Cuando el paisaje tom¨® el grabado
El Museo Carlos de Amberes re¨²ne 38 estampas del XVII protagonizadas por la naturaleza
Entre los ¨¢rboles junto a la orilla, tres hombres se calientan alrededor de un fuego. A su izquierda, otros tres faenan con las redes en una barca. Junto a estos se refleja en el agua la luna llena que, al fondo, se abre paso entre las nubes. Esta escena, dibujada con delicadeza ¡ªcomo muestran las hojas y las siluetas¡ª, en apenas 10 por 15 cent¨ªmetros, es un ejemplo del virtuosismo de las 38 estampas de la exposici¨®n El auge del paisaje. Grabados holandeses y flamencos del siglo XVII, que puede verse hasta septiembre en el Museo Carlos de Amberes, en Madrid. Todas las obras proceden de la colecci¨®n particular Deltoro-Vives excepto dos que han llegado desde la Biblioteca Nacional y son de Rembrandt.
La comisaria de la muestra, Concha Huidobro, que fue jefa del departamento de Grabados en la Biblioteca Nacional entre 2004 y 2013, explica que "el auge" al que se refiere la exposici¨®n obedece a que, en esa zona de Europa en el XVII, el triunfo del protestantismo motiv¨® que la burgues¨ªa de ricos comerciantes "quisiera decorar sus palacetes con obras de arte". Ya no eran la Iglesia cat¨®lica o un monarca los clientes de los artistas. Los burgueses adornan sus casas con grabados en los que el paisaje no es el mero fondo de una escena religiosa o mitol¨®gica, sino el protagonista de la obra.
Los prestadores de las piezas, Vicente Deltoro y Carmen Vives, "son dos valencianos que ten¨ªan poco que ver con el mundo del arte, pero por afici¨®n empezaron a comprar grabados de paisajes holandeses hasta reunir unos 200, adquiridos sobre todo en Alemania y Estados Unidos", explica Huidobro. Ellos mismos explican sus razones en el cat¨¢logo: "Coleccionamos grabados antiguos porque es una forma asequible de adquirir obras originales y de complejidad t¨¦cnica".
El triunfo del protestantismo motiv¨® que la burgues¨ªa "decorase sus palacetes con obras de arte"
Las estampas que se pueden contemplar en el Museo Carlos de Amberes ¡ªubicado en una antigua iglesia y con una peque?a colecci¨®n de cuadros, con Rubens o Van Dyck, entre otros¡ª est¨¢n divididas en cuatro apartados: Paisajes naturales, con agrestes monta?as, valles y r¨ªos; Paisajes con edificios: granjas, molinos, puentes¡; con figuras, para transmitir la idea del ser humano como integrante de la naturaleza. Por cierto, en esta secci¨®n hay una maravilla: En el hielo, un aguafuerte de Jan van de Velde II en el que se ve a los lugare?os paseando y patinando en aguas heladas. Y finalmente, Paisajes con animales, con escenas de caza o pastoriles. Todos estos grabados fueron primero dibujos, y entre sus m¨¢s de 30 autores destacan Aegidius Sadeler (1568-1629), "extraordinario grabador al buril"; Lucas van Uden (1595-1672), que trabaj¨® en el taller de Rubens, y Jacob van Ruisdael (1628-1682), "uno de los mejores paisajistas holandeses".
En cuanto a los dos grabados de Rembrandt (1609-1669), Huidobro recuerda una an¨¦cdota del maestro del Barroco que ilustra su rapidez y destreza: "Fue a cenar a casa de un amigo, y como no hab¨ªa mostaza, mandaron al criado por ella. Para entretenerse en la espera, Rembrandt apost¨® a que antes de que volviera el sirviente habr¨ªa grabado una plancha. Entonces cogi¨® un cobre que ten¨ªa preparado y dibuj¨® con una punta el paisaje que se ve¨ªa desde el sal¨®n de la casa. Cuando el hombre volvi¨®, Rembrandt ya hab¨ªa terminado su obra". El genio de Leiden realiz¨® 26 grabados en su vida. Del d¨²o que est¨¢ en el Carlos de Amberes destaca Vista de ?msterdam, muy difundido porque ofrece "una perspectiva de la ciudad donde ¨¦l viv¨ªa pero invertida, al rev¨¦s de c¨®mo era en realidad".
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