Los 20 de Londres, la vanguardia mexicana
La diversidad catapulta a una nueva generaci¨®n de escritores del pa¨ªs norteamericano. Babelia dialoga con cuatro de sus m¨¢s destacados representantes.
Son 20 escritores de menos de 40 a?os. Rechazan que se les considere una generaci¨®n, pero forman la nueva vanguardia mexicana. Con motivo de la Feria del Libro de Londres, han sido seleccionados para representar a su pa¨ªs por tres compatriotas: Juan Villoro, Guadalupe Nettel y Cristina Rivera Garza. El encargo lo recibieron del Consejo Nacional de Cultura, el Hay Festival y el British Council. Entre los elegidos hay un muerto y posiblemente alguna ausencia pol¨¦mica. ¡°No pretendemos expedir un certificado de inmortalidad para nadie, sino invitar a leer a escritores de una generaci¨®n extraordinaria. Si estos autores gustan, el principal efecto ser¨¢ que tambi¨¦n se busque a otros¡±, explica Villoro.
Babelia ha reunido a cuatro de estos escritores: Emiliano Monge (1978), Valeria Luiselli (1983), Nicol¨¢s Cabral (1975) y Laia Jufresa (1983). Con ellos ha repasado su visi¨®n de la literatura y del momento mexicano. En la conversaci¨®n, mantenida en la delegaci¨®n del peri¨®dico en el Distrito Federal, mostraron m¨¢s puntos de acuerdo que de contradicci¨®n. En sus manos y las de sus colegas queda el futuro literario de la mayor naci¨®n de habla hispana.
La diversidad, valor mexicano
Est¨¢n dispersos, carecen de manifiesto y su cercan¨ªa ni siquiera se debe a un compromiso literario compartido. Son, en la expresi¨®n de Emiliano Monge, simplemente contempor¨¢neos sin programa com¨²n. Pero en esa distancia han encontrado un nexo: la diversidad. En un mundo barrido por Internet, la heterogeneidad de sus influencias forma parte de su c¨®digo gen¨¦tico. Esa conversaci¨®n global constituye, en palabras de Valeria Luiselli, una caracter¨ªstica hist¨®rica de la literatura mexicana: ¡°Un rasgo que no necesariamente comparten los j¨®venes escritores estadounidenses, a veces autosuficientes, a veces arrogantes, a veces ignorantes. Un escritor joven mexicano est¨¢ al tanto de lo que se publica en muchos otros pa¨ªses¡±. Las espinas de la relaci¨®n con el gran vecino del Norte asoman, como en cualquier conversaci¨®n en M¨¦xico. Pero tambi¨¦n el reconocimiento a su influencia decisiva. ¡°La cultura gringa lo permea todo, y aqu¨ª en un grado muy superior al resto de Latinoam¨¦rica¡±, zanja Laia Jufresa.
Rulfo, el referente
Juan Nepomuceno Carlos P¨¦rez Rulfo Vizca¨ªno (1917-1986). Han pasado casi 100 a?os de su nacimiento y 30 de su muerte, pero su obra sigue guiando a los nuevos escritores mexicanos. Hablan de Juan Rulfo con reverencia, muy por encima de Octavio Paz. Es el mago de la palabra y, como indica Nicol¨¢s Cabral, el constructor de una literatura del habla. ¡°Uno lee Pedro P¨¢ramo¡±, comenta Monge, ¡°y queda convencido de que as¨ª habla toda la gente del campo en M¨¦xico, y no es verdad, pero su invenci¨®n se vuelve real¡±. Este valor se ve acrecentado, seg¨²n Valeria Luiselli (¡°le he aprendido y copiado lo m¨¢s posible¡±), por la grandeza de su arquitectura, asentada en un complejo uso de las estructuras formales y temporales. El resultado es una plasticidad que supera la barrera del tiempo. ¡°Cuando pienso en Pedro P¨¢ramo, lo que me vienen son im¨¢genes en las que me puedo meter y o¨ªr los perros¡±, se?ala Jufresa.
Adi¨®s a la ¡®nomenklatura¡¯
M¨¦xico a menos 40
Juan Pablo Anaya:?Kant y los extraterrestres (2012).
Gerardo Arana:?La m¨¢quina de hacer p¨¢jaros (2008).
Nicol¨¢s Cabral:?Cat¨¢logo de formas (2014).
Ver¨®nica Gerber:?Mudanza (2010).
Laia Jufresa:?Umami (2015).
Luis Felipe Lomel¨ª:?Todos somos de California (2002).
Brenda Lozano:?Todo o nada (2009).
Valeria Luiselli:?La historia de mis dientes (2014).
Fernanda Melchor:?Mi Veracruz (2008).
Emiliano Monge:?Morirse de memoria (2010).
Eduardo Montagner Anguiano:?Toda esa gran verdad (2006).
Antonio Ortu?o:?El buscador de cabezas (2006).
Jos¨¦ Pergentino:?Y supe qu¨¦ responder (2006).
Eduardo Rabasa:?La suma de los ceros (2014).
Antonio Ramos Revillas:?Todos los d¨ªas atr¨¢s (2005).
Eduardo Ruiz Sosa:?La voluntad de marcharse (2008).
Daniel Salda?a Par¨ªs:?La m¨¢quina autobiogr¨¢fica (2012).
Ximena S¨¢nchez Echenique:?Sobre todas las cosas (2004).
Carlos Vel¨¢zquez:?Cuco S¨¢nchez Blues (2004).
Nadia Villafuerte:?Barcos en Houston (2005).
En una sociedad rabiosa por la violencia y la corrupci¨®n, los autores piden capacidad anal¨ªtica. ¡°M¨¦xico es un pa¨ªs de formas m¨¢s que de ideas, y en este momento cr¨ªtico esta carencia se vuelve muy dolorosa, porque hay una acumulaci¨®n de indignaciones y lamentaciones, pero una escasez casi total de pensamiento¡±, comenta Cabral. En el origen de esta ¡°dictadura de la comentocracia¡±, muy vinculada a las nuevas redes sociales, figura, seg¨²n Monge, el menosprecio a la formaci¨®n, y tambi¨¦n, a juicio de Jufresa, la entronizaci¨®n del artista, del escritor como referente por encima del acad¨¦mico y del estudioso. Una elevaci¨®n vinculada a la hist¨®rica conexi¨®n que se da en M¨¦xico entre los autores y el poder. ¡°Yo ten¨ªa la esperanza de que tras la muerte de Paz y Fuentes habr¨ªa un cambio profundo en la noci¨®n del intelectual p¨²blico ¡ªel intelectual que se corona como representante y voz de un pa¨ªs¡ª y pensaba que la generaci¨®n siguiente no emular¨ªa ese modelo¡ A¨²n queda la esperanza de que la nuestra no lo haga. Un escritor no debe nunca representar nada y a nadie, y ya es hora de que la literatura acabe con esa intensa e irrompible relaci¨®n entre los escritores y el Estado¡±, afirma Luiselli, quien clama contra el machismo en la cultura: ¡°La situaci¨®n de las intelectuales en M¨¦xico es terrible. El Colegio Nacional, fundado en 1943, ha tenido 80 miembros, pero s¨®lo tres han sido mujeres y nunca una escritora. A la intelectual o escritora mexicana se le permite aspirar a la popularidad, pero no al prestigio¡±.
?Y el compromiso?
La muerte puebla M¨¦xico. No hay discurso que no denuncie la pobreza de esta tierra. La indignaci¨®n, aupada por tragedias como la de Iguala, se extiende por el pa¨ªs. ?Puede la literatura vivir ajena? ?Es necesaria una literatura comprometida? ¡°Hay que respetar a quien tiene un compromiso pol¨ªtico, pero no es una obligaci¨®n, la obligaci¨®n es con tu obra. Hay demasiada mirada sobre el autor¡±, responde Jufresa. ¡°Las obras escritas para una causa son las primeras en caducar, porque su funci¨®n no es est¨¦tica, sino program¨¢tica, pero creo que hay un compromiso distinto: no pactar con el lenguaje del Estado. El potencial pol¨ªtico de la literatura radica en posibilitar maneras distintas de ver la realidad¡±, a?ade Cabral. Aunque alejado del compromiso sartreano, Monge apuesta por utilizar la imaginaci¨®n como arma transformadora, pero alerta de su confusi¨®n con la fantas¨ªa, un escape m¨¢s que una ¡°lucha contra la realidad¡±.
La lengua no es una naci¨®n
El sentido de individualidad de autor manda, pero reconocen elementos aglutinantes. Jufresa no duda de que uno es el uso local de la lengua: ¡°Lo que nos hace escritores mexicanos es nuestra plastilina cotidiana, que es el espa?ol que usamos para escribir¡±. Cabral matiza que, en su caso, el tronco base no ser¨ªa tanto la lengua como las ¡°tradiciones¡± literarias y culturales que le influyeron, sin necesidad de ser nacionales. La idea de una literatura mexicana es rechazada por Emiliano Monge, quien s¨ª cree en la existencia s¨®lida de una ¡°literatura latinoamericana, cada vez m¨¢s¡±. Dice Monge que, si bien conoce y valora la obra de los 20 autores mexicanos incluidos en la lista, ¨¦l se siente m¨¢s cercano como escritor a algunos autores sudamericanos.
Ayotzinapa y la ra¨ªz del terror
El asesinato de 43 estudiantes en Iguala ha llevado al extremo el impacto del terror criminal. La conciencia colectiva de la violencia ya es una marca del siglo XXI mexicano. ¡°Nos estamos convirtiendo en una cordillera del horror. Cada vez hay una cumbre nueva de lo espeluznante¡±, dice Monge. Las condiciones sociales son un detonante de lo que sucede, en opini¨®n de Cabral: ¡°Una cultura de la competencia en un pa¨ªs que no ofrece oportunidades se transforma en una forma de violencia. Lo que nos ha pasado es un problema tambi¨¦n de capitalismo salvaje¡±. Jufresa remarca el problema de la falta de horizontes: ¡°Cuando no le est¨¢s dando a la gente ganas de vivir por algo, ganas de crearse algo, de tener una calidad de vida, lo ¨²nico que queda es una expectativa de consumo a la que, encima, no hay acceso¡±.
Sin rumbo colectivo
La posibilidad de cambio, dicen, requiere alguna direcci¨®n colectiva. Por ahora no son optimistas. ¡°No veo esperanza sin un involucramiento ciudadano masivo¡±, dice Cabral, ¡°no s¨¦ qu¨¦ tenga que pasar para que el mexicano abandone su situaci¨®n de autosometimiento. Falta convertir la indignaci¨®n y la tristeza en un proyecto de alg¨²n tipo¡±. Jufresa considera que la sociedad mexicana se ha atomizado en un s¨¢lvese quien pueda: ¡°Todo el mundo est¨¢ poniendo bardas alrededor de lo suyo¡±. Monge sostiene que existe una degradaci¨®n del sentido social: ¡°Si ma?ana hubiera un terremoto como el de 1985, no creo que hubiera un fen¨®meno de solidaridad como aquel¡±. Y subrayan la coexistencia de un gran respeto por la idea de autoridad con una pulsi¨®n colectiva por ignorar las normas.
¡ªM¨¦xico es una sociedad obsesionada con el orden, no con la justicia ¡ªdice Monge.
¡ª?Obsesionada con el orden, en un pa¨ªs ca¨®tico! ¡ªreformula Cabral.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.