Francisco Boix, los ojos de Mauthausen
Las im¨¢genes robadas por un grupo de presos espa?oles acredit¨® en Nuremberg las atrocidades nazis en el campo de concentraci¨®n
En el infierno se pasaba algo m¨¢s que fr¨ªo en invierno. El 5 de mayo de 1945 acab¨® lo que parec¨ªa eterno. Aquella fortaleza de granito donde se hab¨ªa azuzado el infierno cada minuto, cada hora, cada d¨ªa, durante cerca de siete a?os, abri¨® sus puertas. Dentro hab¨ªa vivos y muertos sin que entre unos y otros hubiese notables diferencias de aspecto. En Mauthausen, y la densa red de subcampos que gestion¨®, murieron la mitad de las casi 200.000 personas que los nazis encerraron desde el 8 de agosto de 1938, cinco meses despu¨¦s de que Hitler anexionase Austria ¨Csu patria original- al Tercer Reich.
Hace 70 a?os, los soldados americanos que cruzaron el port¨®n se encontraron cad¨¢veres amontonados y esqueletos andantes. Tambi¨¦n presos con energ¨ªa suficiente para derribar el ¨¢guila nazi que presid¨ªa la entrada y colgar una pancarta de bienvenida pol¨ªglota con el lema Espa?oles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras. Uno de aquellos presos, con boina, sonrisa y un brazalete en ingl¨¦s que le identificaba como reportero de guerra, disparaba una Leica ora al j¨²bilo ora al espanto. Era Francisco Boix (Barcelona, 1920-Par¨ªs, 1951), tan presidiario como todos, tan comunista como algunos, m¨¢s periodista que nadie.
Gracias a ¨¦l hay im¨¢genes de las primeras horas en Mauthausen tras la huida de los nazis, incluida la secuencia del ag¨®nico interrogatorio al komandant del campo, Franz Ziereis, herido tras ser capturado el 23 de mayo de 1945. Pero la gran contribuci¨®n de Boix fue un robo. En colaboraci¨®n con otros prisioneros espa?oles y la austriaca Anna Pointner, salvaron de la destrucci¨®n negativos que acreditar¨ªan al mundo que el infierno exist¨ªa y era peor que la muerte, a decir del superviviente anarquista Lope Massaguer en sus memorias: ¡°Ol¨ªamos a muerte, pens¨¢bamos constantemente en la muerte y conviv¨ªamos con la muerte. La tem¨ªamos mucho menos que al dolor o a las humillaciones, era nuestra compa?era, nuestra amiga, y a veces, nuestra ¨²nica posibilidad de escapar¡±.
En El fot¨®grafo del horror (RBA), el historiador Benito Bermejo reconstruye la historia de Boix y su haza?a. Ya lo hizo en 2002 cuando sali¨® la primera versi¨®n de la obra. En esta segunda reedici¨®n se ha incorporado material nuevo como las fotos que tom¨® durante la Guerra Civil espa?ola, que han aflorado en los ¨²ltimos a?os, adem¨¢s de un pr¨®logo donde Javier Cercas reparte su admiraci¨®n entre Boix (¡°la viva estampa del h¨¦roe¡±) y Bermejo (¡°un historiador ejemplar¡±). ¡°No creo que a lo largo de mi vida vaya a tener muchas ocasiones de prologar un libro escrito por un personaje de una de mis novelas¡±, ironiza el escritor, que convirti¨® a Bermejo en uno de los protagonistas de El impostor.
Francisco Boix fue uno de los testigos espa?oles que pudo contar lo que vio durante su cautiverio en Mauthausen, donde alguien contabiliz¨® hasta 35 maneras distintas de morir. ?l, destinado al departamento fotogr¨¢fico de identificaci¨®n, fue m¨¢s afortunado que los condenados a trepar por una escalera mortal con bloques de granito a paso ligero, igual de azuzados por los SS que por los perros. De los 7.000 deportados republicanos ¨Cprisioneros de guerra capturados en el frente franc¨¦s, que no recibieron el trato de tales-, fueron asesinados el 67%. La mayor¨ªa en el campo de Gusen, a cinco kil¨®metros de Mauthausen, entre 1941 y 1942. A partir de ese a?o, la mortalidad decreci¨® en parte, seg¨²n Bermejo, porque la l¨®gica de explotaci¨®n laboral se impuso a la del exterminio.
Aprovechando su trabajo en el laboratorio fotogr¨¢fico, Boix burl¨® la orden de Berl¨ªn, emitida tras la derrota de Stalingrado, de eliminar todo el material gr¨¢fico que recog¨ªa la vida ¨Cy sobre todo la muerte¨C en la red de campos de concentraci¨®n austriacos. Ante el tribunal de N¨²remberg, afirm¨® que hab¨ªa ocultado 20.000 negativos (un tercio de los disparados), con el apoyo de otros presos espa?oles, aunque solo un millar ha salido a la luz. La operaci¨®n clandestina se culmin¨® con ¨¦xito en el oto?o de 1944, cuando los deportados del Kommando Poschacher aprovecharon sus salidas al exterior ¨Ctrabajaban para una empresa austriaca, que hoy es la propietaria de algunas siniestras instalaciones del campo de Gusen¨C sacaron las fotos del campo y se las facilitaron a Anna Pointner, vecina de Mauthausen, que las escondi¨® en un muro. Un peque?o memorial rinde tributo a la valent¨ªa de esta mujer, que se desmarc¨® de las conductas de otros convecinos, que participaron en cacer¨ªas de presos fugados del campo.
Tras la liberaci¨®n aliada, Boix aire¨® las im¨¢genes en publicaciones como Regards ¡°por la magn¨ªfica actitud de esta revista durante la guerra de Espa?a¡± y en libros sobre el campo, como el publicado por Paul Tillard. En 1946 se proyectaron en el Tribunal Militar Internacional de N¨²remberg y en la secci¨®n de cr¨ªmenes de guerra del Ej¨¦rcito de EE UU en Dachau. Ante los tribunales Boix detall¨® una sucesi¨®n de espantos, como la historia de Bonarewitz, un carpintero austriaco evadido al que los nazis obligaron a participar en una farsa que recreaba su fuga en una caja. El espect¨¢culo se desarroll¨® ante 10.000 presos, un cartel sarc¨¢stico (¡°Todos los p¨¢jaros est¨¢n de vuelta¡±) y una orquesta gitana, obligada a tocar una polka mientras Bonarewitz avanzaba hacia su horca.
El reportero espa?ol salv¨® las fotos pero no se libr¨® de las secuelas de su cautiverio. En 1951 falleci¨® en Par¨ªs. En esos seis a?os de libertad viaj¨® de un sitio a otro como reportero de L¡¯Humanit¨¦, Regards o Ce Soir. Sigui¨® militando en el Partido Comunista. Retrat¨® a Pasionaria y a Picasso. Cubri¨® el Tour de Francia. Y escribi¨® sus memorias. De ellas solo se conserva su t¨ªtulo: Spaniaker, el mote desde?oso de los espa?oles de Mauthausen, el lugar donde muchos presos miraban a la muerte como una salida.
Apuntes desde el espanto
- Mauthausen recibi¨® a los primeros presos el 8 de agosto de 1938. Cuando fue liberado por tropas estadounidenses el 5 de mayo de 1945, hab¨ªan pasado por ese recinto y los subcampos que depend¨ªan de ¨¦l cerca de 200.000 presos. Sobrevivieron solo la mitad.
- A cinco kil¨®metros se habilit¨® a partir de 1940 el campo de Gusen, principal f¨¢brica de la muerte. Ambos fueron declarados en la categor¨ªa III, que significaba la muerte por la v¨ªa de la explotaci¨®n del trabajo esclavo.
- Los presos extra¨ªan granito de la cantera Wienergraben para las obras monumentales del r¨¦gimen nazi. A partir de 1942, comenzaron a trabajar para la industria b¨¦lica, incluidos proyectos aeron¨¢uticos, elaborados en espacios clandestinos horadados en las monta?as para evitar bombardeos.
- De los 7.000 deportados espa?oles, fallecieron 4.672, distribuidos entre Gusen (3.893), el castillo de Hartheim (431) y Mauthausen (348). Casi una veintena, seg¨²n el historiador Benito Bermejo, ten¨ªa menos de 20 a?os.
- Los SS que pasaron por el campo ten¨ªan una procedencia muy diversa (Alemania, Austria, Checoslovaquia o Yugoslavia, entre otros). Franz Ziereis, su jefe, era un b¨¢varo tan carente de estudios como de escr¨²pulos.
- En un informe de 1945, un preso austriaco enumeraba algunas de las formas de morir en los campos de ese pa¨ªs: c¨¢mara de gas, veh¨ªculo de gas, asesinato por inyecci¨®n, despedazado por los perros, duchas fr¨ªas en el exterior en invierno (temperaturas por debajo de los 10 grados bajo cero), disparo en la nuca o suicidios con distintos m¨¦todos.
Babelia
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