Despu¨¦s de la revoluci¨®n

Laurent Cantet no se pudo librar del t¨®pico de la mirada del turista cuando aport¨® el segmento La fuente, condicionado por una epid¨¦rmica seducci¨®n por el exotismo, al proyecto colectivo 7 d¨ªas en La Habana(2012). La pel¨ªcula, cr¨®nica coral de una semana en La Habana a trav¨¦s de una mirada local (de Juan Carlos Tab¨ªo) y seis visitantes, contaba con nexos escritos por el cubano Leonardo Padura que luchaban por cohesionar un conjunto demasiado resistente a entender y desvelar la realidad local.

Tal precedente no permit¨ªa augurar grandes hallazgos en Regreso a ?taca, pel¨ªcula en la que Cantet colabora mano a mano con Padura, partiendo de algunos elementos y temas de su libro La novela de mi vida, de la que la pel¨ªcula no es precisamente una adaptaci¨®n can¨®nica. El razonable prejuicio era injustificado: este es, sobre todo, el trabajo de un cineasta que no s¨®lo sabe mirar, sino, tambi¨¦n, escuchar ¡ªalgo que ya hab¨ªa quedado de manifiesto en la culminante y compleja La clase (2008)¡ª, creando la ilusi¨®n de desaparecer para dejar que sus personajes vivan, respiren, discutan y se apoderen de la pantalla.

Una azotea es el espacio ¨²nico para el reencuentro entre un exiliado ¡ªAmadeo (N¨¦stor Jim¨¦nez, un Edward G. Robinson de malec¨®n)¡ª y sus compa?eros de generaci¨®n y desencanto pol¨ªtico y vital. Menos libre en sus formas que La clase, la pel¨ªcula habla de los da?os colaterales de la Historia sobre lo ¨ªntimo. Pese a hablar de la herencia de la revoluci¨®n cubana, su poso es universal: aqu¨ª ha sido el neoliberalismo el que ha partido vidas en dos.