Edipo y familia
Alfredo Sanzol apuesta por una tragedia austera: buen reparto, en el que destaca Elena Gonz¨¢lez. Tambi¨¦n Adentro, de Carolina Rom¨¢n, hermosa funci¨®n
1 ?Qu¨¦ decir de Edipo rey a estas alturas? Que sigue pasm¨¢ndome. Trama perfecta, premisa suculenta: el investigador descubre que es el asesino. Tiene la econom¨ªa y la concentraci¨®n de una vieja serie B: todo sucede en una hora y poco. Sanzol apenas ha pegado alg¨²n corte: un coro, me dijo, algunas frases. El tiempo de una sobremesa, y menuda sobremesa. Puede que eso fuera el detonante de su montaje en La Abad¨ªa madrile?a. Bueno, eso y, sobre todo, el concepto de ¡°tragedia familiar¡± pero sin prosopopeya. ¡°Son pl¨¢ticas de familia¡±, como dir¨ªa Tenorio. Singular idea de puesta: una mesa con los restos de la comida. A la vista de todos. En plena plaza del pueblo, por as¨ª decirlo. Una mesa m¨¢s italiana que griega, a lo Mamma Roma. A ratos esa inmovilidad me despista, me parece forzada, poco org¨¢nica, tengo ganas de que se levanten (tranquilo, todo llegar¨¢), aunque la entiendo como un ba?o de austeridad que calma los posibles desafueros gestuales. Quiz¨¢s para compensar lo de tener que estar sentado, me parece que Juan Antonio Lumbreras corre mucho (verbalmente) en el primer tercio. Cuesta imaginar a este estupendo actor amarrado a una silla, porque tiene m¨¢s electricidad que el cable de la luz. Cuando hizo Godot con Sanzol escrib¨ª: ¡°Ritmo verbal enfebrecido y a la vez a¨¦reo: es el alegre motor del espect¨¢culo¡±. Sin embargo, el stacatto de Beckett no es lo mismo que el ritmo de S¨®focles: en la versi¨®n de Sanzol, viva y sonora, hay bastantes m¨¢s palabras por frase. Y es comprensible que Edipo est¨¦ agitado, pero no tanto ni tan pronto. Esa velocidad de enunciaci¨®n emborrona pasajes, provoca tropiezos y cierto farfulleo. Puede que fueran los comprensibles nervios de los primeros d¨ªas: es muy posible que Lumbreras ya haya encontrado la respiraci¨®n de ese pasaje. Paco D¨¦niz es Creonte, y da muy bien la esencial sensatez del personaje, al que veremos desballestarse (el personaje, no el actor) en Ant¨ªgona, donde la raz¨®n de estado pesa lo suyo. Aqu¨ª todav¨ªa no: me encanta el parlamento en el que convence a Edipo de que no le ha traicionado, porque tiene todo el poder que necesita como segundo de a bordo, y sin el peso de la p¨²rpura.
Formidables, matizad¨ªsimos trabajos de los cuatro int¨¦rpretes de ¡®Adentro¡¯; sutil y firme puesta de Trist¨¢n Ulloa
Las actrices de la funci¨®n est¨¢n curiosa (y felizmente) pluriempleadas. Empecemos por el coro, a cargo de Natalia Hern¨¢ndez y Eva Tranc¨®n. Lanzan su texto al un¨ªsono y con encomiable claridad. Al o¨ªr las primeras frases pens¨¦ por un instante en las ardillitas de Disney, pero enseguida me atraparon en su conjuro, como las brujas dom¨¦sticas de La aventura de Chabrol: lejana referencia, pero as¨ª es la memoria. Y luego clavan un sentimiento dif¨ªcil de expresar a d¨²o: su aut¨¦ntico padecimiento por el marronazo que se va a comer Edipo. Natalia Hern¨¢ndez no solo es coreuta sino tambi¨¦n corifeo, que tiene m¨¢s fuste. Y sacerdote, que no digamos. Y siervo, donde brilla especialmente: me vuelve ahora, a los pies de Edipo, como un animalillo tembloroso por el l¨ªo que ha montado. ?C¨®mo se pasa de coreuta a siervo, por cierto? Soluciones Sanzol: por debajo de la mesa y alehop, con el perfume de La calma m¨¢gica. Y al final es Ismene pero muda, como su hermana Ant¨ªgona. Eva Tranc¨®n dobla como coreuta y Yocasta. La reina madre (nunca mejor dicho) tiene poco papel pero mucha tensi¨®n: la actriz ha de expresar, en poco tiempo, lo que media entre ¡°eso no ser¨¢ nada¡± y ¡°mejor d¨¦jalo ya, Edipo¡±. Si no recuerdo mal, es la primera que se levanta de la mesa, cuando llega el mensajero: cosa l¨®gica. Eva Tranc¨®n tiene un fraseo sobrio y retenido, pero dice mucho m¨¢s con la mirada en toda esa parte, angustiosa como un techo que baja implacable. Lumbreras encuentra su paso, su densidad y su emoci¨®n cuando escucha las revelaciones de Yocasta y contesta con este portentoso fragmento: ¡°Luz del sol, no me dejes volver a verte despu¨¦s de hoy, porque he nacido de quienes no deb¨ªa, he tenido hijos con quien no deb¨ªa y he matado a quien no deb¨ªa¡±. ?Se puede decir m¨¢s con menos? Volver¨¢ a conmover en la ¨²ltima escena, cuando ya est¨¢ con un pie en Corinto, cegado y con sus hijas como lazarillos.
He dejado para el final a Elena Gonz¨¢lez porque es quien m¨¢s me lleg¨® al alma. Lo mismo me pas¨® en Enrique VII: c¨®mo se hace escuchar este pedazo de actriz, qu¨¦ gravedad, qu¨¦ fuerza, qu¨¦ seguridad en la colocaci¨®n y en el env¨ªo. Qu¨¦ dolor en su Tiresias, cargada con el peso de esos destinos irremediables, con el aire de una adivina de pueblo (la imaginas bruja y zahor¨ª y partera, como un personaje de Guti¨¦rrez Arag¨®n), y qu¨¦ pureza narrativa en el rol del mensajero que relata el cat¨¢rtico cierre, sin un gesto sobrante, con una voz honda, inmemorial. Sanzol se preguntaba si S¨®focles patent¨® la iron¨ªa tr¨¢gica con frases del calibre de ¡°Me ocupar¨¦ del asesinato de Layo como si fuera el de mi propio padre¡±. Yo me pregunto ahora si invent¨® tambi¨¦n el fuera de campo (la muerte de Yocasta, el deshojamiento de Edipo), que tanto juego le dar¨ªa a Racine en Fedra: el mon¨®logo de Teramene, tan similar al del Heraldo.
2. M¨¢s familias con problemas: tras En construcci¨®n y Luci¨¦rnagas, llega Adentro, de Carolina Rom¨¢n, a la sala de la Princesa del Mar¨ªa Guerrero (Madrid). Ecos de Sabor a miel, de Shelagh Delaney. O del primer Tennessee Williams. O de Tolcachir, Bart¨ªs, Nelson Valente. Una fiesta de cumplea?os en un humilde piso del barrio de La Chacarita, en Buenos Aires. Marga (Araceli Dvoskin, la abuela de los Coleman) es una madre terrible, ultraeg¨®latra, posesiva, varada en el pasado. Hay dos hermanos, prisioneros de un presente sin futuro: Luis (Nelson Dante), tambi¨¦n llamado La Peligro, brutal, amenazador, pero con un lado de ni?o perdido, y Dina (Carolina Rom¨¢n), v¨ªctima sin victimismo, atrapada por v¨ªnculos dif¨ªciles de romper. Hay una t¨ªa invisible, siempre encamada, ¡°adentro¡±. Y adentro tambi¨¦n un oscuro secreto de familia del que nadie quiere hablar. A la fiesta acude Male (Noelia Soto), compa?era de trabajo de Dina, contrapunto humor¨ªstico, tiern¨ªsimo, desolado, muy a lo Shirley MacLaine. La trama hace temer un vuelco hacia la cat¨¢strofe violenta, pero tiene la madurez de esquivarla y apostar por un fatigado ¨ªmpetu de seguir adelante. Formidables, matizad¨ªsimos trabajos de los cuatro int¨¦rpretes; sutil y firme puesta de Trist¨¢n Ulloa, atento a todos los detalles. Hermosa funci¨®n. Me voy a ver la Ant¨ªgona de Miguel del Arco. El s¨¢bado se lo cuento.
Edipo rey. Direcci¨®n y adaptaci¨®n: Alfredo Sanzol. Int¨¦rpretes: Juan Antonio Lumbreras, Elena Gonz¨¢lez, Paco D¨¦niz, Natalia Hern¨¢ndez y Eva Tranc¨®n. Teatro de La Abad¨ªa. Madrid. Hasta el 21 de junio.
Adentro. Texto: Carolina Rom¨¢n. Direcci¨®n: Trist¨¢n Ulloa. Int¨¦rpretes: Carolina Rom¨¢n, Araceli Dvoskin, Nelson Dante y Noelia Soto. Teatro Mar¨ªa Guerrero. Madrid. Hasta el 17 de mayo.
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