Diez ping¨¹inas y un cervato
En el texto hay hallazgos surreales, im¨¢genes dalinianas pintadas en el ¨¦ter, pero no las iluminaciones del Arrabal m¨¢s inspirado
Arrabal, sin¨®nimo de periferia. Le encargan una obra conmemorativa del cuarto centenario de la impresi¨®n del Quijote, segunda parte, y escribe Ping¨¹inas, comedia a p¨¢jaros: ¡°En un lugar del Ant¨¢rtico, de cuyos hombres no quiero acordarme¡¡±. Fernando Arrabal ha llenado su obra ¨²ltima de mujeres, que evocan, gir¨®vagas, a un ¨²nico hombre, Miho (l¨¦ase m¡¯hijo o mijo, contracci¨®n cari?osa muy usada en toda Am¨¦rica y ahora en Espa?a). Comedia sin argumento, mon¨®logo a tres voces intercambiables, miscel¨¢nea sacra, literaria y pataf¨ªsica, plagada de alusiones y de citas, Ping¨¹inas va a su aire, seg¨²n el favor del viento, como las ideas volanderas, que desembocan una en otra sin concretarse nunca.
El teatro de Arrabal tuvo su esplendor en los sesenta, cuando junto a Topor y el hoy psicomago Jodorowsky, el autor espa?ol fund¨® en Par¨ªs el Grupo P¨¢nico ¡ªen homenaje a Pan, dios de la sexualidad desenfrenada¡ª y las puestas en escena de sus obras conciliaron fiesta y eucarist¨ªa, sacralidad y sexualidad.
PING?INAS
Autor: Fernando Arrabal.
Int¨¦rpretes: Ana Torrent, Mar¨ªa Herv¨¢s, Marta Poveda, Lara Grube.
Director: Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente.
Hasta el 14 de junio. Madrid, Matadero-Las Naves del Espa?ol.
Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente, director de este montaje, intenta tambi¨¦n casar lo ceremonial con lo espectacular, bien poniendo al p¨²blico a dar palmas de entrada, de manera un tanto forzada; bien haciendo volar a Miho por lo m¨¢s alto de la nave de las terneras del Matadero (desde ahora rebautizada por P¨¦rez de la Fuente sala Fernando Arrabal), poniendo a girar a las diez actrices como derviches o subi¨¦ndolas a sendas motos para rodear al p¨²blico con ellas, cual los guerreros al mando de Caballo Loco rodearon al S¨¦ptimo de Caballer¨ªa.
En el texto hay hallazgos surreales, im¨¢genes dalinianas pintadas en el ¨¦ter, pero no las iluminaciones del Arrabal m¨¢s inspirado, y en la puesta en escena, momentos felices, a los que se impone un aire de d¨¦j¨¤ vu: el coro de moteras nos trae el recuerdo de los caballos de El P¨²blico en la puesta en escena de Llu¨ªs Pasqual, y el recurso de los paracaidistas de juguete arrojados desde las alturas est¨¢ tomado de Philippe Genty y tra¨ªdo aqu¨ª porque s¨ª.
El texto, un torrente de ideas, alusiones, opiniones (texto logorreico, dir¨ªa un psic¨®logo), necesitar¨ªa una puesta en escena m¨¢s contenida, que acotara tanto impulso y le diera direcci¨®n oportuna. La de P¨¦rez de la Fuente no escatima espectacularidad ni ocurrencias, y la consigna con la cual la directora de movimiento parece haber impulsado al coro mudo es: ¡°Impresionad¡±. Ping¨¹ina, como m'hijo, es un vocativo cari?oso: m¨¢s que ping¨¹inas, las siete coreutas parecen cervatillas, hijas putativas del Cide (Se?or) Hamete (Ahmed, Miguel) Ben-engeli (hijo de ciervo, cervato, Cervant-ez).
El p¨²blico escaso del martes sigui¨® la funci¨®n con inter¨¦s y premi¨® con c¨¢lidos aplausos la entrega generosa de las actrices, entre las cuales Marta Poveda defiende el texto a cada instante como si le fuera la vida en ello. En un mundo donde autores y autoras tienden a escribir m¨¢s papeles masculinos que femeninos, el imaginario Ilustre Colegio de Comediantas de Espa?a le ha puesto una vela al diablo para que quien sea le encargue pronto otra obra a Arrabal.
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