Umbraliana
Umbral hac¨ªa las maletas y al d¨ªa siguiente, en lugar de mandar la columna a EL PA?S, pues ya la mandaba como si tal cosa a El Mundo, o al ABC, pero lo del ABC dur¨® tirando a poco, tirando a nada, que la derechaza no estaba dispuesta a comulgar con hostias rojas, y mientras ¨¦l segu¨ªa a lo suyo ¨Cuna notar¨ªa intransigente de la idiotez y la grandeza de Espa?a-, que si las jais, que si c¨®mo era posible que un abogado del Estado como Aznar pasara de lo banal al mal, que si Pach¨¢, que si Alaska, que si Guerra, que si la guerra, que si el felipismo como desilusi¨®n, que si Fern¨¢n-G¨®mez y v¨¢yase usted a la mierda, que si el minu¨¦ en la nieve de Baqueira y el cortejo de memos disfrazados de importancia esquiando de o¨ªdas en torno al Rey¡ y por cierto, en el entretanto, los directores de los peri¨®dicos, que se robaban a Umbral, amortizaban el robo ¨Cvamos a decir fichaje- como una muesca m¨¢s de aquella guerra de medios que ¨Cpor pasta y por el aqu¨ª estoy yo con los cojones sobre la mesa, f¨²tbol, pol¨ªtica y poder,- puntualmente, ma?ana s¨ª y ma?ana tambi¨¦n, le contaban al lector, que ser¨¢ tonto a ratos, como los periodistas, pero no gilipollas integral, como no lo son los periodistas aunque, vaya, algunos se esfuerzan, pero sobre todo se esforzaba Umbral, en la Dacha, en vaqueros, mocas¨ªn, blazer y pa?uelo al cuello, oye, Umbral, no jodas, que esto no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca, le soltar¨ªan t¨ªmida, urgentemente, los directores de peri¨®dico, que lo tuvieron siempre como lo que son los grandes de la columna, coartadas para todo lo dem¨¢s, l¨¦ase ilustres fusibles de escritura brillante y andanada dispuesta, que siempre estuvieron ah¨ª como escaparates de aparente libertad para que luego las muy humanas y empresariales tropel¨ªas del d¨ªa a d¨ªa que se cometen en una redacci¨®n ¨Ccomo en la vida- no lo parezcan tanto, y en esto sale un libro de color naranja con cien columnas de Umbral El tiempo reversible, (editorial C¨ªrculo de tiza), que si ¡°la ETA¡±, que si los Rolling, que si el Cervantes, que si el Gij¨®n, que si el AVE, que si Rimbaud, cien p¨ªldoras de Umbral a consumir sin moderaci¨®n para saber qu¨¦ es de verdad escribir en los peri¨®dicos y no casarte con nadie, ni con tu madre ¨Cque esto no toca, Paco, no me hagas esta faena, deb¨ªa de decirle sigilosa, sincera, tajantemente Pedro Jota cuando llov¨ªan chuzos de punta, pero en situaci¨®n, o sea durante una cena en Jockey o meando en el v¨¢ter del Club Siglo XXI as¨ª, para domesticar a la bestia, que no se dejaba o se dejaba poco, o qui¨¦n sabe, que al final Umbral tampoco es que fuera un encanto, ni un ¨¢crata de la tinta ni tampoco Bernadette Soubirou, aunque alguna Virgen s¨ª que se le aparec¨ªa por la Dacha de cuando en cuando en forma de imagen, de met¨¢fora, de torpedo, y entonces, ah¨ª, s¨ª, ah¨ª uno lo imagina calmando al director de peri¨®dicos ¨Ctranquilo, tranquilo, Pedro, tranquilo, Juan Luis, tranquilo, Luis Mar¨ªa¡- y ya escribiendo mentalmente la columna, esbozando el zarpazo elegante y la reflexi¨®n punki englobados en un ¡°os vais a enterar¡±, y todos se beneficiaron -nos beneficiamos- de su magisterio en la ¨²ltima, que si Diario de un snob, que si Spleen de Madrid, que si Los placeres y los d¨ªas¡ y los primeros, por este orden, los lectores, antigua raz¨®n de ser de los peri¨®dicos antes del advenimiento de los gestores, y en segundo lugar la gente de las redacciones, que aprend¨ªan a ver si se les pegaba algo, y en tercer lugar los directivos de los peri¨®dicos, porque Umbral, g¨¦nero en s¨ª mismo con principio y fin, vend¨ªa peri¨®dicos a troche y moche porque hab¨ªa gente ¨Coh, milagro- que compraba esa cabecera porque escrib¨ªa ese se?or en ella, no porque necesariamente le gustara esa cabecera, as¨ª que el acto del mi¨¦rcoles en el C¨ªrculo de Bellas Artes, con gente de EL PA?S y gente de El Mundo salud¨¢ndose, abraz¨¢ndose y cont¨¢ndose las alegr¨ªas y las penas que son el com¨²n denominador del santo oficio, recordando tal o cu¨¢l saeta de la era umbraliana, dejando claro que la gimnasia period¨ªstica viene siendo la misma cuadrada o redonda, verde o azul, a la derecha o a la izquierda del Padre (en el muy hipot¨¦tico caso de que eso exista, el Padre, la derecha y la izquierda, queremos decir): un cobrar a final de mes por escribir, por informar y por tratar de no ser demasiado asnos, y con Casimiro Garc¨ªa-Abadillo ¨Ca la izquierda, calz¨®n corto, director de El Mundo- y Juan Cruz ¨Ca la derecha, calz¨®n corto, adjunto al director de El PA?S- d¨¢ndose la palabra entre sonrisas y hasta entre risas y dejando atr¨¢s tanta hiel y tanta tonter¨ªa cainita que al lector no importa, y Antonio Lucas (El Mundo) y Manuel Jabois (ex El Mundo reciclado a EL PA?S), esperanzas blancas, casi robinsones, junto con unos pocos m¨¢s de un cierto tipo de periodismo que se va yendo por los desag¨¹es del pragmatismo o el despiste empresarial y por la t¨²rmix del ritmo de los tiempos, donde el lector, o lo que sea que quede ah¨ª fuera, ha ido decidiendo, y en gran parte nos lo hemos ganado a pulso, que ¨Cdig¨¢moslo as¨ª- el periodismo ya no est¨¢ de moda, pero nos queda Umbral, en la hemeroteca y en los libros, oiga, p¨®ngame un umbral, a ver si se me quita la tonter¨ªa.
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