Cuernos, hormonas y posproducci¨®n
La final de la cuarta edici¨®n de '?Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo?' cerr¨® anoche un rosario de ocho folletines, perd¨®n, entregas, en que lo m¨¢s natural era el pelazo de Luj¨¢n Arg¨¹elles
Markus, Daniel en el Registro Civil, lo dijo alto y claro: ¡°Quiero encontrar un put¨®n familiar¡±, con lo que luego nadie pod¨ªa llevarse a enga?o. El poeta, un maromo gallego guapito de cara y chulazo de espaldas, someti¨® a la prueba del destornillador a sus diez candidatas mediante el expeditivo m¨¦todo de introducirles la lengua hasta la tr¨¢quea, y dej¨® para la decisi¨®n final a dos aspirantes antag¨®nicas. Sara, la tetona laxa. Y Roc¨ªo, la bella discreta. Para terminar de testarlas, primero se acost¨® con el ¡°put¨®n¡±, obviamente y, solo despu¨¦s, eligi¨® a la ¡°familiar¡± haciendo bueno el dicho preconstitucional de que los hombres se acuestan con las frescas pero se casan con las decentes. Todo muy moderno y muy fino y muy igualitario. Y bastante divertido, esa es la noticia.
La final de la cuarta edici¨®n de ?Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo?, en Cuatro, cerr¨® anoche un rosario de ocho folletines, perd¨®n, entregas, en las que lo m¨¢s natural, con diferencia, era el rubio del pelazo de Luj¨¢n Arg¨¹elles, su impagable presentadora. El planteamiento est¨¢ m¨¢s visto que las mamas de Bel¨¦n Esteban. Cinco solteros, uno de ellos gay por aquello de la cuota reglamentaria, se presentan como mirlos blancos en busca de su media naranja, f¨¦rreamente escoltados por sus santas madres como juezas y parte. Y una horda de mancebas tan necesitadas de var¨®n ¨Co de cuota de pantalla- como para someterse voluntaria y encantadamente al escarnio p¨²blico de que te den calabazas en horario de m¨¢xima audiencia compiten por sus favores, incluidos los sexuales, si se tercia.
"El c¨¢sting, el guion y la posproducci¨®n son las claves del ¨¦xito del formato"
Ni que decir tiene que ellos, y ellas, son para echarles de comer aparte. Adem¨¢s del esteta de Markus, uno de ellos es un multimillonario en Ferraris e indigente en amor del de las pel¨ªculas. Otro, cineasta alternativo con una madre hipercontroladora vieja reina de la belleza. Un tercero con un Edipazo de manual de psiquiatr¨ªa, serio d¨¦ficit de atenci¨®n, y una madre bruja, valga la redundancia. Y el cuarto, Sandro, un gay sevillano m¨¢s tierno que el osito Mimos¨ªn capaz de llorar a moco tendido porque su amado le ha regalado un coraz¨®n de pl¨¢stico hecho con un botell¨ªn de agua. Flora y fauna hacen su parte. Los aquelarres entre las madres de las criaturas. Los duelos de divas entre suegras y nueras. Y los numeritos de celos, los intercambios de fluidos corporales y las luchas en el barro, hacen el resto.
Nada nuevo en la parrilla, si no fuera porque el espacio tiene una cosa que lo hace m¨¢s adictivo que el glutamato de los chinos. Bueno, una no, tres: el casting, el guion y la posproducci¨®n son las claves del ¨¦xito del formato. Los hilarantes efectos de sonido, las perlas cultivadas que salen por esas bocas, y, por ¨²ltimo pero no menos importante, los momos de Luj¨¢n, inmensa en su papel de v¨ªbora buena, derriten a las piedras. En plata: que mujeres mayores de edad y conscientes de sus derechos comunitarios se peleen por hombres incapaces de salir del vuelo de las faldas de sus madres es un misterio de la humanidad como otro cualquiera. ?QQCCMH? no pasar¨¢ a la historia de la ficci¨®n televisiva. Ni a la de la liberaci¨®n de la mujer. Ni siquiera a la cuenta de resultados del informe PISA. Pero es un sainete choni de lo m¨¢s entretenido. A ellos y ellas que les quiten lo copulado. Y a nosotros, lo re¨ªdo. ?Pasa algo? Cada una tiene sus placeres culpables.
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