Inter¨¦s en la denuncia

El margen de maniobra para abordar desde una perspectiva cr¨ªtica una obra como Difret es exiguo. Producci¨®n et¨ªope realizada con ah¨ªnco, a la que tras su filmaci¨®n se une una estrella relacionada con el activismo, Angelina Jolie, para colaborar en la posproducci¨®n, distribuci¨®n y venta, dejando libertad creativa al autor, el novel Zeresenay Mehari, nacido y crecido en Etiop¨ªa, la pel¨ªcula narra un hecho real clave en la historia de los derechos de la mujer en el pa¨ªs, un caso que a la desgracia y a la barbarie contrapone la valent¨ªa. Si adem¨¢s el relato se articula de un modo tan did¨¢ctico como reivindicativo, y se acaban consiguiendo premios del p¨²blico en sendos festivales internacionales ¡ªSundance y la secci¨®n Panorama de Berl¨ªn¡ª, los resquicios negativos casi adquirir¨ªan la condici¨®n de aguafiestas. Y, sin embargo, aunque est¨¦ claro que Difret es irreprochable desde el ¨¢mbito m¨¢s humano y solidario, lo es bastante menos desde el punto de vista cinematogr¨¢fico.

Las m¨²sicas que a trav¨¦s de un tono grueso y estereotipado adelantan acontecimientos y la a?eja presentaci¨®n de personajes de los primeros minutos hacen temer lo peor. Pero, poco a poco, la tosquedad va cediendo terreno a la crudeza del caso, centrado en la terrible costumbre en zonas rurales de la telefa: el secuestro de ni?as y j¨®venes por parte de los hombres para casarse con ellas.

Eso s¨ª, resulta imposible dudar sobre lo que va a ocurrir en el desenlace, y sobre los personajes (santos y demonios), porque adem¨¢s es justo que sea as¨ª. Lo que es m¨¢s dudoso es que el cine ¨²nicamente necesario, did¨¢ctico, justo y solidario sea interesante m¨¢s all¨¢ de ciertos eventos.