¡®Ego & Arrogancia¡¯
En un mundo rebosante de autoayuda, las aportaciones de Harvey Pekar a la autocomplicaci¨®n, a la disensi¨®n, no solo son necesarias, sino casi medicinales
En 1976, Harvey Pekar inaugur¨® su serie American Splendor. Guionizaba historias particulares, a veces propias y en otras retrato de personajes igual de complicados que ¨¦l, que eran dibujadas por grandes talentos del c¨®mic, como su amigo Robert Crumb. Si algo ten¨ªa Pekar era un car¨¢cter de empleado gris, pero asocial, tipo dif¨ªcil, que retrataba escenas de vida cotidiana. Fue la estupenda pel¨ªcula American Splendor, protagonizada por Paul Giamatti, la que relanz¨® la serie, que hab¨ªa comenzado autoeditada y asentada en la amistad con Crumb, con el que Pekar compart¨ªa la pasi¨®n por el jazz, y le convirti¨® en un h¨¦roe del underground. Pekar pas¨® a convertirse en un personaje reconocido y admirado y pod¨ªa contar incluso su paso por el Festival de Cannes o su a?o de lucha contra el c¨¢ncer en otras entregas de sus novelas gr¨¢ficas, trabajadas con dibujantes como Joe Sacco, Frank Stack, Joe Zabel o su habitual Gary Dumm.
Con cierto retraso ha llegado a Espa?a la edici¨®n de la entrega de American Splendor dedicada a un personaje llamado Michael Malice. Ego & Arrogancia, que es un t¨ªtulo maravilloso, retrata a esta especie de anarcoelitista que rabia contra la estupidez colectiva desde su atalaya intransigente y al¨¦rgica a lo solidario. M¨¢s que divertida, te obliga a rastrear en la peripecia de Malice, que ahora colabora en una tertulia de la cadena de negocios de Fox y fund¨® una p¨¢gina web de ¨¦xito que recoge conversaciones escuchadas al paso, Overheard in New York, en la que se encuentran joyas del surrealismo cotidiano. La marca se ha extendido a otras ciudades y convierte a los usuarios en surtidores de frases escuchadas en lugares y situaciones particulares.
Pero del empe?o de American Splendor sale un Pekar consolidado como uno de los m¨¢s certeros guionistas de novela gr¨¢fica, donde a la rabia personal no le falta un punto de vista preciso para los peque?os detalles. En un mundo rebosante de autoayuda, sus aportaciones a la autocomplicaci¨®n, a la disensi¨®n, no solo son necesarias, sino casi medicinales. Muerto en Cleveland hace cinco a?os por una sobredosis accidental de antidepresivos, Pekar despunta entre las letras dibujadas como uno de los grandes retratistas de la Norteam¨¦rica del cambio de siglo.
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