J¨®venes de amargo futuro
El escritor lamentaba la p¨¦rdida de toda una generaci¨®n
Estaba algo m¨¢s grueso; ten¨ªa la cara que se le recuerda cuando estaba enfadado, pero le faltaba poco para estallar en una carcajada infantil, satisfecha. En esta ocasi¨®n, cuando empezaba su ¨²ltima primavera, re¨ªa ante los visitantes como si fuera su cumplea?os. Su ropa era la del le?ador cansado: zapatones para el barro, pantalones de pana muy tupida, chaqueta, todo entre el rojo y el ocre, y su pipa. Se cansaba a veces, su enfisema era ya su compa?ero de viaje, del ¨²ltimo viaje, y respiraba como un volc¨¢n triste. Pero, no, no quer¨ªa el respirador, quiz¨¢ por coqueter¨ªa.
Y por coqueter¨ªa sigui¨® fumando su pipa, tan suya como el bigote tupido de sus autorretratos. En la sala de calor de la casa empez¨® a hablar, de pol¨ªtica, claro; su obsesi¨®n por la pol¨ªtica halla su primera met¨¢fora en El tambor de hojalata, pero la cultiv¨® en todos los g¨¦neros. En esta ocasi¨®n la pol¨ªtica dicha en su cuarto de estar blanco, rodeado de dibujos suyos, herederos todos de la presencia de Goya en su mente y en su vida, ven¨ªa de lo que pensaba de la situaci¨®n amarga de los j¨®venes de hoy.
Abuelo y bisabuelo, Grass tiene en su enorme familia ejemplos variados de la dura vida del joven de hoy. Esa fue la chispa de su primera reflexi¨®n¡ Hablaba de los j¨®venes en Espa?a y Portugal (ten¨ªa una casa en Faro), ¡°pero tambi¨¦n en Francia y sobre todo en Grecia¡ Es una generaci¨®n de j¨®venes¡±, dijo, de chicos sin presente ¡°muchos de ellos sin formaci¨®n, y cuando la han tenido no han conseguido trabajo¡ Es como si el provenir les estuviera cerrado. A pesar de que despu¨¦s de la segunda guerra yo lo pas¨¦ muy mal, todos tuvimos la esperanza de un porvenir en Alemania o en el resto de los pa¨ªses¡±. Ahora no hay porvenir. ¡°Ahora es justo al rev¨¦s¡±.
Ahora hay de todo, coment¨® Grass, hay recursos, ¡°y antes no hab¨ªa nada. Y los j¨®venes no tienen porvenir¡±. Ni ilusi¨®n de tenerlo. ¡°En Alemania, mi generaci¨®n se acuerda ahora de c¨®mo fue cuando lleg¨® Hitler al poder porque en aquella ¨¦poca hab¨ªa seis millones de parados, y una inflaci¨®n de mil pares de demonios. Se cree que ahora puede ser exactamente similar¡¡±, apunt¨® con amargura. ¡°Lo bueno de esto¡±, a?adi¨®¡±, ¡°es que en Alemania lo tenemos muy metido en nuestra memoria. Tenemos partidos de la derecha que de vez en cuando se meten en el Parlamento pero luego disputan y desaparecen de nuevo. No tienen buena gente, gente con una cabeza importante, s¨®lo tienen resentimiento y a la gran mayor¨ªa de los alemanes no les dicen nada. La raz¨®n por la que en Alemania no es como en Francia es porque esta experiencia est¨¢ enraizada en el alem¨¢n y en su memoria¡±.
Ese extremismo que se vive en Europa ahora, le comentamos, parece venir, de una u otra forma, de distintas expresiones de la rabia¡ Y ¨¦l dijo: ¡°Hay que analizar tambi¨¦n las causas; hasta 1989-90 todo era muy sencillo. Por un lado estaba Occidente y, por otro, el Pacto de Varsovia y el bloque oriental en el ¨¢mbito social. Cuando se desmorona la URSS, se abre camino el liberalismo que llega desde EE UU. Y ah¨ª est¨¢ el problema, porque de repente los derechos sociales fueron mermando... Merkel lo ha dicho muy claro: la democracia tiene que tener forma de mercado. Cuando llegas a este punto los socialmente d¨¦biles son los que sufren y los que pierden derechos de todo tipo. Al mismo tiempo, cobra influencia la delegaci¨®n del poder pol¨ªtico a los poderes econ¨®micos y financieros; ahora los que dominan son los lobbies y la responsabilidad de las decisiones pasa al ¨¢mbito econ¨®mico. Los pol¨ªticos no hacen m¨¢s que aceptarlas¡±.
Apur¨® su pipa y agreg¨®: ¡°Por eso ahora hay una desconfianza abismal con la democracia¡±.
Fue en ese momento cuando se levant¨® para andar, despacio pero firme, hacia el estudio donde lo esperaban su m¨¢quina de escribir, una Olivetti verde, debajo de las pinturas negras de Goya. Fue ah¨ª donde nos dijo:
¡ªPero, ?no hablemos tanto de pol¨ªtica!
A partir de ah¨ª hablamos de poes¨ªa. Y le trasladamos una pregunta de su traductor, Miguel S¨¢enz: ?cu¨¢l es el G¨¹nter m¨¢s pr¨®ximo a Grass? ¡°El de las poes¨ªas. Tambi¨¦n el que dibuja¡±. ?Y el pol¨ªtico? ¡°Ah¨ª todo se basa en mi experiencia como ni?o escaldado, el algo que casi me fuerza a ser ciudadano. Tambi¨¦n se basa en la experiencia de la Rep¨²blica de Weimar. Vi c¨®mo se desmoronaba y c¨®mo surgi¨® Hitler porque hubo pocos ciudadanos que la defendieran; por eso tengo la impresi¨®n de que necesito comprometerme pol¨ªticamente como ciudadano, siendo autor y artista. Por eso tambi¨¦n abro muchas veces la boca aunque en Alemania haya mucha gente que quiere cerr¨¢rmela. Hasta ahora no lo han conseguido¡±. Luego nos devolvi¨® a la sala de estar.
Babelia
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