¡°Me duele hasta el alma ver que nuestra patria se desmorona¡±
El discurso del escritor mexicano Fernando del Paso en la entrega del Premio Jos¨¦ Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria
Se?oras y se?ores, querida familia, estimado Rafael Morcillo L¨®pez, director de la FILEY, estimado Jurado del Premio Jos¨¦ Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, distinguida profesora Sarah Poot-Herrera, distinguidos anfitriones meridenses, queridas Cristina Pacheco y Cristina Ruvalcaba, querido Rafael Tovar y de Teresa, querida Elena Poniatowska, queridos Vicente Quirarte y Elizabeth Corral:
¡°No amo a mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.¡±
As¨ª dice uno de los poemas m¨¢s hermosos y valientes que conozco, su autor es Jos¨¦ Emilio Pacheco. En seguida el poeta agrega:
¡°Pero (aunque suene mal)
dar¨ªa la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente, puertos, bosques, desiertos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
monta?as
-y tres o cuatro r¨ªos.¡±
En esta ocasi¨®n, en la que vengo aqu¨ª, a M¨¦rida, a aceptar y recoger un premio literario que lleva tu nombre, Jos¨¦ Emilio, quiero aprovecharla para decirte algunas cosas, a ti que fuiste mi amigo y mi colega durante tantos a?os y sobre todo que fuiste un gran poeta por m¨ª admirado, mi querido vate.
Quiero decirte que yo tambi¨¦n am¨¦ a tu manera a esa patria de los cuantos bosques y r¨ªos y de la ciudad monstruosa que fue tu cuna y la m¨ªa.
Quiero decirte lo que t¨² ya sabes: que hoy tambi¨¦n me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia.
Quiero decirte que a los casi ochenta a?os de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprend¨ª en la escuela y que hoy me s¨¦ solo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; s¨®lo cuando en ellos corre la sangre: Chenalh¨®, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas...?Qu¨¦ pena, s¨ª, qu¨¦ verg¨¹enza que s¨®lo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos ba?ados por la tragedia!
?Qu¨¦ pena tambi¨¦n, que aprendamos cuando estamos viejos que los rar¨¢muris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos hab¨ªan contado, y que s¨®lo conocimos por la vez primera cuando fueron v¨ªctimas de un abuso o de un despojo por parte de compa?¨ªas extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades!
?De qu¨¦ nos sirve recoger aqu¨ª y all¨¢ premios y reconocimientos mientras nuestro pa¨ªs se desprestigia ante los ojos del mundo"
Parece mentira, Jos¨¦ Emilio, que hayan pasado tantos a?os y todav¨ªa no hemos aprendido a no mancillar ese fulgor abstracto que alimentaba nuestra pasi¨®n por la patria.
?Qu¨¦ pena, s¨ª, qu¨¦ verg¨¹enza!
Querido Jos¨¦ Emilio: no me preguntes c¨®mo pasa el tiempo; hace poco m¨¢s de un a?o que te fuiste y no tuve oportunidad de hablar contigo de tantas cosas como hubiera querido. He sido un mal lector de tu obra y me arrepiento. Pero ahora estoy dispuesto a llenar este vac¨ªo con el recuerdo de tus palabras, de tu presencia y de tu lucidez. Nunca como hoy d¨ªa me pregunto qu¨¦ hicimos, Jos¨¦ Emilio, de nuestra patria, a qu¨¦ horas y cu¨¢ndo se nos escap¨® de las manos esa patria dulce que tanto trabajo les cost¨® a otros construir y sostener. ?Ay, Jos¨¦ Emilio! S¨ª, dime cu¨¢ndo empezamos a olvidar que la patria no es una posesi¨®n de unos cuantos, que la patria pertenece a todos sus hijos por igual, no s¨®lo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: tambi¨¦n a aquellos que la sufren en silencio.
T¨² mismo lo dijiste: los pobres, tarde o temprano ellos, en masa, heredar¨¢n la tierra. T¨² nos invitaste a admirar su paciencia. Pero... ?hasta cu¨¢ndo, Jos¨¦ Emilio, hasta cu¨¢ndo? Ese d¨ªa no parece llegar nunca: el Apocalipsis, como t¨² dices, todav¨ªa tiene que dar paso a varios comerciales y el centauro y el unicornio no han resucitado a¨²n.
Cuando me enter¨¦ que hab¨ªa sido honrado con el premio que lleva tu nombre, Jos¨¦ Emilio, una andanada de recuerdos se me vino encima. ?ramos muy j¨®venes y ten¨ªamos toda la vida por delante y toda la patria tambi¨¦n... ?Pero qu¨¦ patria dime, la de nuestros padres, la de nuestros abuelos o la sola patria nuestra?
?ramos j¨®venes, s¨ª, y ten¨ªamos una enorme responsabilidad que cumplir: la de cuidar el patrimonio que hab¨ªamos heredado y cuya integridad se ha visto amenazada tantas veces. Dime, Jos¨¦ Emilio: ?cumplimos? Hoy que el pa¨ªs sufre de tanta corrupci¨®n y crimen, ?basta con la denuncia pasiva? ?basta con contar y cantar los hechos para hacer triunfar la justicia? ?Es ¨¦tico aceptar premios por nuestra obra y limitarnos a agradecerlos en p¨²blico, como lo hago en estos momentos? No lo s¨¦. Pero vale la pena plantear si nuestra posici¨®n sirve para algo.
¡°Algo se est¨¢ quebrando en todas partes¡±, dec¨ªas en uno de tus poemas. Algo, s¨ª, mi coraz¨®n ante todo lo que sucede a nuestro alrededor, y se quiebran mis palabras, ?Ay, Jos¨¦ Emilio yo no s¨¦ para qu¨¦ me meto en estos bretes, si bastar¨ªa acudir aqu¨ª y aceptar el premio! Pero no puedo quedarme callado ante tantas cosas que se nos han quebrado. ?Qu¨¦ se hizo del M¨¦xico post-68? Qu¨¦ proyecto de pa¨ªs tenemos ahora... ?Qu¨¦ proyecto tienen quienes dicen gobernarlo? Me permito citarte una vez m¨¢s, ¡°conozco tu pa¨ªs ¡ªdec¨ªa el gringo¡ª pas¨¦ una noche en Tijuana / ¨¦stas son las palabras que me s¨¦ de tu idioma: / puta, ladr¨®n, auxilio, me robaron¡±. ?En qu¨¦ se diferencian estas palabras de ¡°pol¨ªtico, autoridad, socorro, me extorsionaron¡±?
?Ay, Jos¨¦ Emilio!: ?Qu¨¦ hemos hecho de nuestra patria impecable y diamantina? Insisto, Jos¨¦ Emilio: no me preguntes c¨®mo pasa el tiempo. Lo que te puedo y quiero decir ahora es que estoy viejo y enfermo, pero no he perdido la lucidez: s¨¦ qui¨¦n soy, qui¨¦n fuiste y s¨¦ lo que estoy haciendo y lo que estoy diciendo. Lo ¨²nico que no s¨¦ es en qu¨¦ pa¨ªs estoy viviendo. Pero conozco el olor de la corrupci¨®n; dime Jos¨¦ Emilio: ?A qu¨¦ horas, cu¨¢ndo, permitimos que M¨¦xico se corrompiera hasta los huesos? ?A qu¨¦ hora nuestro pa¨ªs se deshizo en nuestras manos para ser v¨ªctima del crimen organizado, el narcotr¨¢fico y la violencia?
?Ay, Jos¨¦ Emilio! ?De qu¨¦ nos sirve recoger aqu¨ª y all¨¢ premios y reconocimientos mientras nuestro pa¨ªs se desprestigia ante los ojos del mundo... mientras M¨¦xico se mexicaniza para estar de acuerdo con sus pel¨ªculas y las m¨¢s negras de sus leyendas?
Es una verg¨¹enza que tengamos que vivir muchos a?os para enterarnos de la existencia de m¨¢s de sesenta lenguas en nuestro territorio"
?Ay, Jos¨¦ Emilio! ?Qu¨¦ vamos a hacer, qu¨¦ se puede hacer con veinte y tres mil desaparecidos en unos cu¨¢ntos a?os? ?O son veinte y tres mil cuarenta y dos? ?Y c¨®mo sabemos quienes son culpables? ?O vamos a fabricar culpables por medio de la tortura, como es nuestra costumbre?
?Ay, Jos¨¦ Emilio! No s¨¦ qu¨¦ m¨¢s decirte. No sabes qu¨¦ triste estoy. Acepto el premio que tiene tu nombre, porque s¨¦ que se me da de buena fe, no sin antes subrayar que lo m¨¢s importante en la vida no es recibir galardones ¡ªaunque se merezcan¡ª sino denunciar las injusticias que nos rodean.
Te hablo Jos¨¦ Emilio, desde luego en espa?ol, la lengua que nos fue impuesta a sangre y fuego por los conquistadores, y que ahora es tan tuya y m¨ªa, como lo es de cualquier habitante de Espa?a misma, pero creo que tambi¨¦n es una verg¨¹enza que tengamos que vivir muchos a?os para enterarnos de la existencia de m¨¢s de sesenta lenguas en nuestro territorio, por ejemplo el wix¨¢rica o kickapoo, cada vez que el grupo ind¨ªgena que habla una de esas lenguas, sea v¨ªctima de un despojo, de un ultraje a la sacralidad de su territorio, o cuando el r¨ªo o los r¨ªos que lo sustentan se vean contaminados por una empresa minera o por la irresponsabilidad de las autoridades, o por la fracturaci¨®n salvaje en busca de petr¨®leo o gas shale que amenaza con consumir millones de litros de sus reservas acu¨¢ticas.
No me queda Jos¨¦ Emilio sino despedirme y para ello utilizar¨¦ la segunda lengua que se habla en esta hermosa ciudad anfitriona de M¨¦rida: el maya.
Gracias, Jos¨¦ Emilio y gracias a todos ustedes, espero que nos encontremos una vez m¨¢s cuando nuestro pa¨ªs sea de nuevo nuestro.
Y por si acaso mis palabras no hayan sido suficientemente explosivas, termino con una aut¨¦ntica bomba: ¡°En la esquina de un estanque / hab¨ªa un sapo / lo quise agarrar / pero se me escap¨®¡±.
Gracias.
Babelia
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