Las tumbas de Cervantes
¡°De aqu¨ª sacar¨¢n mis huesos, cuando el cielo sea servido que me descubran, mondos, blancos y ra¨ªdos, y los de mi buen rucio con ellos, por donde quiz¨¢ se echar¨¢ de ver qui¨¦n somos...¡± (Quijote,II, 55). As¨ª se lamentaba Sancho Panza, ca¨ªdo en una honda sima, de vuelta de Barataria. La palabra clave es quiz¨¢. En contradicci¨®n con algunos titulares, los probos estudiosos que han hurgado de arriba abajo las criptas de las Trinitarias no dicen que hayan encontrado los restos del novelista: dicen que es l¨ªcito pensar que se cuentan entre otros que han descartado como tales. (Ni una palabra sobre Catalina de Salazar). Quiz¨¢.
Quien primero se propuso rescatarlos, para transferirlos a una catedral o acomodo solemne, fue Jos¨¦ I, y ciertamente no en un sue?o et¨ªlico: orden¨® abrir una ¡°informaci¨®n cient¨ªfica¡±, con dos m¨¦dicos y un arquitecto. Como sab¨ªa Sancho, ¡°los cuerpos de los santos... los reyes besan los pedazos de sus huesos, adornan y enriquecen con ellos sus oratorios y sus m¨¢s preciados altares¡± (II, 8). Pero antes de la Ilustraci¨®n solo los sepulcros de los poderosos pod¨ªan convertirse en lugares de la memoria.
A la penuria en que muri¨® quiso sumar Cervantes la ejemplaridad y la modestia cristianas, haci¨¦ndose amortajar con el h¨¢bito de la Orden Tercera (la seglar) de San Francisco, para ir ¡°a la eterna vida / con la cara descubierta¡± (Francisco de Urbina, 1617). Pero ya otro admirador y amigo azucaraba la humilde realidad imagin¨¢ndolo inhumado en ¡°m¨¢rmol breve¡± o ¡°urna funesta, si no excelsa pira¡±.
En verdad, ni urna ni leches. Como fil¨®logo, me importa, y llevo a?os en ello, recuperar el texto del Quijote (o de cualquier otro libro) de acuerdo con la ¨²ltima voluntad del autor. Como pr¨®jimo, opino que lo m¨¢s justo es respetar en otros aspectos la que fue tambi¨¦n su ¨²ltima voluntad.
Creo que fue don Antonio Maura quien primero habl¨® de la ¡°tumba difusa¡± que es el convento de las Trinitarias. ?Qu¨¦ mejor tumba que todo un templo? Ay¨²dese a mantenerlo en el mejor estado y a agradecer la devoci¨®n de las buenas monjitas. P¨®nganse si se quiere en un sarc¨®fago com¨²n los miscel¨¢neos restos elegidos. C¨²mplase la voluntad de Miguel como ¨¦l quer¨ªa que se dejara ¡°reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no se le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a otra parte, ¡®haci¨¦ndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace¡± (II, 75).
Francisco Rico es acad¨¦mico de la RAE
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