Los elegidos
En el a?o 701 antes de Cristo, el rey Ezequ¨ªas mand¨® excavar un t¨²nel en el substrato calizo de la ciudad para abastecer de agua a la poblaci¨®n de Jerusal¨¦n amenazada por el asedio asirio. El t¨²nel, del que a¨²n se pueden visitar m¨¢s de cuatrocientos metros, tomaba el agua de la fuente de Guij¨®n, la ¨²nica que manaba todo el a?o, y la llevaba hasta la piscina de Silo¨¦. Aquella obra de ingenier¨ªa militar era una inusual haza?a. En uno de sus muros se encontr¨® una inscripci¨®n que hoy figura en el museo arqueol¨®gico de Estambul. No celebra la gloria de Ezequ¨ªas, ni el poder de Yahv¨¦, ni la grandeza de la ciudad santa. Es un comentario sobre el momento en que los obreros se encontraron, unos picando desde el sur, otros desde el norte, y man¨® el agua. ¡°Y el agua corri¨® desde la fuente hacia el estanque por espacio de mil doscientos codos¡±.
La inscripci¨®n habla de unos trabajadores jud¨ªos que vivieron un momento extraordinario, la conjunci¨®n de esfuerzos cuyo resultado era el brote de agua que salvar¨ªa a Jerusal¨¦n del arrasamiento. No lo consigui¨®, desde luego. La ciudad del Templo ser¨ªa derruida varias veces m¨¢s, pero el testimonio es muy significativo. Habla de un pueblo acostumbrado a sobrevivir, aunque fuera bajo tierra, rodeado de enemigos. Sus reyes no buscaban la magnificencia o el esplendor como los reyes asirios, babil¨®nicos y egipcios, sino la eficacia. Sus dioses no ten¨ªan gigantescas estatuas y avasalladores monumentos, sino tan s¨®lo palabras. Porque el dios de Israel carece de figura, pero habla, lo que le ha permitido vivir m¨¢s que las estatuas. Es la voz de lo invisible, pasto de Freud.
El historiador Simon Schama, catedr¨¢tico en la universidad de Columbia, nos tiene habituados a extensos libros en los que narra, siempre desde una perspectiva sorprendente, cap¨ªtulos esenciales de la humanidad. A mi modesto entender su obra maestra es The embarrassment of riches, una singular cr¨®nica de la sociedad holandesa del siglo de oro, cuando la riqueza cay¨® sobre el peque?o pa¨ªs como una tromba marina. Tiene tambi¨¦n historias de la revoluci¨®n francesa, de Gran Breta?a, o de Rembrandt y el mercado de pintura. Sorprendentemente, suyo es tambi¨¦n el ¨²nico tratado sobre el paisaje en donde se habla tanto de las secuoyas americanas como de la pintura de Kiefer.
Este singular historiador es m¨¢s un narrador de raza que un erudito o un acad¨¦mico. Para m¨ª, uno de los m¨¢s exactos ejemplos del ensayo que deriva a periodismo. Su ¨²ltimo trabajo es apasionante, una Historia de los jud¨ªos que en nada se parece a las ya conocidas. Por ejemplo, Schama no comienza, como es lo com¨²n, con Mois¨¦s y las Tablas de la Ley, sino que salta por encima del ?xodo hasta donde hay ya datos propiamente hist¨®ricos. El lector se encontrar¨¢ en medio del Nilo, en la isla Elefantina, con una guarnici¨®n de soldados jud¨ªos que proteg¨ªa la frontera sur del fara¨®n hace dos mil quinientos a?os. All¨ª comenzar¨¢ a familiarizarse con un pueblo siempre asediado y condenado a muerte por sus vecinos.
Debate ha editado la primera parte de esta Historia que llega hasta 1492. Una fecha que dice mucho a los lectores que no han sido v¨ªctimas de la Logse.
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