Una mala pel¨ªcula de aventuras
La lidia del primer toro fue una pel¨ªcula de acci¨®n. Todo transcurri¨® a un ritmo trepidante, en el que se sucedieron secuencias de amor, aventuras, sustos, carreras, una buena dosis de dramatismo y hasta la inesperada presencia de dos extras que desataron la pasi¨®n en los tendidos.
Todo comenz¨® cuando Padilla enfil¨® parsimonioso el di¨¢metro de la plaza, capote en mano, para recibir a su primero de rodillas en los medios entre la algarab¨ªa popular. Hasta tres largas cambiadas -las dos ¨²ltimas en el tercio- ejecut¨®, y ya inhiesto cit¨® por delantales. Tan confiado estaba que el toro se le vino encima y lo volte¨® con sa?a en un golpe seco que hizo temer que se hab¨ªa producido la cornada. El torero qued¨® inerte en el albero mientras las cuadrillas acud¨ªan a socorrerlo y la plaza se encog¨ªa ante la dram¨¢tica escena. Tard¨® Padilla en incorporarse y a duras penas consiguieron llevarlo hasta la barrera m¨¢s cercana, donde lo volvieron a bautizar con agua mineral sin gas y se enfund¨® un pantal¨®n vaquero tipo pirata para esconder el estropicio que el pit¨®n del toro hab¨ªa hecho en el traje de luces. Afortunadamente, no hab¨ªa sucedido nada irreparable, pero el susto fue tremendo.
Puso banderillas con m¨¢s voluntad que acierto, brind¨® al p¨²blico y se dispuso a torear. Bueno, eso es un decir. Lo que hizo Padilla no se puede llamar toreo, por mucho que el p¨²blico lo jalee. Siempre despegado, en l¨ªnea recta, sin gusto ni hondura, con el pico por bandera, nunca se coloc¨® en el sitio que exig¨ªa un toro correoso y dificultoso que no dej¨® de embestir y acudir al cite del torero. Despu¨¦s, mat¨® muy mal y hasta sus fervorosos partidarios se desinflaron, Pero, h¨¦te aqu¨ª que cuando el toro cay¨® por fin, saltaron al ruedo dos antitaurinos con el torso desnudo, que corrieron como descosidos con papeles en las manos mientras la plaza estallaba en un griter¨ªo y los operarios de la plaza y varios polic¨ªas trataban de detenerlos. Uno de los activistas consigui¨® llegar hasta el toro, que yac¨ªa fenecido, y se abraz¨® al animal, momento en que fue reducido y expulsado del ruedo. A rengl¨®n seguido, apareci¨® una pancarta en el tendido que dec¨ªa ¡®Queremos que la fiesta vuelva a Barcelona¡¯, que fue recibida con una ovaci¨®n de los tendidos, pero la alegr¨ªa dur¨® poco porque un guarda de seguridad decidi¨® incautarla y ah¨ª se acab¨® la presente historia.
El comienzo fue espectacular. Una pura aventura; el resto de la pel¨ªcula, infumable. Ante el cuarto, Padilla cambi¨® el pantal¨®n vaquero por un espectacular vendaje, pero su sentido del toreo fue el mismo. ?Un horror! Le concedieron una oreja porque esta plaza no la conoce ya ni el que la fund¨®, pero lo que mereci¨® fue una seria reprimenda.
Tampoco tuvo su tarde Abell¨¢n, voluntarioso y valent¨®n, pero muy por debajo de la corrida, que obligaba a dar un paso que no dio. Y El Fandi fue la misma versi¨®n de s¨ª mismo. F¨¢cil y espectacular con las banderillas y un dolor con la muleta.
?Y los toros? Una corrida para toreros que quisieran jugarse el tipo. Pero eso no interes¨® a los de luces, y, lo que es peor, ni a los bullangueros espectadores.
Jandilla/Padilla, Abell¨¢n, El Fandi
Cinco toros de Jandilla-Vegahermosa, correctos de presentaci¨®n, cumplieron en varas, sosos, duros, exigentes y correosos; el tercero, de Fuente Ymbro, noble.
Juan Jos¨¦ Padilla: media tendida _aviso_ y siete descabellos (silencio); estocada (oreja).
Miguel Abell¨¢n: estocada (ovaci¨®n); pinchazo, media y un descabello (silencio).
David Fandila El Fandi: media perpendicular (ovaci¨®n); media (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. 25 de abril. Und¨¦cima corrida de feria. Casi lleno.
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