¡°Odio el sentimiento barato, pero mejor ese que ninguno¡±
Renata Adler vio en la novela la oportunidad de dar salida a las opiniones que, por ¨¦tica profesional, evitaba en sus art¨ªculos. Ahora se publica en espa?ol 'Lancha r¨¢pida'
Renata Adler (Mil¨¢n, 1938) fue cr¨ªtica de The New Yorker y de The New York Times. Sus piezas sobre derechos civiles, guerra y pol¨ªtica la erigieron como una de las mejores ensayistas americanas del siglo XX. Renata Adler lleva a¨²n su caracter¨ªstica trenza y habla como una t¨ªa exc¨¦ntrica de Wodehouse (¡°S¨ª. Creo que eso es¡ Verdad. ?Creo eso? S¨ª. S¨ª¡±), pero es todo lucidez. Dialoga en epigramas, no se le escapa una, tiene 77 a?os y es la persona m¨¢s brillante que yo he conocido hasta la fecha. Por fortuna, habl¨¦ con ella por tel¨¦fono, de otro modo habr¨ªa sido imposible terminar esto sin un fuerte ataque de tartamudez. Porque me impresiona: sus cr¨ªticas, su ingenio, su valor y sus dos incre¨ªbles novelas, Lancha r¨¢pida (publicada en ingl¨¦s en 1976, traducida ahora por Sexto Piso) y Pitch Dark (1983). Recuerden la famosa foto que le hizo Richard Avedon: Renata Adler parec¨ªa de joven una mezcla de nativa americana y guerrillera de Baader-Meinhof. Nunca cerr¨® la boca cuando le pidieron que la cerrara. La tacharon de arrogante, la despidieron de varios peri¨®dicos, la odiaron varios popes, ella se fue y ahora regresa con un nuevo libro de ensayos (After the Tall Timber: Collected Nonfiction). Bienvenida, Renata. Cre¨ªamos que te hab¨ªamos perdido.
PREGUNTA.?Hablemos de Lancha r¨¢pida. Re¨²ne varios atributos que no deber¨ªan gustarme (sin trama, fragmentado, vanguardista¡), pero me chifla. ?C¨®mo lo hiciste?
RESPUESTA.?Voy a confesarte algo: no s¨¦ contar chistes. Puedo usar una cantidad razonable de iron¨ªa, y puedo ser divertida en conversaci¨®n, y desde luego tengo sentido del humor y todo eso, pero no hay manera de que pueda contar un buen chiste. Nunca he sabido hacerlo. ?Y sabes por qu¨¦? Porque suelto la broma clave demasiado temprano. As¨ª que en la novela intentaba no soltar la conclusi¨®n, y para evitar eso segu¨ªa cortando, y cortando. Y al final desapareci¨® la trama.
No s¨¦ contar un chiste, porque suelto la broma demasiado pronto. As¨ª que en la novela intent¨¦ no soltar la conclusi¨®n¡±
P.?En una conversaci¨®n con Guy Trebay comparaste esa forma de trabajar con morder un hilo con los dientes.
R.?S¨ª. Esa es la analog¨ªa que yo har¨ªa. Iba soltando las an¨¦cdotas, y entonces les mord¨ªa la cabeza y las dejaba inconclusas. Les cortaba el final y entonces quedaban sueltas, sin el desenlace de cada historia. Cuando llegu¨¦ a Pitch Dark ya hab¨ªa concluido que otras cosas pod¨ªan sustituir la trama com¨²n. Empec¨¦ a pensar como si cada frase tuviese su propia trama. Al final utilizaba cada l¨ªnea como un refr¨¢n.
P.?Me preguntaba si el punto de vista del narrador part¨ªa de tu primera persona.
R.?Depende. En periodismo uno tiene que mantener un compromiso con la verdad y los hechos, pero no as¨ª en narrativa. Vi la novela como una forma de dar salida a todas esas opiniones que me negaba, por razones ¨¦ticas, a meter en mis art¨ªculos. Es un tema interesante, en cualquier caso, el de la verdad. Tienes una compulsi¨®n de registrar la verdad, pero puede ser un modo distinto de verdad. Puede ser verdad, aunque no sea objetivamente cierta.
P.?Tim O¡¯Brien dice que en sus libros existe una verdad que es mucho m¨¢s verdadera que los hechos, aunque en ella haya incorporado cosas que no sucedieron.
R.?Tim O¡¯Brien es un escritor maravilloso. Por supuesto, esto es as¨ª. Hay una narrativa que es m¨¢s verdadera que la verdad. Pero esto no puede aplicarse a la no-ficci¨®n. En no-ficci¨®n las fechas, los lugares, los hechos, los nombres tienen que coincidir. Tienes que estar haci¨¦ndote preguntas ¡ª?es esto relevante?, ?sucedi¨® as¨ª?¡ª que en narrativa no tienen peso alguno. Por eso ten¨ªa ganas de escribir una novela. Para poder hacer algo que me negaba en mi no-ficci¨®n.
Quer¨ªa que la gente sintiese y se preocupase y llorase si hac¨ªa falta. No quer¨ªa hacer un experimento vanguardista¡±
P.?Me parece un error fijarse en las caracter¨ªsticas avant-garde de Lancha r¨¢pida. Es un libro lleno de sentimiento y humor, y observaciones sagac¨ªsimas. Y nada c¨ªnico.
R.?No tengo ning¨²n problema con que la gente lo llame vanguardista, pero no creo que lo sea. Mi problema con la narrativa de cariz vanguardista es que tiende a desde?ar todo sentimiento y emoci¨®n como si fuesen sentimiento barato. Se bloquea la aparici¨®n del sentimiento. Esas novelas pueden utilizar la nostalgia, el ingenio, el di¨¢logo¡ Y pueden hacerlo muy bien. Pero son incapaces de incorporar la emoci¨®n. Me acuerdo de una discusi¨®n que tuvimos mi amigo Richard Avedon (el fot¨®grafo) y yo. Yo defend¨ªa las telenovelas, porque me gustaba que me hiciesen sentir de una manera o de otra. Que me importara que pasara esto en lugar de aquello otro. Richard me dijo, tal cual: ¡°Odio eso¡±. Quer¨ªa decir que odiaba que esas telenovelas le obligaran a emocionarse con trucos baratos. Yo le dije que tambi¨¦n odiaba el sentimiento barato, pero que prefer¨ªa tenerlo barato a no tener ninguno. Y Lancha r¨¢pida tiene mucha emoci¨®n, s¨ª. No quer¨ªa hacer un experimento avant-garde. Quer¨ªa que la gente sintiese y se preocupase y llorase si hac¨ªa falta.
P.?Muchas de tus reflexiones est¨¢n realizadas con una especie de desapego apasionado. ¡°Desapego apasionado¡±, ahora que lo pienso, podr¨ªa ser una buena etiqueta para tu estilo.
R.?Me gusta esa etiqueta. Con?ser?v¨¦mosla.
Lancha r¨¢pida. Renata Adler. Traducci¨®n de Javier Guerrero. Sexto Piso. Madrid, 2015. 216 p¨¢ginas. 20 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.