?ngela de la Cruz: ¡°Despegu¨¦ rompiendo el marco¡±
La artista repasa una vida marcada por la lucha por el arte y la salud. Tras ser reconocida en la esfera internacional, expone una retrospectiva en Galicia
Hay tres momentos esenciales para comprender la vida y la obra de ?ngela de la Cruz (A Coru?a, 1965), una de las artistas espa?olas vivas m¨¢s reconocidas internacionalmente, a la que la Fundaci¨®n Seoane en A Coru?a dedica una retrospectiva hasta el 18 de mayo. Tres acontecimientos, separados cada uno por 10 a?os, que constituyen una curiosa escala descendente en el grado de intervenci¨®n de la artista en su propia suerte: el primero fue voluntario, el segundo fue inconsciente y, el ¨²ltimo, totalmente fortuito.
El primero es el d¨ªa de 1987 en que, siguiendo la llamada del after punk, decide viajar a Londres, ciudad en la que a¨²n hoy reside. Aqu¨ª encontr¨® el amor la misma semana en que lleg¨® y aqu¨ª ha desarrollado toda su carrera art¨ªstica. El segundo, en 1996, es el d¨ªa en que, atascada en su proceso creativo y afectada por la muerte de su padre, algo la llev¨® a destrozar el lienzo que ten¨ªa ante s¨ª. Aquel impulso, que a¨²n hoy no se explica del todo de d¨®nde surgi¨®, le proporcion¨® ¡°un camino propio¡±, explica, por el que ha discurrido como artista desde entonces.
Y el tercer momento lleg¨®, en 2006, en forma de un violento derrame cerebral. Fue el d¨ªa despu¨¦s de ver en una ecograf¨ªa el embri¨®n de dos meses de la que ser¨ªa su ¨²nica hija. Sufri¨® un ataque que la llev¨® al coma y le hizo pasar los siguientes dos a?os postrada en una cama de hospital. Despu¨¦s de una dura rehabilitaci¨®n, est¨¢ en una silla de ruedas y con serias dificultades para expresarse con la voz. Pero con la cabeza intacta para seguir desplegando su sentido del humor y para seguir ahondando, con m¨¢s sosiego y ayudada por un equipo de asistentes, en un lenguaje art¨ªstico personal¨ªsimo.
Su cuerpo, su motricidad alterada, su dram¨¢tica transformaci¨®n. La propia artista est¨¢ en cada una de sus obras, por dif¨ªcil que resulte detectarla a simple vista. Est¨¢ en las huellas paralelas de sus ruedas que atraviesan un lienzo cubierto de pintura fresca. En las cajas de aluminio abolladas, llamadas Compressed, cuya estatura original era la de la artista en pie, pero que han sido aplastadas por una fuerza desconocida hasta dejarlas a la altura que ahora alcanza sentada en su silla. Est¨¢ la intimidad, lo que protege, en los Rolls, lienzos enrollados que ocultan lo que debiera exhibirse. Est¨¢ el desaf¨ªo a sus l¨ªmites en esos Tight, telas colocadas en marcos sobredimensionados, que se estiran con un sistema de palancas intentando abarcar todo el espacio que deja el bastidor. Hasta sus fracasos est¨¢n: cuando un lienzo no ha alcanzado el resultado que la artista ten¨ªa en su cabeza, se arruga, y la bola de lienzo se convierte tambi¨¦n en obra de arte.
Sufri¨® un ataque que la llev¨® al coma y le hizo pasar los siguientes dos a?os postrada en una cama de hospital
?ngela de la Cruz se encuentra en la planta baja de su estudio en el oeste de Londres. De las paredes cuelgan algunas piezas para una pr¨®xima exposici¨®n. Frente a ella, un potente ordenador con todas sus ideas y archivos de im¨¢genes. A su lado, Ana, su inseparable asistente, que se ofrece a ejercer tambi¨¦n de int¨¦rprete de su voz quebrada.
¡°Llego al estudio cada d¨ªa hacia la una y me quedo hasta las cuatro y media¡±, explica De la Cruz. ¡°Ahora soy muy disciplinada. Trabajo en casa por las ma?anas y luego aqu¨ª. Cuando llego tengo ya claro lo que quiero hacer. Me he convertido, de alguna manera, en una directora de cine¡±.
Lleva ya m¨¢s tiempo en Londres del que pas¨® en Espa?a. Sigue la actualidad del pa¨ªs, asegura, y le da ¡°mucha pena¡± lo que ve. ¡°Aqu¨ª vas a los hospitales y todos los enfermeros son espa?oles¡±, cuenta. ¡°En Espa?a est¨¢ todo el mundo cagado¡±.
Le resulta emocionante, dice, esta exposici¨®n en A Coru?a, la ciudad donde naci¨® y vivi¨® su ni?ez. ¡°Me cost¨® mucho decidirme¡±, asegura. ¡°Lo he hecho por motivos sentimentales¡±.
Segunda de los cinco hijos de un pod¨®logo y una economista, De la Cruz recuerda su ni?ez en Galicia como una sucesi¨®n de castigos. ¡°Deb¨ªa de ser un co?azo de ni?a¡±, admite. Aunque ya se sent¨ªa atra¨ªda por la pintura, acab¨® estudiando Filosof¨ªa en Santiago ¡°porque los chicos m¨¢s guapos estaban all¨ª¡±. ¡°Aparte de la frivolidad¡±, admite entre risas, ¡°sent¨ªa curiosidad por la filosof¨ªa. Aunque a m¨ª lo que me gustaba era salir¡±.
As¨ª que en cuanto pudo se vino a Londres. Fue en 1987. ¡°A m¨ª me encantaba la m¨²sica¡±, recuerda. ¡°New Order, Cabaret Voltaire¡ Vine para ir a conciertos. Y para ver y vivir. Empec¨¦ de au pair en una familia india en el este de la ciudad. Y la primera semana conoc¨ª a mi novio, con quien sigo 27 a?os despu¨¦s¡±.
Su pareja, uno de los pilares de su vida, le ayud¨® a subsistir mientras ella enlazaba un trabajo precario con otro para financiarse los estudios de arte en aquellos ¨²ltimos a?os del thatcherismo. ¡°Trabaj¨¦, por supuesto, de camarera¡±, recuerda. ¡°Tambi¨¦n contando vasos en un almac¨¦n mexicano. De planchadora, aunque me echaron en una semana. De limpiadora en un hospital, donde dur¨¦ un mes. Y hasta vendiendo biblias en una librer¨ªa de art¨ªculos religiosos, ?yo, con lo poco religiosa que soy!¡±.
Un d¨ªa rompi¨® aquel marco y su carrera como artista empez¨® a despegar. Venci¨® su atasco creativo con aquel gesto, doblegando al fin esa ¡°figura autoritaria¡±. ¡°Comprend¨ª que el marco era un objeto opresor¡±, explica. ¡°Era como una espina dorsal r¨ªgida, y cuando la romp¨ª fue toda una liberaci¨®n¡±. Encontr¨® su lenguaje. Un lenguaje fascinante que no es ni pintura ni escultura, o es las dos cosas a la vez.
Su cuerpo, su motricidad alterada, su dram¨¢tica transformaci¨®n. La propia artista est¨¢ en cada una de sus obras, por dif¨ªcil que resulte detectarla a simple vista
Entonces lleg¨® el gran derrame. Vino precedido de un aviso en el verano de 2006. Un intenso dolor de cabeza la sorprendi¨® de vacaciones en Catalu?a, en plena calle. Le diagnosticaron un cavernoma. Aquella vez no pas¨® de un susto. ¡°Volv¨ª a casa como si nada¡±, recuerda. Tres meses despu¨¦s, mientras trabajaba en su estudio londinense para una exposici¨®n que iba a hacer en Lisboa, vino otra vez aquel dolor de cabeza ¡°bestial¡±. Su asistente la llev¨® al hospital, donde la ingresaron inmediatamente en la UCI. ¡°Pas¨¦ dos a?os en el hospital¡±, explica. Aunque algunos m¨¦dicos la recomendaron que no siguiera adelante con su embarazo, porque pon¨ªa en riesgo su propia recuperaci¨®n, ella decidi¨® seguir. Con una traqueotom¨ªa, alimentada por una sonda, sin poder mover un m¨²sculo del cuerpo, all¨ª dio a luz a su hija hace ocho a?os. Su obra m¨¢s querida, y la ¨²nica que cre¨® hasta finales de la d¨¦cada pasada.
De la Cruz ha descubierto otros placeres en la vida y otras fuentes de inspiraci¨®n. ¡°Antes no ten¨ªa tiempo para leer¡±, admite, ¡°y ahora me paso el d¨ªa leyendo. Comprend¨ª que, si quer¨ªa sobrevivir, ten¨ªa que hacer algo¡±.
Su regreso al mundo del arte fue sonado. La primera exposici¨®n que hizo ¡ªAfter, en el Camden Arts Centre londinense¡ª le vali¨® la nominaci¨®n al Premio Turner, quiz¨¢ el m¨¢s importante de las artes brit¨¢nicas. Un aut¨¦ntico circo, recuerda: ¡°Yo lo que quer¨ªa era que me dejaran trabajar. Pero todos los d¨ªas ten¨ªa entrevistas. Ahora me conoce m¨¢s gente, y eso supongo que es bueno. Pero no deja de ser un poco institucional¡±.
Arriba, en la planta superior de su estudio, Vasili y Luke, dos de los asistentes de la artista, aplican capas de pintura ¡ªespa?ola, ¡°ella solo utiliza la marca Mir¡±¡ª a uno de sus cubos de aluminio. ¡°Lo hacemos con pincel¡±, explican, ¡°para que sean piezas ¨²nicas, pinturas, no como las obras de Koons o Kapoor¡±. Vasili y Luke son j¨®venes artistas tambi¨¦n, y fue la admiraci¨®n por De la Cruz la que les llev¨® a trabajar en su estudio. Ahora su relaci¨®n con su obra es extremadamente intensa: pasan semanas con cada pieza. ¡°En una exposici¨®n ves cada obra en un minuto¡±, explica Vasili. ¡°Pero si convives tanto tiempo con ella, la pieza llega a penetrar en tu mente¡±.
¡°?ngela hace obras que f¨ªsicamente son lo que son¡±, contin¨²a Vasili. ¡°No solo lo parecen, no son una ilusi¨®n. Hay una verdad en su trabajo. Todas sus obras son tratadas como personas. Son personas en realidad. Tienen personalidad, da un valor antropom¨®rfico a estos materiales inertes. Su vida est¨¢ en cada una de estas obras¡±. Ahora esa vida, con la exposici¨®n titulada Escombros y comisariada por Carolina Grau, vuelve a su punto de partida. A Galicia, el lugar donde empez¨® la vida de ?ngela de la Cruz, antes de los tres momentos que la definieron.
?ngela de la Cruz. Escombros. Fundaci¨®n Luis Seoane. San Francisco, 27. A Coru?a. Hasta el 24 de mayo.
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