C¨®mo descubr¨ª ¡®Cien a?os de soledad¡¯
La obra de Garc¨ªa M¨¢rquez, este domingo con EL PA?S
Lo confieso. A mis (casi) 27 a?os, a¨²n no he le¨ªdo Cien a?os de soledad. Me declaro culpable. Como atenuante alego que s¨ª he sufrido con las penurias de Relato de un N¨¢ufrago y vivido la pasi¨®n de El amor en tiempos del c¨®lera. Pero la historia del coronel Buend¨ªa y de Macondo a¨²n no hab¨ªa pasado por mis manos. Como condena, lo hago p¨²blico en estas l¨ªneas y como redenci¨®n, tengo que admitir que ya he empezado a leerlo. Todo aquel que se encuentre en mi situaci¨®n puede comprar este domingo con EL PA?S la primera entrega de la colecci¨®n Garc¨ªa M¨¢rquez, que se inicia precisamente con esta obra.
¡°No puedes trabajar aqu¨ª, y no haber le¨ªdo ese libro¡±, me dijo un redactor jefe de esta casa al conocer mi carencia. No pude hacer m¨¢s que darle la raz¨®n. Para sentirme un poco mejor hice un sondeo r¨¢pido ese mismo d¨ªa a mis allegados para saber cu¨¢ntos se encontraban como yo. La cosa estaba fifty fifty. As¨ª que me puse manos a la obra y esa misma noche me sumerg¨ª en sus p¨¢ginas.
¡°Muchos a?os despu¨¦s, frente al pelot¨®n de fusilamiento, el coronel Aureliano Buend¨ªa¡¡±
?Bien! Conozco el principio. La teor¨ªa, al menos, s¨ª que estaba controlada. Tambi¨¦n sab¨ªa de antemano que este libro es uno de los mejores ejemplos del realismo m¨¢gico, que se trata de una obra cumbre de la literatura y que Macondo, adem¨¢s del nombre de alg¨²n que otro bar, es el del pueblo ficticio de la familia Buend¨ªa. La LOGSE, LOMCE, LOE o la ley de educaci¨®n por la que me toc¨® pasar a m¨ª, cuyo nombre no memoric¨¦, no hab¨ªa hecho tanto da?o.
La hora y media de metro diaria (17 paradas de ida y de vuelta) es id¨®nea para una lectura urgente de algo que has retrasado m¨¢s a?os de la cuenta. Y que a tu jefe le parezca bien que leas a Garc¨ªa M¨¢rquez en horas de trabajo, tambi¨¦n ayuda. As¨ª me sumerg¨ª en los deseos de llegar m¨¢s all¨¢ del coronel Buend¨ªa, y los identifiqu¨¦ con esas dudas que asolan a muchos sobre si se encuentran en el sitio adecuado o deben lanzarse a explorar. Tambi¨¦n en las supersticiones de su mujer, ?rsula, siempre en busca de una aburrida estabilidad aunque acechada por miedos irracionales. Me reconoc¨ª en el primer amor y la inocencia de Jos¨¦ Arcadio y lament¨¦ la marcha del gitano Melqu¨ªades. Este es el inicio y sospecho que los trayectos de metro se me har¨¢n mucho m¨¢s cortos la pr¨®xima semana gracias a Gabo. No he hecho m¨¢s que empezar a descubrir aquello por lo que millones de lectores hab¨ªan pasado antes que yo y hab¨ªan elevado esta obra a la cumbre.
¡°Los lectores de Cien a?os de soledad son hoy una comunidad que si se uniera en una misma tierra ser¨ªa uno de los 20 pa¨ªses m¨¢s poblados del mundo¡±, apunt¨® el escritor colombiano en el homenaje que se le rindi¨® en 2007 en el Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola. Aunque haya tardado, yo formar¨¦ parte dentro de poco de ese pa¨ªs. Y de Macondo.
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