje encomiables, recogieron el guante el compositor Mauricio Sotelo y el escritor Andr¨¦s Ib¨¢?ez. La obra en cuesti¨®n, El p¨²blico, es uno de esos frutos del Federico Garc¨ªa Lorca m¨¢s rec¨®ndito, silenciados y semiocultos durante d¨¦cadas. Cuando vio por fin entre nosotros la luz de las tablas en un montaje a¨²n recordado de Llu¨ªs Pasqual en el Teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid el 16 de enero de 1987, Eduardo Haro Tecglen, en estas mismas p¨¢ginas, la calific¨® de un ¡°auto sacramental invertido, una eucarist¨ªa laica¡±. Y ese mundo de polaridades y ox¨ªmoros le cuadra a la perfecci¨®n, porque los temas mayores que en ella parecen abordarse remiten, en ¨²ltima instancia, a la dualidad elegida por Luis Cernuda para titular su propia obra po¨¦tica: la realidad (o verdad, en contraposici¨®n al enga?o y las m¨¢scaras del teatro) y el deseo (la pulsi¨®n sexual, que no el amor).
Ib¨¢?ez, muy respetuoso con el irregular texto original, lo ha ordenado y estructurado ¡ªsin deformar ni aclarar¡ª para hacer posible su tratamiento musical. Compositor y libretista colaboraron ya en Dulcinea y han demostrado entenderse bien: Sotelo hace incluso un gui?o a su amigo cuando cita el recurrente dise?o inicial del Scherzo de la S¨¦ptima Sinfon¨ªa de Bruckner, un autor muy admirado por el escritor, al final del primer acto y en pleno frenes¨ª revolucionario del segundo. Otra clara referencia, en este caso al ¡°Silenzio!¡± del Conde en Las bodas de F¨ªgaro de Mozart, reclama un entronque con la m¨²sica del pasado. El escoramiento hacia el futuro llega con la relevancia del flamenco, una presencia frecuente en el cat¨¢logo de Sotelo y que puede causar cualquier cosa menos extra?eza arropando un texto de un impulsor, con Manuel de Falla, del primer Concurso de Cante Jondo en 1922. Sole¨¢s, seguiriyas, buler¨ªas y tangos brindan muchos de los mejores momentos de esta ¨®pera, con una escritura vocal muy exigente para los cantaores que hace que, por comparaci¨®n, la elegida para el resto del reparto suene excesivamente convencional y, a ratos, incluso anodina. La mejor excepci¨®n es el aria de Julieta, donde Sotelo corre muchos m¨¢s riesgos, afila su inspiraci¨®n y logra crear una escena verdaderamente oper¨ªstica para una moderna Zerbinetta. Y la peor confirmaci¨®n es el insulso d¨²o del Director y el Prestidigitador, que funciona, en cambio, como un inc¨®modo anticl¨ªmax, corregido en buena medida por el soberbio solo para viol¨ªn que cierra la ¨®pera (con ecos lejanos del que introduce el Erbarme dich bachiano), feliz corolario de una parte instrumental inventiva y minuciosa, reforzada ocasionalmente por la electr¨®nica y con hallazgos puntuales soberbios, como el uso del acorde¨®n en el d¨²o del l¨¢tigo, la imitaci¨®n de la m¨²sica gagaku japonesa al final del primer acto, las oleadas musicales durante la proyecci¨®n de la escena de los semidioses o las partes obbligato ¡ªen la mejor tradici¨®n barroca¡ª para heckelf¨®n y clarinete contrabajo en dos breves saetas del Caballo primero.
Pablo Heras-Casado, granadino como Lorca, concert¨® con f¨¦rrea seguridad
Pablo Heras-Casado, granadino como Lorca, concert¨® con f¨¦rrea seguridad, sin alharacas, y mostr¨® una empat¨ªa admirable con la partitura al frente de uno de los mejores grupos del mundo en la interpretaci¨®n del repertorio contempor¨¢neo, el Klangforum Wien. Se lucieron muchos de sus solistas, muy especialmente Annette Bik, y justificaron la decisi¨®n sin duda m¨¢s que onerosa de haber hecho de Madrid su sede durante varias semanas. Del reparto anunciado originalmente han ca¨ªdo, por fortuna, varios nombres extranjeros que habr¨ªan naufragado sin duda en los pasajes hablados. Jos¨¦ Antonio L¨®pez, buen cantante, pero actor y declamador limitado, compuso un Director monocorde y alicorto. A mucho mejor nivel ray¨® la Julieta de Isabella Gaud¨ª, una grat¨ªsima sorpresa, que cant¨® con aplomo su endiablada aria. La otra buena noticia del reparto fue Thomas Tatzl, magn¨ªfico por voz y empaque, sobre todo en su cometido como Figura de Cascabeles. Y excelentes los dos cantaores, Arc¨¢ngel y Jes¨²s M¨¦ndez, que no se habr¨¢n visto en muchas como esta. En las ant¨ªpodas de todos ellos, la direcci¨®n esc¨¦nica de Robert Castro, huera y banal, sin esos destellos de talento de su valedor, Peter Sellars, y sin iluminar las numerosas zonas de sombra de la obra, aunque justo es decir que se encontr¨® con el pie forzado de una ingrata escenograf¨ªa blanquinegra y un vestuario atroz ¡ªa veces con horribles dejos carnavalescos¡ª perpetrados por dos nombres (Alexander Polzin y Wojciech Dziedzic) habituales en proyectos recientes del Teatro Real (La conquista de M¨¦xico, Boris Godunov, Lohengrin): los resultados han sido ahora tan o m¨¢s pobres que entonces. El exceso de coreograf¨ªa acaba por tener un efecto distanciador y los movimientos espasm¨®dicos de los enfermeros en el segundo acto remedaron convulsiones similares de los cad¨¢veres en Alceste o los camareros en Les contes d'Hoffmann. Sotelo ha dedicado su ¨®pera a Gerard Mortier y su esp¨ªritu ¡ªpara lo bueno y para lo mucho menos bueno¡ª sobrevol¨® el estreno.
Lo que parece fuera de toda duda es que lo que se dilucida en El p¨²blico, sea lo que fuere, tambi¨¦n nos concierne m¨¢s, nos toca mucho m¨¢s de cerca, que lo que ofrecieron los anteriores estrenos auspiciados por el gestor belga en el Teatro Real: The Perfect American y Brokeback Mountain, dos fiascos musicales y dramat¨²rgicos considerables. Y si la recuperaci¨®n de la obra de Lorca tuvo en 1987 fuertes resonancias hist¨®ricas y culturales, bueno ser¨ªa que esta ambiciosa y parcialmente lograda metamorfosis oper¨ªstica ¡ªdeseo y realidad, ahora en su acepci¨®n m¨¢s inmediata, no siempre van de la mano¡ª tambi¨¦n las tenga por cuanto viene a confirmar que este texto audaz, esquivo y vanguardista de un Federico visionario ha dejado de ser definitivamente, por volver a Cernuda, ¡°memoria de una piedra sepultada entre ortigas¡±.
El p¨²blico del estreno de El p¨²blico lo acogi¨® respetuoso y complaciente. Pero hay otros p¨²blicos: que pasen. Y que vean y escuchen por s¨ª mismos.
EL P?BLICO
M¨²sica de Mauricio Sotelo. Libreto de Andr¨¦s Ib¨¢?ez. Con J. A. L¨®pez, Arc¨¢ngel, T. Tatzl e I. Gaud¨ª, entre otros. Klangforum Wien y Coro Titular del Teatro Real. Direcci¨®n musical: Pablo Heras-Casado. Direcci¨®n esc¨¦nica: Robert Castro. Estreno absoluto. Teatro Real, hasta el 13 de marzo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.