Seguir inventando el mundo
Basilio Mart¨ªn Patino, a punto de cumplir 85 a?os, dice que empieza a sentirse viejo
Tiene una apasionada y apasionante trayectoria como fabulador, creador de im¨¢genes propias y tambi¨¦n manipulador de otras ajenas, inventor de conceptos y artilugios. Basilio Mart¨ªn Patino (Lumbrales, Salamanca, 1930) es un cineasta singular. Ahora est¨¢ cerca de cumplir 85 a?os y hace apenas cuatro se lanz¨® a la calle a rodar el movimiento de protesta del 15-M. ¡°Yo estaba muy a gusto en Salamanca, descansando unos d¨ªas, pero cuando me enter¨¦ de lo que estaba pasando, dije ?v¨¢monos a Madrid!, y a las nueve de la ma?ana en la Puerta del Sol comenzamos a rodar aquella alegr¨ªa, aquellos aires nuevos¡ Hac¨ªa mucho tiempo que no pasaba en Espa?a nada parecido, y ten¨ªa finalmente que suceder. Y es que ahora hay gente muy valiosa que ya no se anda con tonter¨ªas¡±. La pel¨ªcula que result¨® de esta aventura fue Libre te quiero, como libre ha sido ¨¦l a lo largo de su vida. Porque Patino ha hecho siempre lo que le ha dado la gana, y aunque tambi¨¦n, como dice, ha ¡°pagado las consecuencias por ello¡± concluye reconociendo: ¡°Nos hemos divertido¡±.
El que ahora es doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca, estudi¨® all¨ª Filosof¨ªa y Letras, pero cuentan que no recogi¨® el t¨ªtulo porque no quer¨ªa que nada le atara. En su lugar cre¨® un cine-club y la revista Cinema universitario, que tuvo una vida breve, pero importante, ya que de ella parti¨® nada menos que la convocatoria de las hoy m¨ªticas Conversaciones de Salamanca sobre el cine espa?ol, que agrup¨® a gente de todas las tendencias pol¨ªticas, cat¨®licos, falangistas, comunistas, requet¨¦s¡ ?en 1955!. Luego, tras estudiar en la Escuela de Cine, dirigi¨® su primera pel¨ªcula, Nueve cartas a Berta, que se convirti¨® en referencia ineludible para la juventud espa?ola del momento a pesar de la censura.
No s¨¦ si llego tarde a unos horizontes nuevos que intuyo espl¨¦ndidos. Hago cosas para entretenerme y, aunque no valen para nada, me alegro mucho de haberlas hecho¡±
Recientemente, se ha rodado un documental sobre su obra con el t¨ªtulo La d¨¦cima carta, en alusi¨®n a aquel su primer trabajo, y a Patino le asombra que ¡°la gente joven¡± siga viendo sus pel¨ªculas. ¡°No s¨¦ qu¨¦ entender¨¢n de ellas¡ Estoy perplejo, pero quiz¨¢s es que todo sigue siendo lo mismo¡±. Enseguida rectifica: ¡°Qu¨¦ va a ser lo mismo. Tenemos ahora una libertad como nunca¡±.
Se r¨ªe mucho: ¡°Ya era hora de re¨ªrse, co?o, o al menos de no sufrir, de no tomarse las cosas tan a pecho¡±, y concluye: ¡°Yo ya estoy que me importa un carajo todo¡±. Lo dice repetidas veces, pero no parece verdad; da la impresi¨®n de que coquetea. Porque sigue so?ando proyectos: ¡°No s¨¦ si llego tarde a unos horizontes nuevos que intuyo espl¨¦ndidos. Hago cosas para entretenerme y, aunque no valen para nada, me alegro mucho de haberlas hecho¡±.
Harto de la censura y de las presiones de productores, tras su segunda pel¨ªcula, Del amor y otras soledades, Patino decidi¨® mandarlo todo a hacer pu?etas y realizar cine por su cuenta. Refugiado en su estudio, perge?¨® la inolvidable Canciones para despu¨¦s de una guerra, que fue prohibida y hubo que esperar a que se muriera Franco para estrenarla. Luego localiz¨® a los tres verdugos que a¨²n hab¨ªa en Espa?a aplicando el garrote vil y realiz¨® con ellos clandestinamente un retrato atroz, Querid¨ªsimos verdugos; hizo una cr¨®nica de la guerra en la imprescindible Caudillo, tambi¨¦n clandestinamente; y cuando se pudo grabar en v¨ªdeo realiz¨® junto a su inseparable Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez un sinf¨ªn de documentos, entre ellos La Nueva Ilustraci¨®n Espa?ola, que pretendi¨® convertirse en una revista semanal, algo que no pudo ser. Y organiz¨® la televisi¨®n clandestina El B¨²ho en un municipio de Toledo, que s¨®lo dur¨® cinco semanas por la oposici¨®n de la autoridad competente. Y mont¨® exposiciones nada convencionales como Las edades del hombre, en la que ¡°combinaba el v¨ªdeo, el l¨¢ser y la holograf¨ªa a modo de retablo moderno frente a otro retablo medieval, como contrapunto de formas de ver la realidad¡±. O Artilugios para fascinar, compuesta de 200 aparatos de cine de su propiedad y m¨¢s de mil im¨¢genes. O Espejos en la niebla, ¡°un relato en caleidoscopio¡± sobre la vida de una ilustre salmantina de principios del siglo XX, In¨¦s Luna Terrero, ¡°adelantada a su tiempo¡±. O su espectacular trabajo para la exposici¨®n universal de Shangh¨¢i, que sacud¨ªa ¡°la pasividad del espectador para lograr una experiencia interesante y muy liberadora¡±. Sin olvidar aquella serie de siete cap¨ªtulos para Canal Sur, Andaluc¨ªa, un siglo de fascinaci¨®n, en la que cambi¨® el car¨¢cter documental por el de la experimentaci¨®n, invent¨¢ndose todo cuanto se daba como cierto, sembrando con ello el desconcierto entre los espectadores¡ ¡°Mi trabajo no es el de historiador, sino el de fabulador¡±, dice. ¡°No me gusta investigar, pero me meto en las cosas que me gustan. Me lo han criticado a veces, pero no me importa nada. Son una forma de expresi¨®n aunque puedan parecer chorradas¡±.
El ambiente est¨¢ tan cochino que hay que echarle valor para seguir adelante"
Y aunque cree que ¡°las pel¨ªculas convencionales son m¨¢s fr¨ªvolas que estos experimentos, porque no son intelectuales¡±, no por ello ha dejado de hacerlas. En su caso, adem¨¢s, nunca han sido convencionales: Los para¨ªsos perdidos, Madrid, La seducci¨®n del caos, Octavia¡ y tiene nuevos proyectos, ¡°pero se me olvidan¡±. Este flirteo con la memoria le viene de antiguo; no es, como pretende, por su edad actual. ¡°Me empiezo a encontrar viejo; no s¨¦ ni los a?os que tengo, a veces le tengo que pedir a Pilar, mi mujer, que haga las cuentas... Pero me gusta ser viejo, no hago m¨¢s que estar a gusto; vivo en una casa hecha a medida, me quedo aqu¨ª como fuera del mundo, hago lo que me da la gana, y como no veo a nadie¡¡±. Pero su actividad sigue: ¡°Estoy recuperando libros que ten¨ªa como abandonados. Tengo que poner orden en la biblioteca¡ Encontr¨¦ unos libros antiguos muy interesantes sobre Salamanca. Leo mucho; a veces me viene la tentaci¨®n de escribir pero no tengo disciplina. Antes me levantaba temprano y me pon¨ªa a escribir. Pero de momento tengo mucho que leer¡±.
Y mientras presume de anciano se levanta de la silla porque desde la calle llegan sonidos de una manifestaci¨®n y corre a la terraza para tratar de averiguar de qu¨¦ se trata. ¡°El ambiente est¨¢ tan cochino que hay que echarle valor para seguir adelante¡±, murmura cuando regresa. ¡°En fin, es tiempo de recogida¡ pero por otra parte me quedan ganas de hacer tantas cosas¡¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.