Ni lo uno es cuento, ni lo otro dar a un bot¨®n
El escritor Juanjo Mill¨¢s y el fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas reflexionan sobre la relaci¨®n de sus oficios en un encuentro de EL PA?S
¡°Mire usted, lo siento pero yo no s¨¦ hacer esto¡±. Despu¨¦s de haber recorrido medio mundo para encontrarse con aquel peculiar pol¨ªtico llamado Jos¨¦ M¨²jica, entonces presidente de Uruguay, Juanjo Mill¨¢s apag¨® la grabadora a la media hora de entrevista. M¨²jica se qued¨® todo lo estupefacto que se puede quedar alguien como ¨¦l. Entonces intervino Jordi Soc¨ªas, el fot¨®grafo, para romper ese extra?o silencio que se hab¨ªa creado en la humilde chacra del presidente: ¡°No hombre, se refiere a que no es experto en entrevistas, que ¨¦l lo que escribe son reportajes, grandes historias¡¡±. Mill¨¢s aventura que en ese momento el entrevistado debi¨® pensar algo as¨ª como: ¡°?A qu¨¦ par de gilipollas me han mandado desde Espa?a?¡±. Ante tal escena, M¨²jica solo pudo lanzar una proposici¨®n: ¡°Vamos a tomar un trago¡±. Y as¨ª, entre sorbos de Johnny Walker se fragu¨® el reportaje.
Reportero y fot¨®grafo se reunieron ayer en un encuentro organizado por EL PA?S y la Real Sociedad Fotogr¨¢fica en la sala Cuarta Pared para hablar de la relaci¨®n entre imagen y palabra a trav¨¦s de las historias que juntos han creado para El Pa¨ªs Semanal. El de Uruguay fue el ¨²ltimo, en marzo del a?o pasado. Un trabajo que comenz¨® de esta manera tan catastr¨®fica y acab¨® con M¨²jica invit¨¢ndoles a pasar con ¨¦l el fin de semana en su casa del campo. All¨ª tuvieron oportunidad de comprobar que un presidente puede ser un ¨ªdolo de masas a la par que tiene problemas con una empleada de un peaje para que le permita avanzar. ¡°Dejame pasaaaar¡¡±, rog¨® el entonces presidente medio adormilado desde el coche.
¡°Hemos hablado muchas veces sobre c¨®mo se combinan fotograf¨ªas y texto¡±, explic¨® Mill¨¢s se?alando a Soc¨ªas, ¡°pero tampoco es que lleguemos a una conclusi¨®n. Simplemente cada uno sabe lo que tiene que hacer y al final, el visual y el escrito, son dos discursos independientes que se acaban complementando¡±. Para Mill¨¢s, que cuenta adem¨¢s con una secci¨®n en El Pa¨ªs Semanal en la que elabora textos a partir de una imagen, el fot¨®grafo que le acompa?a en sus viajes es parte fundamental de la historia.
Ambos tuvieron claro que ning¨²n trabajo se supedita al otro, aunque esta eterna discusi¨®n haya dado lugar a alg¨²n que otro roce. Como cuando llega, inexorablemente, ese punto en el proceso de un reportaje en el que uno piensa: ¡°No tengo nada¡±. O lo que es lo mismo: no s¨¦ qu¨¦ voy a ense?ar al redactor jefe cuando llegue a Espa?a. Ambos se encontraban atravesando ese momento cr¨ªtico cuando Soc¨ªas solt¨® a su amigo y compa?ero: ¡°Bueno, pero t¨² con poner tres o cuatro met¨¢foras, solucionado¡±. Esa peque?a discusi¨®n se solvent¨® a?os despu¨¦s, frente a un buen plato de comida, cuando el fot¨®grafo reconoci¨® al escritor: ¡°Pues al final va a ser verdad que no es todo cuento lo vuestro¡±.
Pero antes de Uruguay, lleg¨® Jap¨®n. Un a?o despu¨¦s del tsunami que asol¨® una parte del pa¨ªs y provoc¨® una cat¨¢strofe nuclear, Mill¨¢s y Soc¨ªas desembarcaban para escribir y fotografiar su particular visi¨®n de la realidad. All¨ª conocieron a la se?ora que cada madrugada se saltaba las barreras que cercaban la zona afectada por la radiaci¨®n para cuidar de los animales que hab¨ªan quedado tras ella. De una zona casi de guerra se trasladaron a la cosmopolita Tokio, donde Soc¨ªas, aprovechaba su corta altura para sumergirse entre la marabunta de gente que se acumulaba en el sem¨¢foro m¨¢s transitado del mundo y retratar a un pa¨ªs.
Aquel viaje, confes¨® Soc¨ªas, fue lo m¨¢s cerca que ha estado de una zona devastada. ?l, que cuando los j¨®venes fot¨®grafos se acercaban a pedirle consejo sobre a qu¨¦ guerra ir para conseguir las mejores im¨¢genes les respond¨ªa: ¡°No hombre, no. Vete a la Gran V¨ªa. Luego ya veremos lo de las guerras¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.