Palabros
Hasta el d¨ªa que llam¨® Goytisolo para dictar su art¨ªculo me cre¨ªa una experta en el oficio de coger cr¨®nicas a trav¨¦s del tel¨¦fono: pod¨ªa escribir de memoria todos los m¨²sicos checos y austro-h¨²ngaros, las expresiones del mejor br¨®ker de Wall Street, los jugadores del Dinamo de Kiev y no necesitaba mirar el diccionario porque todas esas palabras que otro hab¨ªa pensado sab¨ªa c¨®mo escribirlas. Hasta ese d¨ªa, claro.
Al principio la conversaci¨®n empez¨® bien ¨Cfrases largas milagrosamente hilvanadas, voz correct¨ªsima y paternal- mas, de repente, dice algo que parec¨ªa chino. Para que no se notara que desconoc¨ªa la palabra, dije: ¡°Como est¨¢ usted en Marruecos, se corta. ?Me podr¨ªa repetir?¡±. Y volvi¨® a sonar ese vocablo venenoso que no sab¨ªa si llevaba uve, hache, equis o qu¨¦. Eso s¨ª, con voz interesante contest¨¦: ¡°Ahhh, claro,¡± y no s¨¦ lo que escrib¨ª. Pero a los diez minutos, juntitas como hermanitas, salen del auricular las dos palabras m¨¢s extra?as que hab¨ªa o¨ªdo jam¨¢s.
Ni corte de l¨ªnea ni nada: me acaba de pillar. ¡°Es la enmienda en el que yerra¡±¡ record¨¦, pero r¨¢pido me inclin¨¦ por la frase de la defensa y el ataque del militar Poniatowski y le apostill¨¦: ¡°?Pero de d¨®nde se saca usted, se?or Goytisolo, esos palabros?¡±.
Pues esos palabros eran la expresi¨®n directa y exacta ¨Csin adjetivos ni verbos¨C de lo que se pretend¨ªa decir.
Como se dio cuenta enseguida de mi desconcierto, tuvo conmigo el m¨¢s generoso de los gestos: como si los sacara de un saco, empez¨® a esparcir comas al tunt¨²n para que esta osada secretaria le pudiera corregir.
Ese d¨ªa pens¨¦ que el escritor afable que me acababa de dictar, no s¨®lo conoc¨ªa a la perfecci¨®n el lenguaje de Cervantes, sino que pose¨ªa como nadie el trinomio para m¨ª m¨¢s admirable: cultura, inteligencia y bondad.
Me alegro que haya llegado a lo m¨¢s grande.
* Rosi Rodr¨ªguez Loranca es secretaria de la redacci¨®n de EL PA?S desde hace 39 a?os.
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