?Vivimos en la mentira?
La ca¨ªda de la prensa en manos irresponsables es una mordaza para la democracia
Ning¨²n sistema pol¨ªtico de protecci¨®n y respeto hacia sus ciudadanos como la democracia. De esclavos, siervos, s¨²bditos, ¨²nicamente con deberes; pasamos a ser ciudadanos, tambi¨¦n con derechos. La consolidaci¨®n del estado democr¨¢tico no fue f¨¢cil, ni continuada, ni igual a lo largo del siglo XX en los Estados occidentales. Todos, de manera directa o indirecta, sufrieron las convulsiones de los totalitarismos. Parec¨ªa que tras las contiendas b¨¦licas y las penurias sufridas, la reinstauraci¨®n de las libertades iban a traer, definitivamente, la paz, la concordia, el progreso, el bienestar y la estabilidad. Durante un tiempo, mientras se mantuvo la Guerra Fr¨ªa, parece que fue as¨ª. Despu¨¦s el mundo ha ido cambiando a tanta velocidad que hoy ya no se sabe qui¨¦n realmente lo gobierna, ?los pol¨ªticos, las multinacionales, los servicios de inteligencia¡? ?Qui¨¦n gobierna hoy el mundo? La sociedad democr¨¢tica se encuentra sola: desconf¨ªa del Estado, desconf¨ªa de los partidos pol¨ªticos, desconf¨ªa de sus representados, desconf¨ªa de sus jueces (los mejor parados en la obra de Eco), desconf¨ªa de sus Fuerzas Armadas, desconf¨ªa de sus empresarios y banqueros, desconf¨ªa de sus profesionales, hasta desconf¨ªa de instituciones seculares, mucho m¨¢s antiguas que la propia democracia, como es la Iglesia cat¨®lica. Todos estos estamentos, y muchos m¨¢s, est¨¢n salpicados por la corrupci¨®n. Una corrupci¨®n no legalizada pero en algunos casos s¨ª ¡°autorizada¡±. El individuo democr¨¢tico se siente solo, abandonado, inseguro, desamparado, esquilmado por los impuestos que vuelven a ser su ¨²nico cord¨®n umbilical con el Estado.
El individuo democr¨¢tico, que se siente desprotegido, a¨²n conf¨ªa en otro poder, el cuarto. A¨²n conf¨ªa en la prensa libre, independiente, ¨ªntegra, incorruptible. Pero ?qu¨¦ sucede cuando este poder controlador y creador de la opini¨®n p¨²blica tambi¨¦n participa de los mismos males? Pero ?qu¨¦ sucede cuando los medios de comunicaci¨®n escritos y audiovisuales mienten, enga?an, son c¨®mplices de las manipulaciones del poder, o ellos mismos quieren convertirse en un poder paralelo? ?Qu¨¦ sucede cuando los periodistas en vez de investigar, comprobar, cerciorarse de sus fuentes e informar de la verdad utilizan la imaginaci¨®n, utilizan la ficci¨®n como un g¨¦nero period¨ªstico que no literario? Mentiras, silencios, complicidades con las redes corruptas. Las noticias e informaciones transformadas en chantajes, extorsiones, rumores, comunicados interesados, insinuaciones, sombras sobre personas honorables. ?Qu¨¦ sucede cuando el periodismo libre e independiente, pilar insustituible de la democracia, se derrumba ante los intereses de un rico propietario prepotente dispuesto a la manipulaci¨®n de la informaci¨®n y la opini¨®n para alcanzar las m¨¢s altas instancias del poder pol¨ªtico y crear un nuevo totalitarismo moderno con falsos atuendos democr¨¢ticos? ?Qu¨¦ sucede cuando no son las noticias las que hacen el peri¨®dico, sino el peri¨®dico el que crea las noticias seg¨²n sus propios intereses?
Esta falsa novela de Eco podr¨ªa ser un ensayo, pero lo enmascara bajo una ciencia-ficci¨®n no del futuro sino del pasado-presente
La ca¨ªda de la prensa en manos irresponsables es la mordaza que los corruptos imponen a la democracia y significa la destrucci¨®n de las ra¨ªces de la democracia misma. Un periodismo que solo sirve para fabricar dossiers. Esta falsa novela de Eco podr¨ªa ser un ensayo, pero lo enmascara bajo una ciencia-ficci¨®n no del futuro sino del pasado-presente, es todo un alegato contra el estado de ruina en el que ha devenido la sociedad italiana desde el fascismo hasta nuestros d¨ªas. Un alegato demoledor. En una ficci¨®n literaria no hay por qu¨¦ demostrar nada de lo que se dice, por lo tanto la realidad de lo que se cuenta queda en manos de la reflexi¨®n de cada lector. Pero el lector avizor se dar¨¢ cuenta de que lo que habla Eco, m¨¢s all¨¢ de los aditamentos novelescos, tiene muchos visos de verosimilitud. A veces la realidad sobrepasa a la imaginaci¨®n.
?Mussolini vivi¨®, sobrevivi¨®, fue apoyado por los americanos para combatir al comunismo? Desde luego su ideolog¨ªa no desapareci¨®. La pol¨ªtica italiana est¨¢ repleta de oscuridades que Eco trata de sacar a la luz: ¡°La sombra de Mussolini, dado por muerto, domina todos los acontecimientos italianos. Yo dir¨ªa que desde 1945 hasta hoy, y su muerte real desencadena el periodo m¨¢s terrible de la historia de este pa¨ªs, implicando al stay-behind, a la CIA, a la OTAN, a la Gladio, a la logia P2, a la Mafia, a los servicios secretos, a los altos mandos militares, a ministros como Andreotti y a presidentes como Cossiga y, naturalmente, a buena parte de las organizaciones terroristas de extrema izquierda, debidamente infiltradas y manipuladas. Por no decir que Aldo Moro fue secuestrado y asesinado porque sab¨ªa algo y habr¨ªa hablado¡¡±. La pol¨ªtica italiana est¨¢ repleta de connivencias entre todos los estamentos del Estado de un lado y de otro. ?Berlusconi (al que no se le cita pero est¨¢ omnipresente), un nuevo caudillo? Quiz¨¢ lo intent¨®.
El estado de enfermedad de la democracia italiana puede encontrarse en una fase m¨¢s peligrosa que el resto de las democracias occidentales, pero las otras tambi¨¦n deben tomar buena cuenta de sus males. El periodismo es un eje fundamental para la regeneraci¨®n, un faro que debe iluminar los pecados mortales de los dem¨¢s y los propios. No hay sociedad libre sin prensa libre. Algo tan sencillo pero, a la vez, algo tan dif¨ªcil.
C¨¦sar Antonio Molina?es escritor, exministro de Cultura y director de La Casa del Lector de Madrid.
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