El c¨®mic baja a la mina
Alfonso Zapico rescata los acontecimientos que derivaron en la Revoluci¨®n de 1934 en Asturias en ¡®La balada del norte¡¯, una ambiciosa novela gr¨¢fica de 500 p¨¢ginas
Puede que una revoluci¨®n no traiga el futuro, pero seguro que regalar¨¢ algunos clich¨¦s. La que vivi¨® Asturias en 1934 dej¨® muchos muertos y no menos heridas en la memoria. Ocho d¨¦cadas despu¨¦s de aquellos d¨ªas, que anticiparon el salvajismo de la guerra que se agazapaba a la vuelta de la esquina, el historietista Alfonso Zapico ha decidido abordarlos en La balada del norte (Astiberri), una novela gr¨¢fica de 500 p¨¢ginas, evocadores grises de carb¨®n y bruma y textura de viejo papel de peri¨®dico.
Dividida en dos tomos ¡ªse acaba de publicar el primero¡ª, es un proyecto herc¨²leo, que entronca con la ambici¨®n de Dublin¨¦s, la primera biograf¨ªa gr¨¢fica de James Joyce, que convirti¨® al dibujante en el m¨¢s joven ganador del Premio Nacional de C¨®mic (2012).
Zapico arm¨® Dublin¨¦s a partir de entrevistas con especialistas y de viajes a las ciudades del escritor (que luego dar¨ªan un segundo ¨¢lbum delicado y personal: La ruta Joyce).
El m¨¦todo empleado en La balada del norte no difiere: documentaci¨®n y conversaciones con testigos o sus descendientes. El autor sortea la saturaci¨®n hist¨®rica con un recurso sencillo y eficaz, que va salpicando los cap¨ªtulos: la reproducci¨®n a doble p¨¢gina de una hipot¨¦tico peri¨®dico donde se resumen los hitos pol¨ªticos y sindicales de aquellos d¨ªas.
Para recrear la atm¨®sfera no tuvo que desplazarse. Aunque ahora reside en la ciudad so?ada por numerosos creadores de tebeos, Angulema (Francia), Zapico naci¨® en 1981 en Blimea, en plena cuenca asturiana. En ese lugar similar al que dibuja en tres tonos b¨¢sicos (blanco, gris y negro), en la ficci¨®n persisten las cicatrices del 34 y sus mitos. ¡°En el valle minero siempre se recuerda mucho, pero creo que con clich¨¦s. En verdad la gente no sabe nada. Al estar fuera pens¨¦ que podr¨ªa contarla sin prejuicios¡±, explica por tel¨¦fono el autor.
Apartarse para entender. ¡°Para m¨ª habr¨ªa sido muy dif¨ªcil hacerla en Asturias. Todo el mundo quer¨ªa que yo dibujara su versi¨®n de la historia cuando empec¨¦ a hablar con gente¡±. En los personajes de Apolonio, su hija Isolina, el marqu¨¦s y su hijo Trist¨¢n se condensan vilezas, grandezas, dudas y fatalidades, que debieron circular por el aire aquellos meses.
El marqu¨¦s multipropietario, patr¨®n de la mina Santa Aurelia, explota a sus obreros sin renunciar a un c¨®digo de conducta que hoy har¨ªa reir a cualquier inversor financiero: ¡°Nunca hago negocios con gente que vive entre dos lugares. La gente sin hogar es gente sin honor¡±.
Apolonio es un minero con autoridad moral, sin especial compromiso pol¨ªtico hasta que su sentido de la justicia le coloca al frente de las protestas de quienes bregan a diario con la soga al cuello. ¡°Listo, otro d¨ªa que libramos¡±, comentan con naturalidad los mineros mientras un ascensor les iza de nuevo al mundo exterior al concluir su jornada. Otro d¨ªa vivos.
El autor naci¨® en un pueblo minero similar al que dibuja en la ficci¨®n
En este primer tomo, Zapico expone el contexto previo al estallido de la Revoluci¨®n: la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica, la represi¨®n pol¨ªtica seguida por los gobiernos derechistas, la ebullici¨®n obrera y la brutalidad laboral. No hab¨ªa l¨ªmites. A la mina bajaban menores de 16 a?os. El alcoholismo acababa de enterrar lo que no mataba el carb¨®n. ¡°La gente ten¨ªa una vida miserable¡±, subraya el autor, que comenz¨® el proyecto hace m¨¢s de tres a?os. ¡°Los sueldos eran cada vez m¨¢s bajos y cada vez pasaban m¨¢s hambre. Adem¨¢s los mineros ten¨ªan p¨¢nico a las noticias que llegaban de Europa, con el auge de los fascismos¡±.
En Asturias triunf¨® lo que no prosper¨® en otro lado. Los sindicatos hicieron una tregua en sus hostilidades rec¨ªprocas y convocaron una huelga revolucionaria. Algunas p¨¢ginas de La balada del norte evocan al Novecento de Bertolucci, con sus marchas de explotados, conscientes de que su poder reside ¨²nicamente en la suma, en la intimidaci¨®n que ejerce la masa cuando se dispone a todo. ¡°Creo que he peleado bien. Quiz¨¢ porque no ten¨ªa gran cosa que ganar¡±, escribi¨® Albert Camus despu¨¦s de la fracasada revoluci¨®n asturiana. Puede que los mineros no tuvieran gran cosa que ganar, pero desde luego no ten¨ªan nada que perder.
Babelia
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