Carajal
Hay un carajal armado en Espa?a que ha situado a la polic¨ªa en medio del esperpento
Hay un carajal armado en Espa?a que ha situado a la polic¨ªa en medio del esperpento. Las televisiones dan cuenta de c¨®mo los cuerpos de seguridad son zarandeados de ac¨¢ para all¨¢, seg¨²n mande la verbena pol¨ªtica. Ellos se defienden con el corporativismo habitual. Uno de los lugares de conflicto es El Tarajal, donde el ahogamiento de emigrantes en el mar coincidi¨® con la orden de dispararles balas de goma mientras trataban de alcanzar a nado la costa. La transparencia y la proporci¨®n en las actuaciones est¨¢n enfangadas por una b¨²squeda a toda costa de eludir responsabilidades, lo que promueve la cerraz¨®n en el error.
La pol¨ªtica fronteriza despacha a las fuerzas de seguridad una papeleta inhumana. Por eso, a la hora de proceder al cumplimiento cabe compartir con la ciudadan¨ªa lo que consideren contradicciones, atentados a los derechos humanos, ¨®rdenes imposibles de cumplir y dem¨¢s traiciones del aparato legislativo contra los peones a pie de conflicto. Queremos saber lo que pasa en nuestras fronteras y las fuerzas de seguridad son las que nos pueden dar la m¨¢s aut¨¦ntica versi¨®n. A esto hay que sumarle participaciones bizarras de los cuerpos policiales en los casos de Francisco Nicol¨¢s, el seguimiento a B¨¢rcenas, la complicidad con Granados y, por supuesto, los encontronazos con Esperanza Aguirre e Ignacio Gonz¨¢lez. Ellos dos solitos van a acabar por sentar nueva jurisprudencia en sus enfrentamientos con funcionarios policiales, a los que contraponen la musculatura del poder.
Los l¨ªderes populares en la capital han abierto una brecha enorme. La ¨²ltima tiene que ver con la acusaci¨®n de chantajistas a dos comisarios. Tal carajal merecer¨ªa una respuesta razonada del Ministerio del Interior, aclaraciones y discurso claro. Pero no van por ah¨ª los tiempos, sino que adem¨¢s se mezclan con la calmosa designaci¨®n desde el dedo de Rajoy de los candidatos para las pr¨®ximas elecciones locales. Ah¨ª afuera, sencillamente parece que se le aplica a Gonz¨¢lez la medicina recetada por otros para tratar una dolencia llamada Tom¨¢s G¨®mez, que pudo haber sido, y ya no lo ser¨¢, su rival electoral, si es que ¨¦l llega a ser el candidato en t¨¢ndem con su maestra y predecesora en la presidencia de la Comunidad. En el zarandeo, a los polic¨ªas les ha correspondido un papel¨®n.
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