Cuando Delibes firmaba como Max
Un libro re¨²ne por primera vez las 390 caricaturas publicadas por el novelista
Con un portafolio repleto de dibujos bajo el brazo, un joven de 20 a?os llamado Miguel Delibes se present¨® el 10 de octubre de 1941 en el peri¨®dico vallisoletano El Norte de Castilla. ¡°Pase esta tarde, a las ocho, y le presentar¨¦ a la redacci¨®n¡±, le dijo el director tras ver sus caricaturas. Ese d¨ªa, Delibes (1920-2010) entr¨® a formar parte de un diario en el que de seguido fue cronista deportivo, cr¨ªtico de cine y que lleg¨® a dirigir 17 a?os despu¨¦s, sin dejar nunca sus retratos. En ese rotativo public¨® 390 caricaturas de actores, personajes p¨²blicos, toreros, personalidades de su Valladolid natal... que ahora por primera vez se han reunido en un libro editado por el peri¨®dico y la fundaci¨®n que lleva el nombre del novelista.
Solo cuatro d¨ªas despu¨¦s de su llegada al peri¨®dico, Delibes public¨® sus primeros dibujos, de trazos escuetos: dos jugadas de un partido de f¨²tbol, al que era muy aficionado. El autor que se dio a conocer con La sombra del cipr¨¦s es alargada (1948), con la que gan¨® el Premio Nadal, acud¨ªa habitualmente a ver a su Real Valladolid al viejo campo del Jos¨¦ Zorrilla.
De ah¨ª pas¨® a dibujar chistes deportivos, jerogl¨ªficos y personajes, 240, principalmente nombres del cine y otros espect¨¢culos. Tambi¨¦n retrat¨® a mandatarios: Mussolini, P¨¦tain, P¨ªo XII o Churchill. Siempre extranjeros para no chocar con la censura franquista de la Ley de Prensa de 1938. ¡°Era muy arriesgado, te expon¨ªas a que no le gustase al interesado y te sancionaran a ti y al peri¨®dico¡±, cont¨® el autor a su bi¨®grafo, Ram¨®n Garc¨ªa Dom¨ªnguez.
Delibes firmaba sus caricaturas con el seud¨®nimo Max (tres letras por su nombre, el de su esposa, ?ngeles, con la que se cas¨® el 23 de abril de 1946, y la X de la inc¨®gnita de su futuro). Mientras que su estilo como dibujante era el trazo sencillo y limpio y en un tono casi ingenuo, en paralelo forja unas novelas con retratos ¨¢speros, duros, como el t¨®pico atribuye al car¨¢cter castellano. "Yo era plenamente consciente de que no sab¨ªa dibujar. Ten¨ªa afici¨®n y una habilidad innegable para reproducir con el l¨¢piz los rostros de algunas personas, pero nada m¨¢s", cont¨® el escritor en un art¨ªculo en el diario Abc en 1990. Esa afici¨®n la traslad¨® a los ex¨¢menes orales que hac¨ªa a sus alumnos en la Escuela de Comercio de Valladolid. Estos contaban que Delibes les hac¨ªa su caricatura mientras les interrogaba, y lleg¨® a correr el bulo, desmentido entre risas por el propio autor, de que si al final tachaba el dibujo con una cruz, el alumno hab¨ªa cateado.
El autor de t¨ªtulos como Cinco horas con Mario o Los santos inocentes reflexion¨® con sorna en un art¨ªculo en El Norte de Castilla sobre su labor de dibujante: ¡°La caricatura consiste en hacer feo a quien no lo es y horrible a quien lo es¡±. Al ver sus caricatos, queda claro que Delibes nunca busc¨® ridiculizar ni ensa?arse con nadie.
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